Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Kazeyōbi, 7 de Primera Flor del año 202
Kuroshiro. País de los Ríos.



Era la primera vez que abandonaba su hogar sola. Era la primera vez que viajaba sin la compañía de su padre o de su hermano. Y era la primera vez que viajaba en aquel nuevo medio de transporte que acababan de inventar y llamaban ferrocarril.

«Le pegaría más un nombre como "pedocarril". Maldito monstruo humeante y gruñón...» Torció el gesto, malhumorada, al recordar el incómodo traqueteo de aquella endemoniada máquina al moverse o el ensordecedor rugido de sus motores. ¿En serio alguien había pensado que aquella cosa era una invención digna de existir? Con un suspiro resentido, echó la mirada hacia el cielo, justo en el momento en el que una bandada de aves surcaba el infinito azul. «Con lo cómodo que sería poder volar...»

El encargo de una misión la que la había enviado prácticamente hasta la frontera entre el País de la Tormenta, el País del Río y el País de los Bosques. Desde luego, no se podía negar que el ferrocarril reducía enormemente el tiempo de los viajes. A pie, a Ayame le habría supuesto por lo menos cuatro días regresar a casa pero encerrada en aquel endemoniado cacharro podía hacerlo en unas siete horas. Aunque debería sumar a ese trayecto por lo menos medio día más, ya que el tren no llegaba directamente hasta Amegakure, sino que paraba en los lugares aledaños como eran Shinogi-to y el Cementerio del Gobi.

Pero dado que el ferrocarril aún tardaría varias horas en salir como mínimo, Ayame había decidido dejar bien resguardados los paquetes de cañas de bambú que debía llevar hasta su aldea y con deleitarse durante un ratito más de las vistas de aquel pequeño pueblo rodeado de cañas de bambú e inundado de pandas por doquier. Desde el mismo instante en el que había puesto el primer pie sobre el sitio, su asombro había sido mayúsculo. ¡No sólo había estatuas de osos panda por todas partes sino que los propios animales convivían con las personas como si de peluches gigantes se trataran!

Pronto dio con una especie de feria abierta al público, y no dudó ni un instante en entrar. Ni siquiera se sorprendió cuando se vio rodeada de más puestecillos que vendían todo tipo de souvenirs dedicados enteramente a los pandas: desde chuchería y comida hasta joyas y ropa. Todo ello basado en el emblemático animal que representaba su pueblo.

Sin embargo, lo que llamó verdaderamente su atención fue una especie de corralito en el que se agolpaba una auténtica multitud de niños y con un cartel que lo coronaba y rezaba "Paseo en Panda". Intrigada, Ayame se abrió paso y se acercó hasta la valla.

—¡Pero qué monaaadaaaa! —gimió, profundamente enternecida, cuando se vio ante una docena de pandas de carne y hueso. Casi con desesperación, buscó al encargado del oficio—: ¡Perdone! ¿Puedo tocar uno?

El hombre, que debía rondar la cincuentena, la miró de arriba a abajo con desdén.

—Lo siento, muchacha, pero esta es una actividad exclusiva para los niños. ¡Largo!

—¿Qué? ¡Pero si no quiero hacer el paseo! ¡Sólo quiero tocarlo! Porfiiiiiii... Sólo un minutito...

—¡¿Qué es lo que no has entendido?! ¡He dicho que no! ¡LARGO DE AQUÍ O LLAMARÉ A LOS GUARDIAS!
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.


Mensajes en este tema
Una chispa entre el bambú - por Aotsuki Ayame - 19/07/2016, 17:12


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.