23/04/2016, 15:02
Finalmente, despues de tanto trabajo duro y tanto esfuerzo, su sueño iba a cumplirse. Había logrado convertirse por fin en el guardia del Decimoctavo Recital de Poesía Clásica de los Dojos del Combatiente.
Abuelo... abuela... lo he logrado...
Miró al cielo mientras una pequeña lagrima caía por su rostro. Sacudió la cabeza de lado a lado volviendo a poner los pies en la tierra y dejar de una vez la actuación, no era ningún viajero en busca de volverse guardia, era un simple ninja que estaba ayudando a una kunoichi de otra aldea a hacer algo que todavía no terminaba de entender pero que seguramente iba a dar de que hablar.
He cumplido con mi objetivo en esta misión.
Pensaba mientras miraba en dirección a donde estaban sus compañeros, inclinó la cabeza ligeramente queriendo dar una señal clara de que todo estaba bien. Iba a volver la mirada hacía donde se supone que la debería tener un guardia pero decidió realizar un ultimo gesto antes de eso.
Se que puedes leer mis pensamientos, muchacho, nom nom nom nom. Haz tu parte y tendrás tus dulces...
Miró fijamente por unos segundos al niño de la yukata, claramente era imposible que Len le leyera el pensamiento pero el poco tiempo que habría pasado con el extravagante chico de peloblanco ya había sido suficiente como para alterar por momentos el comportamiento de Mogura.
Cruzó los brazos y se quedo firme en su posición, nadie iba a salir o entrar por ahí sin que él lo supiera.
Abuelo... abuela... lo he logrado...
Miró al cielo mientras una pequeña lagrima caía por su rostro. Sacudió la cabeza de lado a lado volviendo a poner los pies en la tierra y dejar de una vez la actuación, no era ningún viajero en busca de volverse guardia, era un simple ninja que estaba ayudando a una kunoichi de otra aldea a hacer algo que todavía no terminaba de entender pero que seguramente iba a dar de que hablar.
He cumplido con mi objetivo en esta misión.
Pensaba mientras miraba en dirección a donde estaban sus compañeros, inclinó la cabeza ligeramente queriendo dar una señal clara de que todo estaba bien. Iba a volver la mirada hacía donde se supone que la debería tener un guardia pero decidió realizar un ultimo gesto antes de eso.
Se que puedes leer mis pensamientos, muchacho, nom nom nom nom. Haz tu parte y tendrás tus dulces...
Miró fijamente por unos segundos al niño de la yukata, claramente era imposible que Len le leyera el pensamiento pero el poco tiempo que habría pasado con el extravagante chico de peloblanco ya había sido suficiente como para alterar por momentos el comportamiento de Mogura.
Cruzó los brazos y se quedo firme en su posición, nadie iba a salir o entrar por ahí sin que él lo supiera.