2/05/2016, 15:14
La gente abucheaba, gritaba improperios y lanzaba cosas al escenario mientras los hombres de Noka y los de Shiona, Yui y Yubiwa intentaban poner algo de orden en las gradas. No lo hacían porque odiaran a ninguna de las dos participantes, aunque algunos insultos iban dirigidos desde luego a Eri, sino porque estaban esperando un espectáculo final que podría haber sido el súmmum de todo lo que habían presenciado hasta ahora. La decepción inundaba el estadio.
Dos árbitros de combate, el que estaba presidiendo el encuentro y otro más que las muchachas no habían visto antes, cogieron a Eri de ambos brazos y la apremiaron para que abandonara el ring.
—Vamos, chica, será mejor que te vayas a los vestuarios —dijo uno de ellos—. Están furiosos, muy furiosos. No tardará en bajar algún loco.
Se la llevaron, voluntariamente o a la fuerza, daba igual.
Había una ganadora, pero la organización estaba tan concentrada en parar el tumulto que no parecía haber intenciones de dar ningún premio o anunciarlo como era debido.
Allá en el palco, los tres líderes de las aldeas, solos, discutían sobre lo que acababa de pasar.
—Esto no está bien hecho —dijo Yui, de brazos cruzados y el ceño fruncido—. Podría haberse rendido en la otra ronda, ¿no? Así al menos podría haber dejado que el otro chico se enfrentara a Ayame. Estaba deseando ver su progreso.
—La próxima vez, debo hablarles del respeto al contrario. Esto me parece irrespetuoso, hacia los señores que han venido a ver el evento y hacia la reputación de la villa. Lo siento, de verdad.
—Tsk. Al menos lo admites.
—Tardo menos que tú en admitir las cosas, eso seguro.
El golpe había sido bajo y le hizo soltar un improperio a la Arashikage. Yubiwa parecía estar distraído con algo, porque tenía la mirada clavada en algún punto de su túnica.
—Señoritas, no es por alarmarles, pero...
Shiona y Yui dirigieron sus miradas hacia Yubiwa. De su bolsillo rugía un fulgor rojizo, y aunque ninguna de las dos se había dado cuenta hasta ahora, en el palco comenzaba a hacer un poco de calor. Yubiwa maldijo bien alto, estiró de un cordel metálico y sacó el colgante con el símbolo del "nueve" que había contenido otrora al Kyuubi, y que las otras dos ya habían visto en una ocasión. Lo arrojó al suelo, y profirió un grito al hacerlo, no del esfuerzo sino del dolor que sentía.
Se miró la mano y vio la marca de la cadena dibujada en la palma, el hierro candente presionado allá.
—Shiona, tú eres la experta. Dime, por favor, que no creo que está pasando lo que sospecho que está pasando.
—No me gustan las mentiras.
Turnos:
- Invitado sorpresa
- Ayame
- Sama-sama
Dos árbitros de combate, el que estaba presidiendo el encuentro y otro más que las muchachas no habían visto antes, cogieron a Eri de ambos brazos y la apremiaron para que abandonara el ring.
—Vamos, chica, será mejor que te vayas a los vestuarios —dijo uno de ellos—. Están furiosos, muy furiosos. No tardará en bajar algún loco.
Se la llevaron, voluntariamente o a la fuerza, daba igual.
Había una ganadora, pero la organización estaba tan concentrada en parar el tumulto que no parecía haber intenciones de dar ningún premio o anunciarlo como era debido.
Allá en el palco, los tres líderes de las aldeas, solos, discutían sobre lo que acababa de pasar.
—Esto no está bien hecho —dijo Yui, de brazos cruzados y el ceño fruncido—. Podría haberse rendido en la otra ronda, ¿no? Así al menos podría haber dejado que el otro chico se enfrentara a Ayame. Estaba deseando ver su progreso.
—La próxima vez, debo hablarles del respeto al contrario. Esto me parece irrespetuoso, hacia los señores que han venido a ver el evento y hacia la reputación de la villa. Lo siento, de verdad.
—Tsk. Al menos lo admites.
—Tardo menos que tú en admitir las cosas, eso seguro.
El golpe había sido bajo y le hizo soltar un improperio a la Arashikage. Yubiwa parecía estar distraído con algo, porque tenía la mirada clavada en algún punto de su túnica.
—Señoritas, no es por alarmarles, pero...
Shiona y Yui dirigieron sus miradas hacia Yubiwa. De su bolsillo rugía un fulgor rojizo, y aunque ninguna de las dos se había dado cuenta hasta ahora, en el palco comenzaba a hacer un poco de calor. Yubiwa maldijo bien alto, estiró de un cordel metálico y sacó el colgante con el símbolo del "nueve" que había contenido otrora al Kyuubi, y que las otras dos ya habían visto en una ocasión. Lo arrojó al suelo, y profirió un grito al hacerlo, no del esfuerzo sino del dolor que sentía.
Se miró la mano y vio la marca de la cadena dibujada en la palma, el hierro candente presionado allá.
—Shiona, tú eres la experta. Dime, por favor, que no creo que está pasando lo que sospecho que está pasando.
—No me gustan las mentiras.
Turnos:
- Invitado sorpresa
- Ayame
- Sama-sama
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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