30/07/2016, 00:32
Era su primera misión, y como misión parecía más la tarea de un recadero que un auténtico servicio digno de un shinobi, pero allí bajo el agua de lluvia Daruu mantenía la barbilla bien alta y los hombros bien erguidos, orgulloso. Al menos, pensó, acompañar al director del hospital en una charla era bastante mejor que limpiar retretes, perseguir gatos, o arreglar puertas rotas por la tormenta. Kiroe solía reírse de él porque pronto tendría que hacer todas aquellas cosas, aseguraba. Quizás por eso no había querido solicitar una misión hasta el momento. Quizás, también, porque en casa tenía todos los gastos cubiertos. Pero algún día tenía que volar del nido, y la promesa de llegar a chunin que auguraba interesantes viajes con Seremaru no se iba a cumplir sola.
—Ya hemos llegado —indicó Zetsuo, y Daruu se sobresaltó, absorto en sus pensamientos.
Efectivamente, ante ellos se erigía el gigantesco Torreón de la Academia. Era una estructura como las del resto de la aldea: una torre alta de cemento, metal y cañerías de diversos materiales. Evidentemente había un ascensor, pero Daruu recordaba con demasiada frescura cómo en algunas clases físicas les habían hecho subir y bajar las escaleras del Torreón.
«La verdad, no me siento con energías para hacerlo ahora», reflexionó, y no sabía si eso significaba que se había oxidado un poco. De pronto se sintió arrepentido.
—Antes de nada, os voy a dar unas breves indicaciones sobre lo que hemos venido a hacer aquí hoy —dijo Zetsuo, y se quitó el sobrio sombrero de paja que había utilizado para cubrirse de la lluvia. Luego les echó a Daruu y a Ayame una mirada que para qué os voy a contar—. Aunque con las pintas que me traéis debería suspender la misión ya mismo... ¿Cómo vais a presentaros empapados como sapos?
A Daruu no le pareció que tuviera un por qué para cubrirse de la lluvia. Al fin y al cabo ellos estaban en Amegakure, ellos ERAN Amegakure. La lluvia era como el aire que respiraban para ellos. Sin embargo, bajó la mirada e hizo una reverencia pronunciada, como le habían enseñado. Porque Zetsuo era un superior, y así debía ser.
—Lo siento. —Se unió a Ayame en la disculpa.
—En fin... No tenéis remedio. Ya conocéis el Torreón de la Academia, así que ya sabéis lo que nos vamos a encontrar dentro: niños de todas las edades y los adultos, los profesores. Nuestra primera tarea será ir al salón de actos que se encuentra en la planta baja y allí dar una charla sobre la importancia de las vacunas en la sociedad.
Hasta ahora, ninguna novedad. Estaba a punto de preguntar si tenían que ayudarle a dar la charla, osea, a hablar. Porque, para empezar, nadie les había preparado un texto, y aunque todo shinobi debe saber lo que es una vacuna —diantre, toda persona con estudios debe saberlo—, no se sentía preparado para hacer ningún tipo de exposición pública. Y además, no le apetecía nada. Ese era un factor a tener en cuenta.
Afortunadamente, Zetsuo despejó sus dudas enseguida.
—Vosotros seréis mis ayudantes en la presentación. No tendréis que participar en la charla. A no ser que yo os lo indique, claro. ¿Tenéis alguna pregunta?
Daruu no tenía ninguna pregunta. Negó con la cabeza.
—Ya hemos llegado —indicó Zetsuo, y Daruu se sobresaltó, absorto en sus pensamientos.
Efectivamente, ante ellos se erigía el gigantesco Torreón de la Academia. Era una estructura como las del resto de la aldea: una torre alta de cemento, metal y cañerías de diversos materiales. Evidentemente había un ascensor, pero Daruu recordaba con demasiada frescura cómo en algunas clases físicas les habían hecho subir y bajar las escaleras del Torreón.
«La verdad, no me siento con energías para hacerlo ahora», reflexionó, y no sabía si eso significaba que se había oxidado un poco. De pronto se sintió arrepentido.
—Antes de nada, os voy a dar unas breves indicaciones sobre lo que hemos venido a hacer aquí hoy —dijo Zetsuo, y se quitó el sobrio sombrero de paja que había utilizado para cubrirse de la lluvia. Luego les echó a Daruu y a Ayame una mirada que para qué os voy a contar—. Aunque con las pintas que me traéis debería suspender la misión ya mismo... ¿Cómo vais a presentaros empapados como sapos?
A Daruu no le pareció que tuviera un por qué para cubrirse de la lluvia. Al fin y al cabo ellos estaban en Amegakure, ellos ERAN Amegakure. La lluvia era como el aire que respiraban para ellos. Sin embargo, bajó la mirada e hizo una reverencia pronunciada, como le habían enseñado. Porque Zetsuo era un superior, y así debía ser.
—Lo siento. —Se unió a Ayame en la disculpa.
—En fin... No tenéis remedio. Ya conocéis el Torreón de la Academia, así que ya sabéis lo que nos vamos a encontrar dentro: niños de todas las edades y los adultos, los profesores. Nuestra primera tarea será ir al salón de actos que se encuentra en la planta baja y allí dar una charla sobre la importancia de las vacunas en la sociedad.
Hasta ahora, ninguna novedad. Estaba a punto de preguntar si tenían que ayudarle a dar la charla, osea, a hablar. Porque, para empezar, nadie les había preparado un texto, y aunque todo shinobi debe saber lo que es una vacuna —diantre, toda persona con estudios debe saberlo—, no se sentía preparado para hacer ningún tipo de exposición pública. Y además, no le apetecía nada. Ese era un factor a tener en cuenta.
Afortunadamente, Zetsuo despejó sus dudas enseguida.
—Vosotros seréis mis ayudantes en la presentación. No tendréis que participar en la charla. A no ser que yo os lo indique, claro. ¿Tenéis alguna pregunta?
Daruu no tenía ninguna pregunta. Negó con la cabeza.