3/05/2016, 11:09
(Última modificación: 3/05/2016, 16:33 por Umikiba Kaido.)
Yota increpó al hombre sobre su decisión. Él le devolvió una mirada honesta y respondió tan pronto como unió las palabras que creyó correctas para el momento.
—Entiendo su preocupación, joven del remolino. No obstante, creo que si vosotros que sois jóvenes han podido vencer a quien creíamos invencible, los soldados feudales tampoco tendrán problema en retenerlo. Confiaremos en ellos esta vez.
Un par de tipos se acercaron y tomaron a Shinzo por los brazos para levantar su trasero del suelo. El dientes de sable se sacudió los hombros a regañadientes y otorgó a sus captores una última mirada de odio, aquella con la que había visto tantas veces a todos los verdaderos ninja.
Kaido simplemente sonrió y le soltó un beso; despidiéndose.
—Adiós, muñeca.
En silencio, la víctima se retiró. Al igual que otros tantos ciudadanos.
—Mi gratitud siempre será vuestra. Y si algún día necesitáis de nuestra humilde ayuda, sed libres de acercaros a Yachi cuando quieran.
—Bueno, ésto fue divertido; he de admitirlo. Pero ya me es hora de volver a casa, Yarou-dono debe estar ansioso por sus calabazas —dio vuelta y volteó el cuello para arrojar una última interrogante—. ¿Vosotros qué vais a hacer?.. ¿iréis a casa o pensáis hacer el tonto en Yachi un rato más?
Preguntó, por pura cordialidad.
—Entiendo su preocupación, joven del remolino. No obstante, creo que si vosotros que sois jóvenes han podido vencer a quien creíamos invencible, los soldados feudales tampoco tendrán problema en retenerlo. Confiaremos en ellos esta vez.
Un par de tipos se acercaron y tomaron a Shinzo por los brazos para levantar su trasero del suelo. El dientes de sable se sacudió los hombros a regañadientes y otorgó a sus captores una última mirada de odio, aquella con la que había visto tantas veces a todos los verdaderos ninja.
Kaido simplemente sonrió y le soltó un beso; despidiéndose.
—Adiós, muñeca.
En silencio, la víctima se retiró. Al igual que otros tantos ciudadanos.
—Mi gratitud siempre será vuestra. Y si algún día necesitáis de nuestra humilde ayuda, sed libres de acercaros a Yachi cuando quieran.
—Bueno, ésto fue divertido; he de admitirlo. Pero ya me es hora de volver a casa, Yarou-dono debe estar ansioso por sus calabazas —dio vuelta y volteó el cuello para arrojar una última interrogante—. ¿Vosotros qué vais a hacer?.. ¿iréis a casa o pensáis hacer el tonto en Yachi un rato más?
Preguntó, por pura cordialidad.