27/06/2016, 14:07
La muchacha engrandeció su sonrisa y sin decir nada aceptó, había llegado el momento de emprender el viaje de vuelta, así que salimos del huerto el uno al lado del otro mientras atravesábamos las calles de la ahora liberada Yachi.
—¡Espereeeeeeeeeeeeeeeen! —
Una voz infantil detuvo nuestros pasos.
—¡No os vayáis todavía! ¡Tengo algo para vosotros! — espetó una niñita que correteaba hacia nosotros —Por salvar nuestra querida Yachi... —
*¿Por salvar a Yachi? Vaya, al final nos ha tocado ser los héroes*
Vi como Eri se inclinaba ligeramente hasta quedar a la altura de la jovencita de aquella aldea al mismo tiempo que golpeaba de forma cariñosa su cogotera.
—Nosotros solo hemos hecho nuestro deber, ¿a que sí, Yota-niisan? —
-Esto... Sí, supongo..
No tenía muy claro que era lo que debíamos decir.
*En realidad todo fue cosa de la cabezoneria del bacalao y después de tus instintos por no abandonarle ante una muerte segura* me dije para mis adentros.
—¡Eso no es verdad! — Espetó, enfadada. —¡Nos habéis salvado! Por eso quiero daros esto... — Y la joven sacó de sus diminutos bolsillos tres pequeñas bolsas, que contenían una especie de llaveros con forma de calabazas, de tres colores diferentes: rojo, verde y azul. —Quiero que tengáis esto... Los hago aquí, y, bueno... ¡Dan buena suerte! Además, hay otro para el otro chico... Si lo veis, ¿podéis dárselo por mí? — Terminó con una sonrisa, tendiendo a ambos shinobi del remolino aquellos presentes.
Bueno, no esperaba que tuviesen un nuevo detalle. Suficiente generosos habían sido permitiéndonos coger una calabaza y llevárnosla de forma gratuita, sin pagar un mísero ryo y ahora aquello... Pero mi curiosidad fue más fuerte que cualquier otra cosa así que cogí la primera bolsa, la abrí y vi lo que había en su interior.
*Ostras*
Una calabaza pequeñita del mismo color que mis cabellos. Levanté la cabeza y miré los ojos verdosos y de chiquilla.
-¿Lo has hecho tú? ¡Son muy chulos! Lo guardaré para siempre, así me acordaré de vosotros y de lo que pasó hoy para siempre- dije, aceptando aquel regalo tan curioso -Vamos, Eri, coge uno, no irás a decirle que no a una niña tan amable, ¿No?-
Miré de reojo a la peliazul para luego devolver la mirada a la chica de los cabellos rizados.
-Desafortunadamente, me temo que la calabaza del otro chico vas a tener que quedártela. No le conocemos y la verdad es que no sé siquiera si nos volveremos a encontrar con él, lo siento-
—¡Espereeeeeeeeeeeeeeeen! —
Una voz infantil detuvo nuestros pasos.
—¡No os vayáis todavía! ¡Tengo algo para vosotros! — espetó una niñita que correteaba hacia nosotros —Por salvar nuestra querida Yachi... —
*¿Por salvar a Yachi? Vaya, al final nos ha tocado ser los héroes*
Vi como Eri se inclinaba ligeramente hasta quedar a la altura de la jovencita de aquella aldea al mismo tiempo que golpeaba de forma cariñosa su cogotera.
—Nosotros solo hemos hecho nuestro deber, ¿a que sí, Yota-niisan? —
-Esto... Sí, supongo..
No tenía muy claro que era lo que debíamos decir.
*En realidad todo fue cosa de la cabezoneria del bacalao y después de tus instintos por no abandonarle ante una muerte segura* me dije para mis adentros.
—¡Eso no es verdad! — Espetó, enfadada. —¡Nos habéis salvado! Por eso quiero daros esto... — Y la joven sacó de sus diminutos bolsillos tres pequeñas bolsas, que contenían una especie de llaveros con forma de calabazas, de tres colores diferentes: rojo, verde y azul. —Quiero que tengáis esto... Los hago aquí, y, bueno... ¡Dan buena suerte! Además, hay otro para el otro chico... Si lo veis, ¿podéis dárselo por mí? — Terminó con una sonrisa, tendiendo a ambos shinobi del remolino aquellos presentes.
Bueno, no esperaba que tuviesen un nuevo detalle. Suficiente generosos habían sido permitiéndonos coger una calabaza y llevárnosla de forma gratuita, sin pagar un mísero ryo y ahora aquello... Pero mi curiosidad fue más fuerte que cualquier otra cosa así que cogí la primera bolsa, la abrí y vi lo que había en su interior.
*Ostras*
Una calabaza pequeñita del mismo color que mis cabellos. Levanté la cabeza y miré los ojos verdosos y de chiquilla.
-¿Lo has hecho tú? ¡Son muy chulos! Lo guardaré para siempre, así me acordaré de vosotros y de lo que pasó hoy para siempre- dije, aceptando aquel regalo tan curioso -Vamos, Eri, coge uno, no irás a decirle que no a una niña tan amable, ¿No?-
Miré de reojo a la peliazul para luego devolver la mirada a la chica de los cabellos rizados.
-Desafortunadamente, me temo que la calabaza del otro chico vas a tener que quedártela. No le conocemos y la verdad es que no sé siquiera si nos volveremos a encontrar con él, lo siento-
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa