30/06/2016, 13:28
(Última modificación: 30/06/2016, 13:30 por Himura Ren.)
Embelesado en sus propios pensamientos, no dejaba de repetirse una y otra vez, medio acostado sobre una mesa, el que hacer en un futuro, replanteandose su manera de actuar ademas de los problemas que no dejaba de dar constantemente a la gente. Una lagrima recorrio su mejilla mientras se disponia a comenzar a llorar como si fuera una pataleta, pero se vio interrumpido frente a un fuerte golpe proveniente de donde estaba Katomi.
— Hasta aquí hemos llegado! Me marcho! — Gritó innundando toda la sala con su vocerio para despues marcharse enojada.
Como queriendo interrumpirla, extendió brevemente una mano, para despues llevarsela al pecho. Aunque moviera los labios, las palabras no salian de sus palidos labios. Finalmente, la Sarutobi salio del local con un mosqueo de dos pares de narices; por su parte, Len se quedo cabizbajo en la misma mesa, comenzó a mover un vaso de un lado a otro, como intentando obviar la situación y pensar en otra cosa, pero era lo unico en lo que su cabeza pensaba.
— Muy bien hecho campeón... Otra amistad fugaz que deja de existir... — Dejo caer la mitad de su torso encima de la mesa, tapandose la cara con los brazos cruzados. Tal vez asi nade escucharia sus gimoteos, cesarian de salir las lagrimas, o con mucha suerte, el suelo se lo tragaria hasta el mismísimo Averno y su existencia, dejaria de ser una molestia.
— Hasta aquí hemos llegado! Me marcho! — Gritó innundando toda la sala con su vocerio para despues marcharse enojada.
Como queriendo interrumpirla, extendió brevemente una mano, para despues llevarsela al pecho. Aunque moviera los labios, las palabras no salian de sus palidos labios. Finalmente, la Sarutobi salio del local con un mosqueo de dos pares de narices; por su parte, Len se quedo cabizbajo en la misma mesa, comenzó a mover un vaso de un lado a otro, como intentando obviar la situación y pensar en otra cosa, pero era lo unico en lo que su cabeza pensaba.
— Muy bien hecho campeón... Otra amistad fugaz que deja de existir... — Dejo caer la mitad de su torso encima de la mesa, tapandose la cara con los brazos cruzados. Tal vez asi nade escucharia sus gimoteos, cesarian de salir las lagrimas, o con mucha suerte, el suelo se lo tragaria hasta el mismísimo Averno y su existencia, dejaria de ser una molestia.