4/06/2016, 23:18
(Última modificación: 4/06/2016, 23:18 por Aotsuki Ayame.)
Tal y como ocurrió en aquella ocasión, la sonrisa del tiburón se desvaneció ante la mera mención de la última vez, y probablemente la única, que se despidieron. Incluso su rostro perdió algo de aquel tinte azulado tan peculiar. Encorvó los hombros ligeramente y se inclinó sobre la mesa para acercar su rostro al de Ayame y sus ojos quedaron perfectamente alineados.
—Pues, verás... esos hombres son parte de una organización que vive tras las sombras reuniendo armas humanas para librar una guerra futura como nadie nunca haya visto —en aquella ocasión fue el turno de Ayame para palidecer. Sus manos temblaron inevitablemente y de manera inmediata se vio empapándose de las palabras de su compañero de aldea. ¿Era posible que...?—. Nos controlan, entrenan e invocan para usarnos en cualquier momento. Yo, como podrás imaginar, soy una de esas armas...
Ayame apretó las mandíbulas de manera instintiva. Por su mente pasaban a toda velocidad los recuerdos de una noche nada lejana y las siluetas de una multitud de personas que cubrían su rostro con máscaras de animales acuáticos. Entre ellos, el caballito de mar que había actuado como doble agente era el que más destacaba de todos.
—Esto es un secreto capital que no puedes revelar a nadie, ¿entiendes?... si alguien se llega a enterar que te lo he contado. Bueno, creo que puedes imaginar qué va a pasar.
Kaido deslizó su dedo índice de manera horizontal por su cuello y, en un intento de suavizar el ambiente, abrió de par en par los ojos y compuso un gesto aterrorizado. En otras ocasiones, Ayame habría llegado a reírse. Pero en aquellos instantes era incapaz de controlar el temblor de su cuerpo.
—Kaido... ¡no deberías dejar que te hicieran eso! ¡Ve a la Arashikage, ella lo comprenderá y pondrá medidas al respecto! —replicó, tratando de controlar el volumen de su voz. En consecuencia, su susurro sonó varias veces más agudo de lo que sería normal—. ¿Quienes son? ¡No de puede permitir la existencia de una organización ilegal en la aldea!
—Pues, verás... esos hombres son parte de una organización que vive tras las sombras reuniendo armas humanas para librar una guerra futura como nadie nunca haya visto —en aquella ocasión fue el turno de Ayame para palidecer. Sus manos temblaron inevitablemente y de manera inmediata se vio empapándose de las palabras de su compañero de aldea. ¿Era posible que...?—. Nos controlan, entrenan e invocan para usarnos en cualquier momento. Yo, como podrás imaginar, soy una de esas armas...
Ayame apretó las mandíbulas de manera instintiva. Por su mente pasaban a toda velocidad los recuerdos de una noche nada lejana y las siluetas de una multitud de personas que cubrían su rostro con máscaras de animales acuáticos. Entre ellos, el caballito de mar que había actuado como doble agente era el que más destacaba de todos.
—Esto es un secreto capital que no puedes revelar a nadie, ¿entiendes?... si alguien se llega a enterar que te lo he contado. Bueno, creo que puedes imaginar qué va a pasar.
Kaido deslizó su dedo índice de manera horizontal por su cuello y, en un intento de suavizar el ambiente, abrió de par en par los ojos y compuso un gesto aterrorizado. En otras ocasiones, Ayame habría llegado a reírse. Pero en aquellos instantes era incapaz de controlar el temblor de su cuerpo.
—Kaido... ¡no deberías dejar que te hicieran eso! ¡Ve a la Arashikage, ella lo comprenderá y pondrá medidas al respecto! —replicó, tratando de controlar el volumen de su voz. En consecuencia, su susurro sonó varias veces más agudo de lo que sería normal—. ¿Quienes son? ¡No de puede permitir la existencia de una organización ilegal en la aldea!