9/04/2016, 15:28
(Última modificación: 12/04/2016, 22:59 por Inuzuka Nabi.)
Habian pasado bastantes dias desde la primera ronda, bastantes teniendo en cuenta que tenian una semana entre ronda y ronda. Acababa de salir del hospital y debia llegar a su hotel pero... eso era más facil decirlo que hacerlo. El cielo estaba dando a entender que en cualquier momento iba a llover, oscuro y totalmente nublado a pesar de que era de dia apenas un par de rayos de sol lograban colarse entre la inmensa masa de nubes. Todo eso no hacia más que complicarle la vida.
Antes de darse cuenta ya estaba perdido, habia salido del hospital con la direccion en la que se encontraba el hotel clara, pero conforme sus pies se movian su orientacion se suicidaba. Terminando en un paseo por toda la ciudad llena de dojos hasta que en algún momento coincidiera con su momentaneo hogar.
Lo que habia logrado habia sido llegar a esa parte que todo regidor de una ciudad intenta ocultar, la que esta llena de inmundicia y gente que se gana la vida de la forma menos honrosa, lejos del honor y la dignidad de los dojos y los combatientes. Droga, mujeres y violencia, todo eso bien acompañado de una dosis de ilegalidad de todo tipo. Él aún no estaba al cien por cien, de hecho, le habian dejado claro que no se involucrara en combates de ningun tipo, porque solo conseguiria reabrir la herida que tenia en el pecho.
Sin embargo, ante él se encontraba un shinobi de Amegakure que se encontraba de pie observando con una mirada ausente la gente que se encontraba a su alrededor. Sus ojos solo veian lo evidente, pues a él que estaba tras él a una distancia prudencial y con una tunica de viaje con capucha de color negro y al escurridizo niño que iba tapado con ropajes del mismo color y se le acercaba por detras peligrosamente, no los habia visto.
Los agudos ojos del rubio vislumbró una hoja metalica en la mano del niño, y parecia que el Amegakuriano no se daba cuenta de su presencia.
¡Eh, quieto!
Pero era demasiado tarde, el chico con gran habilidad cortó la cinta que aseguraba el portaobjetos a la pierna del calvo y de un tiron ya estaba en sus manos. Con gran destreza y agilidad para ser apenas un niño salió corriendo por al lado de Karamaru, en dirección contraria a donde estaba Nabi.
El rubio suspiró, no podia igualar la velocidad del niño ni aunque no estuviera herido. Activó su sharingan y desenfundó su kodachi, no era algo que hiciera a menudo, pero se vio capaz de hacerlo y no se iba a quedar de brazos cruzados tras presenciar un hurto.
Lanzó su katana con toda su fuerza y su destreza combinadas para conseguir precision temporal y espacial, tenia que llegar en un momento y en un lugar exactos, sino podia cortarle alguna extremidad al chaval o dejarle escapar. Gracias a su percepcion aumentada por su doujutsu el tiro fue preciso, la hoja giró en el aire hasta clavarse en el suelo justo en frente del muchacho formando un angulo de unos treinta grados con la tierra.
La velocidad no le permitia cambios bruscos de direccion por la inercia que llevaba, así que tropezo con la hoja intentando saltarla y rodó por el suelo hasta detenerse gracias a los cuerpos de los borrachos que estaban tirados sin conciencia. El portaobjetos salió volando hasta acabar por el suelo tirado.
Antes de darse cuenta ya estaba perdido, habia salido del hospital con la direccion en la que se encontraba el hotel clara, pero conforme sus pies se movian su orientacion se suicidaba. Terminando en un paseo por toda la ciudad llena de dojos hasta que en algún momento coincidiera con su momentaneo hogar.
Lo que habia logrado habia sido llegar a esa parte que todo regidor de una ciudad intenta ocultar, la que esta llena de inmundicia y gente que se gana la vida de la forma menos honrosa, lejos del honor y la dignidad de los dojos y los combatientes. Droga, mujeres y violencia, todo eso bien acompañado de una dosis de ilegalidad de todo tipo. Él aún no estaba al cien por cien, de hecho, le habian dejado claro que no se involucrara en combates de ningun tipo, porque solo conseguiria reabrir la herida que tenia en el pecho.
Sin embargo, ante él se encontraba un shinobi de Amegakure que se encontraba de pie observando con una mirada ausente la gente que se encontraba a su alrededor. Sus ojos solo veian lo evidente, pues a él que estaba tras él a una distancia prudencial y con una tunica de viaje con capucha de color negro y al escurridizo niño que iba tapado con ropajes del mismo color y se le acercaba por detras peligrosamente, no los habia visto.
Los agudos ojos del rubio vislumbró una hoja metalica en la mano del niño, y parecia que el Amegakuriano no se daba cuenta de su presencia.
¡Eh, quieto!
Pero era demasiado tarde, el chico con gran habilidad cortó la cinta que aseguraba el portaobjetos a la pierna del calvo y de un tiron ya estaba en sus manos. Con gran destreza y agilidad para ser apenas un niño salió corriendo por al lado de Karamaru, en dirección contraria a donde estaba Nabi.
El rubio suspiró, no podia igualar la velocidad del niño ni aunque no estuviera herido. Activó su sharingan y desenfundó su kodachi, no era algo que hiciera a menudo, pero se vio capaz de hacerlo y no se iba a quedar de brazos cruzados tras presenciar un hurto.
Lanzó su katana con toda su fuerza y su destreza combinadas para conseguir precision temporal y espacial, tenia que llegar en un momento y en un lugar exactos, sino podia cortarle alguna extremidad al chaval o dejarle escapar. Gracias a su percepcion aumentada por su doujutsu el tiro fue preciso, la hoja giró en el aire hasta clavarse en el suelo justo en frente del muchacho formando un angulo de unos treinta grados con la tierra.
La velocidad no le permitia cambios bruscos de direccion por la inercia que llevaba, así que tropezo con la hoja intentando saltarla y rodó por el suelo hasta detenerse gracias a los cuerpos de los borrachos que estaban tirados sin conciencia. El portaobjetos salió volando hasta acabar por el suelo tirado.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)