21/04/2016, 01:12
Estaba a punto de crear un nuevo tocón de madera al que atizarle cuando escuchó un murmullo lejano, como una conversación ahogada por el viento. Se giró para ver qué era, y vio a Ayame hablando preocupada con tres hombres. Tres hombres poco amistosos, a juzgar por la manera de mover los hombros y las manos cuando hablaban.
Daruu se agazapó en el cilindro de piedra y descendió en silencio apoyando la palma de la mano sobre la hierba. Rodeó la escena como si no tuviera nada que ver en ella, despacio, tranquilo, en silencio, a lo lejos. Cuando los hombres quedaron a la espalda, se acercó, poco a poco, evitando el contacto visual con Ayame, mostrándole la palma de la mano para que no delatara su presencia...
—Pónnoslo fácil, enana. Ríndete antes del torneo y todos tendremos nuestro final feliz.
De modo que se trataba de eso. Por la cabeza de Daruu habían pasado cosas mucho más siniestras. Pero aquellos hombres eran una potencial amenaza todavía, y quién sabe qué podrían hacer si...
Pero no. Ellos eran ninjas. Y Daruu había entrenado mucho desde el combate contra Nabi.
Tenían que hacerlo. Eran de Amegakure. Eran compañeros. Tenían que ser un equipo.
—¡¡Mizuame!! —exclamó Daruu, todo lo alto que pudo para que los hombres se giraran, pero la palabra iba dirigida a Ayame, que conocía la naturaleza de la técnica y sabría como contrarrestarla. Al mismo tiempo hizo unos sellos rápidos y...
Expulsó un chorro de agua gelatinosa de color aguamarina que se esparció y se adhirió a los pies de los matones y pasaría por debajo de Ayame también. Pero si todo iba como debía ir, ella escaparía del agarre.
Acto seguido, se agachó y apoyó las manos en el suelo, y de éste surgieron unos barrotes que subieron y formaron una jaula de madera bien fuerte que se aferró por arriba con un buen tocón. Se aseguró de proporcionar a la jaula una buena porción de su chakra, de modo que no pudieran forzarla fácilmente. Quedó jadeando, pero el entrenamiento había dado sus frutos; no le supuso un sobrecargo terrible.
—Dadme una buena excusa para que no os traiga a los guardias.
Daruu se agazapó en el cilindro de piedra y descendió en silencio apoyando la palma de la mano sobre la hierba. Rodeó la escena como si no tuviera nada que ver en ella, despacio, tranquilo, en silencio, a lo lejos. Cuando los hombres quedaron a la espalda, se acercó, poco a poco, evitando el contacto visual con Ayame, mostrándole la palma de la mano para que no delatara su presencia...
—Pónnoslo fácil, enana. Ríndete antes del torneo y todos tendremos nuestro final feliz.
De modo que se trataba de eso. Por la cabeza de Daruu habían pasado cosas mucho más siniestras. Pero aquellos hombres eran una potencial amenaza todavía, y quién sabe qué podrían hacer si...
Pero no. Ellos eran ninjas. Y Daruu había entrenado mucho desde el combate contra Nabi.
Tenían que hacerlo. Eran de Amegakure. Eran compañeros. Tenían que ser un equipo.
—¡¡Mizuame!! —exclamó Daruu, todo lo alto que pudo para que los hombres se giraran, pero la palabra iba dirigida a Ayame, que conocía la naturaleza de la técnica y sabría como contrarrestarla. Al mismo tiempo hizo unos sellos rápidos y...
Expulsó un chorro de agua gelatinosa de color aguamarina que se esparció y se adhirió a los pies de los matones y pasaría por debajo de Ayame también. Pero si todo iba como debía ir, ella escaparía del agarre.
Acto seguido, se agachó y apoyó las manos en el suelo, y de éste surgieron unos barrotes que subieron y formaron una jaula de madera bien fuerte que se aferró por arriba con un buen tocón. Se aseguró de proporcionar a la jaula una buena porción de su chakra, de modo que no pudieran forzarla fácilmente. Quedó jadeando, pero el entrenamiento había dado sus frutos; no le supuso un sobrecargo terrible.
—Dadme una buena excusa para que no os traiga a los guardias.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)