13/07/2016, 14:40
Pocas razones les faltarían a los samurai para intentar llevarse a su base de operaciones a alguien con una bandana ninja de pie junto a varios civiles golpeados, claramente por técnicas ninja. El futuro cercano de Mogura no iba a tener muy buena pinta si decidía quedarse, menos aún si alguien le preguntaba que había pasado, terminaría cantando como un pájaro.
Len pasó junto a él y dejó escapar de sus labios palabras con un tono muy serio, casi que no parecía ser el pequeño peliblanco que tenía entendido que era. Su jornada en el Dojo del combatiente terminaría ese día, volvería a la aldea y a saber que haría después.
Si, nos vemos.
Fueron las palabras que le contestó. Escucharía las palabras que tenía para decir a Anzu y no pudo evitar conservarlas también para si mismo. Horrible y divertido, una broma que se habría descarrilado y terminado en un accidente.
Una broma Amegakuriense...
Pensó para desviar su mirada y empezar a caminar con un poco de prisa, bajaría con una de sus manos su sombrero de paja para que no se le pudiese ver el rostro o la insignia de su aldea tan fácilmente. Lo último que quería darle a los samurai era un sospechoso para interrogar.
Aún tenía cosas que hacer en aquel lugar así que lo mejor sería perderse por otro lado, faltarían días para que se llevase a cabo la pelea final del evento y aún quedaba gente por conocer en aquel sitio.
Así terminaría entonces la pequeña aventura del día, dos shinobi de Amegakure y una kunoichi de Takigakure trabajando juntos, el himno había sido cantado y diferentes sentimientos habrían sido despertados en aquellos que lo escucharían.
Len pasó junto a él y dejó escapar de sus labios palabras con un tono muy serio, casi que no parecía ser el pequeño peliblanco que tenía entendido que era. Su jornada en el Dojo del combatiente terminaría ese día, volvería a la aldea y a saber que haría después.
Si, nos vemos.
Fueron las palabras que le contestó. Escucharía las palabras que tenía para decir a Anzu y no pudo evitar conservarlas también para si mismo. Horrible y divertido, una broma que se habría descarrilado y terminado en un accidente.
Una broma Amegakuriense...
Pensó para desviar su mirada y empezar a caminar con un poco de prisa, bajaría con una de sus manos su sombrero de paja para que no se le pudiese ver el rostro o la insignia de su aldea tan fácilmente. Lo último que quería darle a los samurai era un sospechoso para interrogar.
Aún tenía cosas que hacer en aquel lugar así que lo mejor sería perderse por otro lado, faltarían días para que se llevase a cabo la pelea final del evento y aún quedaba gente por conocer en aquel sitio.
Así terminaría entonces la pequeña aventura del día, dos shinobi de Amegakure y una kunoichi de Takigakure trabajando juntos, el himno había sido cantado y diferentes sentimientos habrían sido despertados en aquellos que lo escucharían.