29/04/2016, 19:05
El chorro de agua murió sin impactar contra su objetivo, ya que, tras las dos Ayames pensaba que se hallaría la verdadera, al parecer se dejó llevar por la confianza que sentía en aquel momento. Daba igual, ya que tras el adiós de la humareda que los clones habían despedido, la arena se había convertido en un caos para la peliazul: incontables de Ayames, vestidas de negro y con los ojos vendados dirigían el arma tan característica que la mayoría de ninjas llevaban en su portaobjetos.
—Ríndete... Ríndete... Ríndete... — se escuchaban sus voces, unas acompasadas, otras no tanto, creando un desconcierto en la kunoichi menor que crecía por momentos. ¿Qué haría? Nada, ¿qué podría hacer contra semejante número de clones? Absolutamente nada.
Se dejó caer al suelo, se sentía derrotada, asqueada consigo misma y cansada. Lágrimas de impotencia se deslizaban por sus coloreadas mejillas, ¿tan poco tenía que dar de sí misma? Se mordió el labio inferior, intentando dejar de llorar, en vano. Lentamente se incorporó, y, subiendo su brazo izquierdo, antes de conseguir algún rasguño, declaró:
- Me rindo.
Ya está, ya estaba dicho. La vergüenza y los abucheos, el bochorno y las risas, todo, absolutamente todo le daba igual. Al menos tenía claro que Ayame era excepcional, y eso la reconfortaba, ya que era digna de ser la vencedora de aquel torneo, pero no dejaba de sentirse impotente por todos los demás motivos que acarreaba desde el comiendo del mismo.
Al infinito dedicó una sonrisa irónica mientras seguían cayendo lágrimas por sus orbes verdes.
—Ríndete... Ríndete... Ríndete... — se escuchaban sus voces, unas acompasadas, otras no tanto, creando un desconcierto en la kunoichi menor que crecía por momentos. ¿Qué haría? Nada, ¿qué podría hacer contra semejante número de clones? Absolutamente nada.
Se dejó caer al suelo, se sentía derrotada, asqueada consigo misma y cansada. Lágrimas de impotencia se deslizaban por sus coloreadas mejillas, ¿tan poco tenía que dar de sí misma? Se mordió el labio inferior, intentando dejar de llorar, en vano. Lentamente se incorporó, y, subiendo su brazo izquierdo, antes de conseguir algún rasguño, declaró:
- Me rindo.
Ya está, ya estaba dicho. La vergüenza y los abucheos, el bochorno y las risas, todo, absolutamente todo le daba igual. Al menos tenía claro que Ayame era excepcional, y eso la reconfortaba, ya que era digna de ser la vencedora de aquel torneo, pero no dejaba de sentirse impotente por todos los demás motivos que acarreaba desde el comiendo del mismo.
Al infinito dedicó una sonrisa irónica mientras seguían cayendo lágrimas por sus orbes verdes.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)