10/06/2016, 00:18
(Última modificación: 10/06/2016, 00:25 por Aotsuki Ayame.)
El silencio que se produjo tras su escueta despedida se clavó sobre la espalda de Ayame como varias espadas al rojo vivo. Ayame tuvo que reunir toda la fuerza de voluntad que le quedaba para obligar a que su pierna derecha se moviera hacia el frente. Quería añadir algo más, pero no encontraba las palabras adecuadas para expresar el remolino de sentimientos que se enredaba en su pecho. Finalmente, y sin atreverse a mirarle una última vez, Ayame echó a andar con lentitud en una dirección muy determinada. Y cuando giró la primera esquina tuvo que enjugarse las lágrimas que rodaban sin remedio por sus mejillas. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que viera a Daruu de nuevo después de que se fuera con Seremaru? ¿Y qué pasaría entonces? ¿Cómo debería recibirle entonces? ¿Cómo la recibiría él? ¿Cómo sería su relación a partir de entonces? Gimió para sus adentros y aceleró el paso al compás del tamborileo de su alocado corazón.
Y al cabo de varios minutos, los vio. Acalorado, su padre había intervenido a una persona que no conocía de nada. Gesticulaba con las manos, claramente alterado, y le preguntaba al respecto de algo que Ayame no alcanzaba a escuchar pero que no le costó imaginar. Kōri no tardó en reparar en su presencia, y cuando llamó la atención de Zetsuo tocándole en el hombro y el médico se giró hacia ella, Ayame descubrió una intensa mezcla de sentimientos que mediaban entre la preocupación y la ira. Los ojos aguamarina se entrecerraron peligrosamente cuando escudriñaron los avellana de ella. Y entonces dirigió sus enérgicos pasos hacia ella.
Ayame agachó la mirada. Pero ya era tarde. Y lo sabía. Iba a tener que explicar muchas cosas.
Y al cabo de varios minutos, los vio. Acalorado, su padre había intervenido a una persona que no conocía de nada. Gesticulaba con las manos, claramente alterado, y le preguntaba al respecto de algo que Ayame no alcanzaba a escuchar pero que no le costó imaginar. Kōri no tardó en reparar en su presencia, y cuando llamó la atención de Zetsuo tocándole en el hombro y el médico se giró hacia ella, Ayame descubrió una intensa mezcla de sentimientos que mediaban entre la preocupación y la ira. Los ojos aguamarina se entrecerraron peligrosamente cuando escudriñaron los avellana de ella. Y entonces dirigió sus enérgicos pasos hacia ella.
Ayame agachó la mirada. Pero ya era tarde. Y lo sabía. Iba a tener que explicar muchas cosas.