18/04/2016, 16:57
Sus compañeros temporales de pelea estuvieron de acuerdo en colaborar para el arreglo de la pared, que había sido bastante dañada. Además a Tatsuya le correspondía pagar la comida de él y de Mogura, pues Riko no pidió nada al final de cuentas. Sacó su billetera y tomó unos cuantos de billetes, colocándolos junto al montón de fichas que ya habían apilado en la mesa el otro par de ninjas. A pesar de que Mogura fue el que causó los daños Riko y Tatsuya también colaboraron con ello, no le dejaron que el pagara todo.
-Con esto debería ser más que suficiente- Dijo tranquilamente.
El dueño del local se puso a contar el dinero mientras su sonrisa se ensanchaba más y más. El mesero se tranquilizó al darse cuenta de que no tendría que pagar por los platos rotos. Taro seguía ahí sentado y los samurai se limitaban a observar la escena, cuando el jefe terminó de contar hizo un gesto a los guardias, estos entendieron que debían retirarse pues el asunto ya estaba arreglado.
-Esto cubre la pared y sus cuentas, asunto arreglado- Dijo ya feliz.
-Entonces ya no es necesaria nuestra presencia, nos retiramos, con su permiso.- Ambos guardias salieron del local lentamente.
Se había armado un gran alboroto, y resultado de eso tres ninjas que apenas se acababan de conocer terminaron trabajando juntos para combatir a los maleantes. Lo más interesante del asunto era que a pesar de que eran de tres aldeas distintas que en aquellos momentos no tenían ningún tipo de alianza eso no les impidió hacer equipo, sería digno de recordar. El dueño del local tomó el dinero y se retiró, mientras el mesero se acercó a los shinobis con la mano extendida.
-Me darán propina, ¿cierto?- Dijo con sonrisa cínica.
Tatsuya suspiró, no quería mas problemas, sin decir nada sacó una vez más su billetera y le dió un billete de cinco Ryou al sujeto. El papel se balanceó lentamente en el aire hasta caer suavemente en la palma del camarero que sonrió como si se hubiera sacado la lotería.
-¡Gracias!- Exclamó para luego voltearse y señalar a Taro. -¡Hey tú!, tienes mucho que aprender, ahora trabajas aquí, levántate que tienes que hablar con el jefe- Inmediatamente el mesero se fue en la misma dirección que su jefe.
-Ya voy, ya voy- Dijo mientras se levantaba aún adolorido. -Lamento mucho esto, prometo no intentar ser un bravucón nunca más... ¡Y gracias por el pastel!- Dijo mientras se retiraba siguiendo al mesero.
Así se quedaron los tres genins solos en medio de la casa de té con platos a medio comer, algunas mesas a medio tirar y el gran agujero en la pared. Tatsuya ya debía irse, su padre debía de estar molesto por el hecho de que se había tardado más de lo necesario en el lugar, pero si le explicaba que fue por una pelea talvez se iba a enojar más, sea como sea quería dedicarles unas últimas palabras a los ninjas del remolino y de la lluvia.
-Lamento que nos estropearan la comida, talvez sí nos volvemos a encontrar en un futuro podamos conversar sin interrupciones- Dijo sonriente y apenado a la vez. -Por ahora yo debo retirarme, ya se me hizo tarde- Concluyó con pesar.
-Con esto debería ser más que suficiente- Dijo tranquilamente.
El dueño del local se puso a contar el dinero mientras su sonrisa se ensanchaba más y más. El mesero se tranquilizó al darse cuenta de que no tendría que pagar por los platos rotos. Taro seguía ahí sentado y los samurai se limitaban a observar la escena, cuando el jefe terminó de contar hizo un gesto a los guardias, estos entendieron que debían retirarse pues el asunto ya estaba arreglado.
-Esto cubre la pared y sus cuentas, asunto arreglado- Dijo ya feliz.
-Entonces ya no es necesaria nuestra presencia, nos retiramos, con su permiso.- Ambos guardias salieron del local lentamente.
Se había armado un gran alboroto, y resultado de eso tres ninjas que apenas se acababan de conocer terminaron trabajando juntos para combatir a los maleantes. Lo más interesante del asunto era que a pesar de que eran de tres aldeas distintas que en aquellos momentos no tenían ningún tipo de alianza eso no les impidió hacer equipo, sería digno de recordar. El dueño del local tomó el dinero y se retiró, mientras el mesero se acercó a los shinobis con la mano extendida.
-Me darán propina, ¿cierto?- Dijo con sonrisa cínica.
Tatsuya suspiró, no quería mas problemas, sin decir nada sacó una vez más su billetera y le dió un billete de cinco Ryou al sujeto. El papel se balanceó lentamente en el aire hasta caer suavemente en la palma del camarero que sonrió como si se hubiera sacado la lotería.
-¡Gracias!- Exclamó para luego voltearse y señalar a Taro. -¡Hey tú!, tienes mucho que aprender, ahora trabajas aquí, levántate que tienes que hablar con el jefe- Inmediatamente el mesero se fue en la misma dirección que su jefe.
-Ya voy, ya voy- Dijo mientras se levantaba aún adolorido. -Lamento mucho esto, prometo no intentar ser un bravucón nunca más... ¡Y gracias por el pastel!- Dijo mientras se retiraba siguiendo al mesero.
Así se quedaron los tres genins solos en medio de la casa de té con platos a medio comer, algunas mesas a medio tirar y el gran agujero en la pared. Tatsuya ya debía irse, su padre debía de estar molesto por el hecho de que se había tardado más de lo necesario en el lugar, pero si le explicaba que fue por una pelea talvez se iba a enojar más, sea como sea quería dedicarles unas últimas palabras a los ninjas del remolino y de la lluvia.
-Lamento que nos estropearan la comida, talvez sí nos volvemos a encontrar en un futuro podamos conversar sin interrupciones- Dijo sonriente y apenado a la vez. -Por ahora yo debo retirarme, ya se me hizo tarde- Concluyó con pesar.