17/05/2015, 22:13
(Última modificación: 17/05/2015, 22:22 por Sasaki Reiji.)
—Venga hijo, que tu madre y yo solo queremos que hagas amigos, e igual te hechas novia y todo, eeeeeeeeeeh
Mis padres, por su propia voluntad, habían decidido apuntarme a una especie de grupo de gennins recién graduados que formaban grupos de tres y entrenaban junto a jonin de la villa. Aquello podía ser una tortura, podía tocarme la típica loca enfermiza que me perseguiría por la academia añadiendo un -kun detrás de mi nombre y pidiéndome que le muerda el cuello. Ni de broma.
—¡Papa! Ya vale, yo ya tengo muchos amigos
—Hijo...tengo algo que contarte, es hora de que tu padre te de una charla y te explique una cosa... debí decirte esto hace años, pero tienes que saber, que los arboles no cuentan como amigos
—JA-JA-JA, que gracioso, yo tengo amigos de verdad, esta ... y... mmm y también ... —Nop, no había nadie en la lista —En fin, que tengo amigos y no son arboles
—Pues eso, que tienes que ir, que ya te hemos apuntado, empiezas mañana a primera hora
Me fui a la cama con toda la intención del mundo de no levantarme y no ir. No tenía ganas ninguna de aparecer por aquel lugar y acabar en un grupo de personas en el que evidentemente no iba a encajar. Había muy poca gente con la cual podría llevarme bien. Bueno, corrijo, yo me llevo bien con todos, pero no todos me aceptan tal y como soy, y por eso no me importa, y prefiero, ir por mi cuenta.
Perooooo claro, mi padre no había tenido suficiente. Si había algo que detestara más que levantarme temprano para ir a algún sitio en concreto o hacer algo, era madrugar. Estaba durmiendo plácidamente abrazado a mi almohada cuando escuche la voz de papa llamarme. Evidentemente la ignore. Pero él era un hombre de pocas palabras, y generalmente eran chistes malos, así que no me llamo una segunda vez, simplemente me agarro por el cuello del pijama, y me levanto junto a mi almohada, como si yo no pesara absolutamente nada, y luego me dejo de pie junto al armario, evidentemente para que me arreglara.
Me vestí. No por que quisiera ir, sino porque me amenazo con arrastrarme hasta allí en pijama. Y yo sabía muy bien que sus palabras no eran de broma. Pero aun así no puse nada de mi parte para salir de casa y llegar a la academia. Tampoco tuve que hacerlo, mi padre me agarro del cuello de la gabardina y me arrastro todo el camino hasta la academia. Literalmente.
Llegados al aula en cuestión, me lanzo dentro, también literalmente. Se asomó por la puerta. Era un hombre de pelo negro y largo, como el mío, pero un poco más corto. También tenía barba, muy larga, y con dos trencitas. Estaba extremadamente musculado y tenía unas cuantas cicatrices en los brazos.
—Pásalo bien —Me guiño un ojo, y se fue.
Ni siquiera me levante del suelo. Mire a mis compañeros y les dije
—Mirad el lado positivo, tocáis a mas a pizza
Mis padres, por su propia voluntad, habían decidido apuntarme a una especie de grupo de gennins recién graduados que formaban grupos de tres y entrenaban junto a jonin de la villa. Aquello podía ser una tortura, podía tocarme la típica loca enfermiza que me perseguiría por la academia añadiendo un -kun detrás de mi nombre y pidiéndome que le muerda el cuello. Ni de broma.
—¡Papa! Ya vale, yo ya tengo muchos amigos
—Hijo...tengo algo que contarte, es hora de que tu padre te de una charla y te explique una cosa... debí decirte esto hace años, pero tienes que saber, que los arboles no cuentan como amigos
—JA-JA-JA, que gracioso, yo tengo amigos de verdad, esta ... y... mmm y también ... —Nop, no había nadie en la lista —En fin, que tengo amigos y no son arboles
—Pues eso, que tienes que ir, que ya te hemos apuntado, empiezas mañana a primera hora
Me fui a la cama con toda la intención del mundo de no levantarme y no ir. No tenía ganas ninguna de aparecer por aquel lugar y acabar en un grupo de personas en el que evidentemente no iba a encajar. Había muy poca gente con la cual podría llevarme bien. Bueno, corrijo, yo me llevo bien con todos, pero no todos me aceptan tal y como soy, y por eso no me importa, y prefiero, ir por mi cuenta.
Perooooo claro, mi padre no había tenido suficiente. Si había algo que detestara más que levantarme temprano para ir a algún sitio en concreto o hacer algo, era madrugar. Estaba durmiendo plácidamente abrazado a mi almohada cuando escuche la voz de papa llamarme. Evidentemente la ignore. Pero él era un hombre de pocas palabras, y generalmente eran chistes malos, así que no me llamo una segunda vez, simplemente me agarro por el cuello del pijama, y me levanto junto a mi almohada, como si yo no pesara absolutamente nada, y luego me dejo de pie junto al armario, evidentemente para que me arreglara.
Me vestí. No por que quisiera ir, sino porque me amenazo con arrastrarme hasta allí en pijama. Y yo sabía muy bien que sus palabras no eran de broma. Pero aun así no puse nada de mi parte para salir de casa y llegar a la academia. Tampoco tuve que hacerlo, mi padre me agarro del cuello de la gabardina y me arrastro todo el camino hasta la academia. Literalmente.
Llegados al aula en cuestión, me lanzo dentro, también literalmente. Se asomó por la puerta. Era un hombre de pelo negro y largo, como el mío, pero un poco más corto. También tenía barba, muy larga, y con dos trencitas. Estaba extremadamente musculado y tenía unas cuantas cicatrices en los brazos.
—Pásalo bien —Me guiño un ojo, y se fue.
Ni siquiera me levante del suelo. Mire a mis compañeros y les dije
—Mirad el lado positivo, tocáis a mas a pizza