8/06/2016, 00:02
—Es broma, Ayame. No creas todo lo que te dicen —respondió Kaido, con una risilla, y Ayame sintió que se le acaloraba el rostro por la vergüenza. Sin embargo, si todo aquello no había sido más que una inocente chiquillada, ¿quiénes eran aquellos hombres que tanto temor podían inspirar en alguien como el chico-tiburón?—. Y en todo caso, no creo que la Arashikage sea la persona más pertinente para resolver un asunto así, de existir; claro. Después de todo... no es la persona más comprensiva y pacífica del mundo, ¿cierto?
Ayame tragó saliva con cierta dificultad. Se llevó lo que le quedaba de su segunda y última empanadilla a la boca con gesto pensativo y, después de masticar y tragar, suspiró profundamente.
—Pero es ella quien se encarga de mantener la seguridad y el orden en la aldea —replicó, encogiéndose de hombros—. Por lo que si hubiera una banda criminal que pudiera amenazar el bienestar de Amegakure, ella debería ser la primera que se enterara para tomar las riendas del as...unto...
Las últimas sílabas se le escaparon en un hilo de voz cuando recordó la traición de Kusagakure y las acciones que había tomado la Arashikage para asegurar que los ciudadanos de su aldea no corrieran peligro... A costa de la vida de miles y miles de inocentes. Ayame volvió a tragar saliva, con los ojos clavados en algún punto de la mesa y las manos temblorosas sobre las rodillas.
Si de verdad existiera una banda ilegal como de la que hablaba Kaido, similar al grupo de Hōzuki que habían intentado secuestrarla para utilizarla para sus fines, ¿qué haría Yui cuando se enterara? ¿De verdad valdría cualquier acción con tal de asegurar la estabilidad de Amegakure? ¿Sería capaz de...?
—¿Has escuchado lo que Yui ha hecho, no? —la voz de Kaido la sobresaltó. El chico-tiburón se había inclinado aún más sobre ella y había bajado el tono de voz hasta que apenas era un susurro. Se reflejaba la cautela en sus ojos del color océano y Ayame se estremeció involuntariamente.
—¿Te refieres a lo de su sustituta? —preguntó, apartando la mirada y rezando porque de verdad sólo se estuviera refiriendo a aquello. Esbozó una sonrisa nerviosa—. Sí, claro que me he enterado, se lo reveló a toda la aldea después de todo ese incidente que hubo con los samurai.
Ayame tragó saliva con cierta dificultad. Se llevó lo que le quedaba de su segunda y última empanadilla a la boca con gesto pensativo y, después de masticar y tragar, suspiró profundamente.
—Pero es ella quien se encarga de mantener la seguridad y el orden en la aldea —replicó, encogiéndose de hombros—. Por lo que si hubiera una banda criminal que pudiera amenazar el bienestar de Amegakure, ella debería ser la primera que se enterara para tomar las riendas del as...unto...
Las últimas sílabas se le escaparon en un hilo de voz cuando recordó la traición de Kusagakure y las acciones que había tomado la Arashikage para asegurar que los ciudadanos de su aldea no corrieran peligro... A costa de la vida de miles y miles de inocentes. Ayame volvió a tragar saliva, con los ojos clavados en algún punto de la mesa y las manos temblorosas sobre las rodillas.
Si de verdad existiera una banda ilegal como de la que hablaba Kaido, similar al grupo de Hōzuki que habían intentado secuestrarla para utilizarla para sus fines, ¿qué haría Yui cuando se enterara? ¿De verdad valdría cualquier acción con tal de asegurar la estabilidad de Amegakure? ¿Sería capaz de...?
—¿Has escuchado lo que Yui ha hecho, no? —la voz de Kaido la sobresaltó. El chico-tiburón se había inclinado aún más sobre ella y había bajado el tono de voz hasta que apenas era un susurro. Se reflejaba la cautela en sus ojos del color océano y Ayame se estremeció involuntariamente.
—¿Te refieres a lo de su sustituta? —preguntó, apartando la mirada y rezando porque de verdad sólo se estuviera refiriendo a aquello. Esbozó una sonrisa nerviosa—. Sí, claro que me he enterado, se lo reveló a toda la aldea después de todo ese incidente que hubo con los samurai.