19/05/2016, 14:49
—¿Qué? ¡Puaj! ¿Eso es cierto? Creo que mi padre nunca le ha chupado la cabeza a las gambas... o eso quiero creer —comentó, con un escalofrío.
Daruu rió, pero se había dado cuenta de que Ayame ya no estaba tan cerca de él como antes. Y como el transparente de un vidrio, la muchacha no podía ocultar que se sentía incómoda. Daruu paró y se dio la vuelta para mirarla. Torció la cabeza y alzó una ceja.
—¿Queda muy lejos ese lugar? —preguntó ella.
—Oye, Ayame, ¿estás... estás bien? Tienes mala... cara. ¿Pasa al...? —comenzó a contestar él.
Sucedió tan rápido como un relámpago dándole un beso mortífero a la tierra.
Daruu percibió el movimiento raudo y el brillo de algo que se le antojaba afilado por la derecha, e instintivamente saltó hacia atrás. Donde había estado él aterrizó como un misil un extraño, que levantó polvo y resquebrajó la tierra, y la hizo estallar con gran estruendo, arrojándolo a él y a Ayame en dirección contraria.
—¡¿Pero qué dem...?!
No tenía tiempo para hablar. La figura se movió hacia él simplemente caminando, pero a zancadas, y tenía piernas largas, tan gruesas como sus musculados brazos. Vestía simples harapos, y de su cabeza sólo vio su cabello gris, detrás de aquella máscara de lobo.
—¿¡Creíais que no os pasaría nada por matar a tres ninjas de Uzushio!? —vociferó.
A Daruu todo aquello le parecía surrealista. Pero el pánico, y sobretodo, el hecho de que aquél hombre empuñaba dos puños metálicos con forma de lobo —poco alivio comprobar que no eran afilados después del golpetazo que habían causado en tierra—, no le dejaron pensar. El hombre volvió a embestirle con el puño por delante, y Daruu tuvo que apartarse hacia un lado con una voltereta para que no le arrancasen la cabeza.
Giró sobre sí mismo e intentó usar su pierna para hacer caer por su propio peso al enmascarado, pero sólo consiguió hacerse daño en la espinilla, y cayó hacia atrás gimoteando.
Daruu rió, pero se había dado cuenta de que Ayame ya no estaba tan cerca de él como antes. Y como el transparente de un vidrio, la muchacha no podía ocultar que se sentía incómoda. Daruu paró y se dio la vuelta para mirarla. Torció la cabeza y alzó una ceja.
—¿Queda muy lejos ese lugar? —preguntó ella.
—Oye, Ayame, ¿estás... estás bien? Tienes mala... cara. ¿Pasa al...? —comenzó a contestar él.
Sucedió tan rápido como un relámpago dándole un beso mortífero a la tierra.
Daruu percibió el movimiento raudo y el brillo de algo que se le antojaba afilado por la derecha, e instintivamente saltó hacia atrás. Donde había estado él aterrizó como un misil un extraño, que levantó polvo y resquebrajó la tierra, y la hizo estallar con gran estruendo, arrojándolo a él y a Ayame en dirección contraria.
—¡¿Pero qué dem...?!
No tenía tiempo para hablar. La figura se movió hacia él simplemente caminando, pero a zancadas, y tenía piernas largas, tan gruesas como sus musculados brazos. Vestía simples harapos, y de su cabeza sólo vio su cabello gris, detrás de aquella máscara de lobo.
—¿¡Creíais que no os pasaría nada por matar a tres ninjas de Uzushio!? —vociferó.
A Daruu todo aquello le parecía surrealista. Pero el pánico, y sobretodo, el hecho de que aquél hombre empuñaba dos puños metálicos con forma de lobo —poco alivio comprobar que no eran afilados después del golpetazo que habían causado en tierra—, no le dejaron pensar. El hombre volvió a embestirle con el puño por delante, y Daruu tuvo que apartarse hacia un lado con una voltereta para que no le arrancasen la cabeza.
Giró sobre sí mismo e intentó usar su pierna para hacer caer por su propio peso al enmascarado, pero sólo consiguió hacerse daño en la espinilla, y cayó hacia atrás gimoteando.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)