3/05/2016, 23:05
(Última modificación: 3/05/2016, 23:06 por Aotsuki Ayame.)
—Podríamos contar lo que ha pasado a Yui, pero a lo mejor eso sería iniciar un conflicto que no me interesa —suspiró Daruu—. He conocido otra gente de Uzushio que no es así
—¡No! Yo también, sé muy bien que no es un problema de Uzushiogakure en sí. No es buena idea que vayamos a Yui —Sacudió la cabeza.
—Deberíamos irnos de aquí. Se lo contamos a nuestras familias y a nadie más. Ellos sabrán qué hacer. Vamos. Lo mejor será que olvidemos a esos hijos de puta lo antes que podamos. Vámonos a la ciudad y hagamos como que no ha pasado nada aquí. Somos ninjas... ¿no?
Ayame asintió, pesarosa, y se apresuró a seguir sus pasos. Se había relajado un tanto al comprobar que la táctica del desvío de atención sobre el tema del beso había funcionado. Sin embargo, bien era posible que también Daruu estuviera deseando hacerlo y ella sólo le hubiese dado la excusa perfecta para ello...
Y una punzada de dolor atravesó su pecho al pensar en aquella posibilidad, sin saber muy bien por qué.
Sus pasos les llevaban de vuelta al centro de la ciudad de los dojos; sin embargo, al cabo de varios segundos, Ayame decidió volver a romper el hielo.
—Has oído lo de Yui-sama, ¿verdad? —le dijo, sin darse cuenta de que había bajado la voz sin razón aparente.
Pero claro que sabía que Daruu había oído lo de Yui. Había oído lo de Yui y todo lo demás. Aquella había sido una pregunta retórica, una pregunta para tirarle de la lengua.
«Lo sabe todo y aún así me ha besado...» No pudo evitar pensar, mientras anillaba sus cabellos en torno a su dedo índice con gesto distraído.
—¡No! Yo también, sé muy bien que no es un problema de Uzushiogakure en sí. No es buena idea que vayamos a Yui —Sacudió la cabeza.
—Deberíamos irnos de aquí. Se lo contamos a nuestras familias y a nadie más. Ellos sabrán qué hacer. Vamos. Lo mejor será que olvidemos a esos hijos de puta lo antes que podamos. Vámonos a la ciudad y hagamos como que no ha pasado nada aquí. Somos ninjas... ¿no?
Ayame asintió, pesarosa, y se apresuró a seguir sus pasos. Se había relajado un tanto al comprobar que la táctica del desvío de atención sobre el tema del beso había funcionado. Sin embargo, bien era posible que también Daruu estuviera deseando hacerlo y ella sólo le hubiese dado la excusa perfecta para ello...
Y una punzada de dolor atravesó su pecho al pensar en aquella posibilidad, sin saber muy bien por qué.
Sus pasos les llevaban de vuelta al centro de la ciudad de los dojos; sin embargo, al cabo de varios segundos, Ayame decidió volver a romper el hielo.
—Has oído lo de Yui-sama, ¿verdad? —le dijo, sin darse cuenta de que había bajado la voz sin razón aparente.
Pero claro que sabía que Daruu había oído lo de Yui. Había oído lo de Yui y todo lo demás. Aquella había sido una pregunta retórica, una pregunta para tirarle de la lengua.
«Lo sabe todo y aún así me ha besado...» No pudo evitar pensar, mientras anillaba sus cabellos en torno a su dedo índice con gesto distraído.