6/06/2016, 22:17
El escualo contempló la reacción de su acompañante con cierta gracia. Escuchó como intentó controlar el volumen de su voz al replicar la confesión que el tiburón le había hecho segundos atrás. Y siendo fiel a su naturaleza, no sólo le instó a acudir a la máxima autoridad de la Aldea de la lluvia, sino que se atrevió además a preguntar que quiénes eran ellos; añadiendo también que no era bueno que una "organización" así estuviese inmersa en la seguridad de Amegakure.
En un principio se trató de una broma. Pero ahora que veía la reacción de Ayame, entendió que quizás había cometido un graso error. Es decir, si algo le habían dejado claro era que soltar la lengua traería graves consecuencias.
«¿Y si se enteran?» —indagó de forma introspectiva. Tragó saliva y dejó todo seguir, no quedaba de otra. Soltó una risilla nerviosa e intentó acomodar el cuento.
—Es broma, Ayame. No creas todo lo que te dicen —comentó, aunque con cierta verdad en sus palabras. Así había sucedido en su primer encuentro en el lago, cuando Kaido le reveló su capacidad de vivir bajo el agua—. Y en todo caso, no creo que la Arashikage sea la persona más pertinente para resolver un asunto así, de existir; claro. Después de todo... no es la persona más comprensiva y pacífica del mundo, ¿cierto?
Había una cuestión con lo dicho. Kaido no entendía la vida de una forma diferente a la que tenía. Fue criado para servir a su clan y nada más, de eso no había duda. Hasta les apreciaba, y no echaba de menos el no haber crecido con los vestigios de una familia. Le gustaba ser quien era, aunque en algunas ocasiones se replanteaba su posición por las limitaciones que el Consejo le imponía a través de su cuidador: Yarou.
Y sin embargo; si alguna vez hubiese querido realmente conocer su propia verdad, como ¿Quién es? ¿De donde viene? ¿dónde están sus padres? ¿será libre alguna vez?...
No lo haría delatando a los suyos. Y mucho menos con la Arashikage, quien no parecía tener piedad con nadie. Que se lo preguntaran a Kusagakure.
—¿Has escuchado lo que Yui ha hecho, no? —y esto lo dijo con mucha precaución. En voz baja, y cerca de su compañera. Lejos de los oídos del fan de Ayame que, detrás de la barra de atención, parecía debatirse si pedir un autógrafo o no interrumpir a su ídolo.
En un principio se trató de una broma. Pero ahora que veía la reacción de Ayame, entendió que quizás había cometido un graso error. Es decir, si algo le habían dejado claro era que soltar la lengua traería graves consecuencias.
«¿Y si se enteran?» —indagó de forma introspectiva. Tragó saliva y dejó todo seguir, no quedaba de otra. Soltó una risilla nerviosa e intentó acomodar el cuento.
—Es broma, Ayame. No creas todo lo que te dicen —comentó, aunque con cierta verdad en sus palabras. Así había sucedido en su primer encuentro en el lago, cuando Kaido le reveló su capacidad de vivir bajo el agua—. Y en todo caso, no creo que la Arashikage sea la persona más pertinente para resolver un asunto así, de existir; claro. Después de todo... no es la persona más comprensiva y pacífica del mundo, ¿cierto?
Había una cuestión con lo dicho. Kaido no entendía la vida de una forma diferente a la que tenía. Fue criado para servir a su clan y nada más, de eso no había duda. Hasta les apreciaba, y no echaba de menos el no haber crecido con los vestigios de una familia. Le gustaba ser quien era, aunque en algunas ocasiones se replanteaba su posición por las limitaciones que el Consejo le imponía a través de su cuidador: Yarou.
Y sin embargo; si alguna vez hubiese querido realmente conocer su propia verdad, como ¿Quién es? ¿De donde viene? ¿dónde están sus padres? ¿será libre alguna vez?...
No lo haría delatando a los suyos. Y mucho menos con la Arashikage, quien no parecía tener piedad con nadie. Que se lo preguntaran a Kusagakure.
—¿Has escuchado lo que Yui ha hecho, no? —y esto lo dijo con mucha precaución. En voz baja, y cerca de su compañera. Lejos de los oídos del fan de Ayame que, detrás de la barra de atención, parecía debatirse si pedir un autógrafo o no interrumpir a su ídolo.