11/06/2016, 15:54
El shuriken que interrumpió su función, acabo por clavarse unos metros algo mas alejados de ellos mientras las flores cortadas, caian con delicadeza sobre el suelo. Una delicadeza y dulzura que desde luego, no tenia en ese momento, o tal vez nunca, la mujer que los habia lanzado. Sus ojos inyectados en sangre pasaron casi por alto a Mogura y al joven Len que hacia de joven en apuros. Bajo las escaleras con fuerza en sus pasos hasta acercarse al "principe" salvador agarrandolo del cuello de la camisa.
— Osea... Que a esto tu lo llamas... ¿Ir a atender unos asuntos?... ¿NO? — Con un puño amenazante hacia la cara del actual Romeo, como si de una arma cargada y apunto de ser apretado su gatillo contra la cabeza de aquel hombre, empezó a temblar y tituvear, haciendo que el anillo que le habia mostrado a Len para ser su futura esposa, cayera rodando hasta los pies de este
— N-No... Cariño.. T-Te estas equivocando, esto es solo un mal entendido.. D-De veras... — Levantaba las manos como si de un atraco se tratase. Extrañado pero no sorprendido por lo ocurrido, Len desvió la mirada al suelo, agazapandose para recogerlo, y antes de gesticular palabra alguna, Mogura le tapo la boca, como evitando que se desatase una tormenta de caos desde los labios del albino joven.
En un gesto de distracción, guardó el anillo en uno de sus bolsillos, y se alejarón lentamente aun con la boca tapada por la mano de Mogura hasta llegar a un lugar a salvo de la jauria de golpes que se estaba produciendo en las gradas de aquel lugar, que haria que fuera el auténtico espectaculo del torreón y no los combates, durante un buen rato. Llegado a uno de los pasillos que daban acceso a las gradas, Len le mordió la mano a Mogura para que finalmente se liberara de aquella improvisada mordaza.
— Oye... Que ya es suficiente... — Dijo tras el mordisco pasandose una mano por los labios e ignorando la asegurada queja de Mogura.
— Osea... Que a esto tu lo llamas... ¿Ir a atender unos asuntos?... ¿NO? — Con un puño amenazante hacia la cara del actual Romeo, como si de una arma cargada y apunto de ser apretado su gatillo contra la cabeza de aquel hombre, empezó a temblar y tituvear, haciendo que el anillo que le habia mostrado a Len para ser su futura esposa, cayera rodando hasta los pies de este
— N-No... Cariño.. T-Te estas equivocando, esto es solo un mal entendido.. D-De veras... — Levantaba las manos como si de un atraco se tratase. Extrañado pero no sorprendido por lo ocurrido, Len desvió la mirada al suelo, agazapandose para recogerlo, y antes de gesticular palabra alguna, Mogura le tapo la boca, como evitando que se desatase una tormenta de caos desde los labios del albino joven.
En un gesto de distracción, guardó el anillo en uno de sus bolsillos, y se alejarón lentamente aun con la boca tapada por la mano de Mogura hasta llegar a un lugar a salvo de la jauria de golpes que se estaba produciendo en las gradas de aquel lugar, que haria que fuera el auténtico espectaculo del torreón y no los combates, durante un buen rato. Llegado a uno de los pasillos que daban acceso a las gradas, Len le mordió la mano a Mogura para que finalmente se liberara de aquella improvisada mordaza.
— Oye... Que ya es suficiente... — Dijo tras el mordisco pasandose una mano por los labios e ignorando la asegurada queja de Mogura.