20/05/2015, 03:17
(Última modificación: 20/05/2015, 03:22 por Hanamura Kazuma.)
—Buenos días Kōtetsu-sama ¿Ha dormido bien?
—Buenos días Mizuki. Si ha sido una buena noche de sueño, pero ¿qué haces aquí tan temprano? —pregunto el aun medio dormido joven mientras se desperezaba—. Por lo general me esperas en el comedor.
—He venido a despertarle para que no olvide que hoy en la mañana tiene algo importante que hacer —dijo la joven criada mientras se movía por la habitación recogiendo trapos y abriendo ventanas—. Aunque me ha costado un poco, al parecer estaba teniendo un sueño muy profundo.
—Cierto, estaba soñando que estaba en un bosque, y que mientras transcurría la noche le contaba sobre mi vida a un grupo de extraños… De alguna manera fue un sueño muy extraño.
—Un sueño sin duda interesante, pero ahora que está despierto debe darse prisa y marcharse, después de todo llegar tarde es una mala primera impresión —señalo aquello con cierto tono disciplinario—. Sobre la mesa están sus cosas, alístese y baje a desayunar a la brevedad.
Luego de ducharse y desayunar, el joven peliblanco tomo su bandana y su espada, para marcharse a la academia de las olas.
El compromiso que tenía ese día era bastante importante. Hacía poco tiempo que se había graduado de la academia y había sido nombrado shinobi, eso significaba que tenia la opción de ingresar en un programa de equipos que reunía a tres genin recién graduados y los ponía bajo la supervisión de un jonin experimentado. Según las palabras de su maestro; aquella era una gran oportunidad para aprender y mejorar su habilidad, aunque Kazuma no estaba muy convencido de aquello, mas que todo por que su maestro también decía que era un programa para evitar que los mequetrefes se descarriaran, sin embargo no tenía otra opción además de ir.
Su maestro tenía la costumbre de involucrarlo en toda clase de actividades sin antes pedir su consentimiento, cosa muy molesta pero totalmente inevitable debido a la naturaleza de su relación. Por lo general el anciano escuchaba las quejas del joven, pero una vez que tomaba una decisión no había como oponérsele.
—Bueno ya he llegado. No es que haya querido venir, pero me da mucha curiosidad eso de los equipos, aunque también me preocupa como puedan ir las cosas. Después de todo no tengo ninguna idea de con quienes me vaya a encontrar—a pesar de su pensamientos contradictorios entro en la academia con rumbo al salón donde tenía que ir.
Luego de la ceremonia de graduación la academia se toma dos semanas de descanso, para poner en orden todo lo necesario para el siguiente periodo académico. Por eso en aquella cálida mañana de verano sus pacillos se encontraban vacíos y silenciosos.
—A ver, debe ser aquí en el aula veintidós —Una vez encontrado el lugar indicado solo le quedaba algo por hacer, por lo que giro la perilla y procedió a pasar mientras saludaba—. Con permiso y buenos días —pero sus palabras solo fueron recibidas por el vació que había en el lugar.
El sitio estaba completamente desocupado, y con aquello pareciéndole extraño, reviso el papel que le habían dado para asegurarse de que no se había equivocado de salón. Luego miro el reloj de la pared, pero este marcaba la hora justa en la que se había predeterminado el encuentro. Sin nada más que hacer durante aquella situación; Decidió tomar asiento donde solía hacerlo durante las clases, coloco a un lado su espada cuidando de no ensuciar la cubierta de tela, y procedió a esperar.
—Bueno... Esta no es una buena señal. Así comienzan todas la situaciones en las que me involucra el viejo, primero tengo que esperar y luego termino involucrándome con gente de lo mas chiflada.
—Buenos días Mizuki. Si ha sido una buena noche de sueño, pero ¿qué haces aquí tan temprano? —pregunto el aun medio dormido joven mientras se desperezaba—. Por lo general me esperas en el comedor.
—He venido a despertarle para que no olvide que hoy en la mañana tiene algo importante que hacer —dijo la joven criada mientras se movía por la habitación recogiendo trapos y abriendo ventanas—. Aunque me ha costado un poco, al parecer estaba teniendo un sueño muy profundo.
—Cierto, estaba soñando que estaba en un bosque, y que mientras transcurría la noche le contaba sobre mi vida a un grupo de extraños… De alguna manera fue un sueño muy extraño.
—Un sueño sin duda interesante, pero ahora que está despierto debe darse prisa y marcharse, después de todo llegar tarde es una mala primera impresión —señalo aquello con cierto tono disciplinario—. Sobre la mesa están sus cosas, alístese y baje a desayunar a la brevedad.
Luego de ducharse y desayunar, el joven peliblanco tomo su bandana y su espada, para marcharse a la academia de las olas.
El compromiso que tenía ese día era bastante importante. Hacía poco tiempo que se había graduado de la academia y había sido nombrado shinobi, eso significaba que tenia la opción de ingresar en un programa de equipos que reunía a tres genin recién graduados y los ponía bajo la supervisión de un jonin experimentado. Según las palabras de su maestro; aquella era una gran oportunidad para aprender y mejorar su habilidad, aunque Kazuma no estaba muy convencido de aquello, mas que todo por que su maestro también decía que era un programa para evitar que los mequetrefes se descarriaran, sin embargo no tenía otra opción además de ir.
Su maestro tenía la costumbre de involucrarlo en toda clase de actividades sin antes pedir su consentimiento, cosa muy molesta pero totalmente inevitable debido a la naturaleza de su relación. Por lo general el anciano escuchaba las quejas del joven, pero una vez que tomaba una decisión no había como oponérsele.
—Bueno ya he llegado. No es que haya querido venir, pero me da mucha curiosidad eso de los equipos, aunque también me preocupa como puedan ir las cosas. Después de todo no tengo ninguna idea de con quienes me vaya a encontrar—a pesar de su pensamientos contradictorios entro en la academia con rumbo al salón donde tenía que ir.
Luego de la ceremonia de graduación la academia se toma dos semanas de descanso, para poner en orden todo lo necesario para el siguiente periodo académico. Por eso en aquella cálida mañana de verano sus pacillos se encontraban vacíos y silenciosos.
—A ver, debe ser aquí en el aula veintidós —Una vez encontrado el lugar indicado solo le quedaba algo por hacer, por lo que giro la perilla y procedió a pasar mientras saludaba—. Con permiso y buenos días —pero sus palabras solo fueron recibidas por el vació que había en el lugar.
El sitio estaba completamente desocupado, y con aquello pareciéndole extraño, reviso el papel que le habían dado para asegurarse de que no se había equivocado de salón. Luego miro el reloj de la pared, pero este marcaba la hora justa en la que se había predeterminado el encuentro. Sin nada más que hacer durante aquella situación; Decidió tomar asiento donde solía hacerlo durante las clases, coloco a un lado su espada cuidando de no ensuciar la cubierta de tela, y procedió a esperar.
—Bueno... Esta no es una buena señal. Así comienzan todas la situaciones en las que me involucra el viejo, primero tengo que esperar y luego termino involucrándome con gente de lo mas chiflada.