4/07/2016, 14:46
(Última modificación: 20/07/2016, 14:28 por Uzumaki Eri.)
Mucho antes de las responsabilidades que amenazaban como las nubes negras una tormenta eléctrica, Eri salió de su casa camino de un largo paseo por las calles de la villa. Aquel día se había levantado con unas nubes blancas taponando el cielo, cosa que hacía que los rayos del sol no se posasen sobre su blanca piel.
Aquel día, sin embargo, le apetecía entrenar el Ninjutsu, quería andar sobre el agua, escalar árboles... Cosas que aprendió hace un par de años y por ese entonces le resultaban nuevas y magnificas, a estas alturas era ya algo normal en la vida de un shinobi. Lo más básico, vaya. Y sin embargo, si lo piensas con detenimiento, era algo tan extraordinario para los que no sentían en ninshuu, o ninjutsu; que cualquier persona normal sentiría envidia.
Más, sus divagaciones la llevaron a las costas del Remolino.
Caminaba mirando el mar de forma nostálgica, el movimiento de las olas, la suave brisa marina... Todas aquellas cosas la llamaban para que se acercase y tocase el agua, sentir la humedad en sus extremidades. Sin embargo sus pies se mantenían firmes en el asfalto, temerosa de llegar allí y que... Ocurriese algo.
''Pero me muero por entrenar aquí...''
Llegó a un pequeño lugar apartado, lleno de pedruscos oscuros colocados de tal forma que podían ocultar cualquier cosa o a cualquier persona, y sin dudarlo ni un segundo deslizó su pequeño cuerpo entre ellas, ocultándose de los ojos de cualquier persona que pudiese pasar por allí.
Aquel día, sin embargo, le apetecía entrenar el Ninjutsu, quería andar sobre el agua, escalar árboles... Cosas que aprendió hace un par de años y por ese entonces le resultaban nuevas y magnificas, a estas alturas era ya algo normal en la vida de un shinobi. Lo más básico, vaya. Y sin embargo, si lo piensas con detenimiento, era algo tan extraordinario para los que no sentían en ninshuu, o ninjutsu; que cualquier persona normal sentiría envidia.
Más, sus divagaciones la llevaron a las costas del Remolino.
Caminaba mirando el mar de forma nostálgica, el movimiento de las olas, la suave brisa marina... Todas aquellas cosas la llamaban para que se acercase y tocase el agua, sentir la humedad en sus extremidades. Sin embargo sus pies se mantenían firmes en el asfalto, temerosa de llegar allí y que... Ocurriese algo.
''Pero me muero por entrenar aquí...''
Llegó a un pequeño lugar apartado, lleno de pedruscos oscuros colocados de tal forma que podían ocultar cualquier cosa o a cualquier persona, y sin dudarlo ni un segundo deslizó su pequeño cuerpo entre ellas, ocultándose de los ojos de cualquier persona que pudiese pasar por allí.