13/05/2016, 12:54
—No... ¡no es una cita! —se apresuró a explicar Daruu, y Ayame sintió una punzada en el pecho sin saber muy bien por qué.
Hundió los hombros, mientras su compañero de aldea seguía balbuceando frases sin sentido.
—Bueno, creo que sí te invitaría a una... ¡pero eso no tiene nada que ver! Ahora vamos... a... a cenar. A cenar normal. Sí —Asintió con la cabeza, y se cruzó de brazos—. Una cena normal y corriente, cualquier cosa, en cualquier sitio...
Daruu dio media vuelta y echó a caminar de nuevo hacia el centro de la ciudad. Algo por detrás de él, Ayame había aprovechado que el contacto visual se había roto y se mordió el labio para no echarse a llorar allí mismo.
Estaba claro como el agua, y debería haberlo visto venir. La invitaba a cenar a una cena de dos compañeros de armas, a dos compañeros de aldea, a dos amigos. Porque eso era lo que eran. Dos amigos. Simple y llanamente.
«¿Pero por qué la había besado?»
Aquel gesto debía haber sido el simple impulso de la adrenalina. Un simple empujón llevado por la desesperación de verse ambos amenazados por la cerniente sombra de la muerte sobre sus cabezas. Sí, sin duda debía de haber sido eso. Y había sido una estúpida al haber considerado cualquier otra opción.
—Entonces... ¿Adónde vamos...? —preguntó, con un hilo de voz, tratando de apartar el espinoso tema que se había entrelazado en torno a su malherido corazón—. ¿A... los Ramones? Tienen fama de ser muy buenos...
Hundió los hombros, mientras su compañero de aldea seguía balbuceando frases sin sentido.
—Bueno, creo que sí te invitaría a una... ¡pero eso no tiene nada que ver! Ahora vamos... a... a cenar. A cenar normal. Sí —Asintió con la cabeza, y se cruzó de brazos—. Una cena normal y corriente, cualquier cosa, en cualquier sitio...
Daruu dio media vuelta y echó a caminar de nuevo hacia el centro de la ciudad. Algo por detrás de él, Ayame había aprovechado que el contacto visual se había roto y se mordió el labio para no echarse a llorar allí mismo.
Estaba claro como el agua, y debería haberlo visto venir. La invitaba a cenar a una cena de dos compañeros de armas, a dos compañeros de aldea, a dos amigos. Porque eso era lo que eran. Dos amigos. Simple y llanamente.
«¿Pero por qué la había besado?»
Aquel gesto debía haber sido el simple impulso de la adrenalina. Un simple empujón llevado por la desesperación de verse ambos amenazados por la cerniente sombra de la muerte sobre sus cabezas. Sí, sin duda debía de haber sido eso. Y había sido una estúpida al haber considerado cualquier otra opción.
—Entonces... ¿Adónde vamos...? —preguntó, con un hilo de voz, tratando de apartar el espinoso tema que se había entrelazado en torno a su malherido corazón—. ¿A... los Ramones? Tienen fama de ser muy buenos...