27/06/2016, 12:44
— Claro, venga vamos, el viaje será largo. — Respondió a su pregunta con otra sonrisa que hizo a Eri ensanchar la suya propia, y así, ambos, partieron hacia las afueras de Yachi. Ya que, aunque les quedaba un buen trecho y camino hasta su hogar.
Sin embargo...
—¡Espereeeeeeeeeeeeeeeen! — Chilló una voz, y unas pisadas resonaron por las puertas de Yachi. —¡No os vayáis todavía! ¡Tengo algo para vosotros! — Alegó. Aquella persona no era ni más ni menos que una pequeña niña de cabellos rizados y alborotados, de un color miel, con unos ojos saltones, verdosos y brillantes; unas suaves pecas surcaban sus mejillas, y no llegaría al metro veinte ni de lejos... Tendría alrededor de siete años. —Por salvar nuestra querida Yachi... — Explicó, llevándose las manos a la espalda y ruborizándose.
Eri sofocó una sonrisa y se inclinó hacia la pequeña - ya que no había mucha diferencia de estatura - sonriéndole y dándole pequeños golpecitos en la cabeza.
—Nosotros solo hemos hecho nuestro deber, ¿a que sí, Yota-niisan? — Explicó de vuelta, buscando con la mirada al pelirrojo, pero antes de que pudiese decir algo más, la niña volvió a hablar, con el ceño fruncido y las mejillas hinchadas.
—¡Eso no es verdad! — Espetó, enfadada. —¡Nos habéis salvado! Por eso quiero daros esto... — Y la joven sacó de sus diminutos bolsillos tres pequeñas bolsas, que contenían una especie de llaveros con forma de calabazas, de tres colores diferentes: rojo, verde y azul. —Quiero que tengáis esto... Los hago aquí, y, bueno... ¡Dan buena suerte! Además, hay otro para el otro chico... Si lo veis, ¿podéis dárselo por mí? — Terminó con una sonrisa, tendiendo a ambos shinobi del remolino aquellos presentes.
Sin embargo...
—¡Espereeeeeeeeeeeeeeeen! — Chilló una voz, y unas pisadas resonaron por las puertas de Yachi. —¡No os vayáis todavía! ¡Tengo algo para vosotros! — Alegó. Aquella persona no era ni más ni menos que una pequeña niña de cabellos rizados y alborotados, de un color miel, con unos ojos saltones, verdosos y brillantes; unas suaves pecas surcaban sus mejillas, y no llegaría al metro veinte ni de lejos... Tendría alrededor de siete años. —Por salvar nuestra querida Yachi... — Explicó, llevándose las manos a la espalda y ruborizándose.
Eri sofocó una sonrisa y se inclinó hacia la pequeña - ya que no había mucha diferencia de estatura - sonriéndole y dándole pequeños golpecitos en la cabeza.
—Nosotros solo hemos hecho nuestro deber, ¿a que sí, Yota-niisan? — Explicó de vuelta, buscando con la mirada al pelirrojo, pero antes de que pudiese decir algo más, la niña volvió a hablar, con el ceño fruncido y las mejillas hinchadas.
—¡Eso no es verdad! — Espetó, enfadada. —¡Nos habéis salvado! Por eso quiero daros esto... — Y la joven sacó de sus diminutos bolsillos tres pequeñas bolsas, que contenían una especie de llaveros con forma de calabazas, de tres colores diferentes: rojo, verde y azul. —Quiero que tengáis esto... Los hago aquí, y, bueno... ¡Dan buena suerte! Además, hay otro para el otro chico... Si lo veis, ¿podéis dárselo por mí? — Terminó con una sonrisa, tendiendo a ambos shinobi del remolino aquellos presentes.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)