31/07/2016, 18:18
(Última modificación: 31/07/2016, 22:13 por Uchiha Akame.)
Antes de que el Uchiha pudiera responder —y debía haber una buena razón— al hecho de que llevaba a su hermana pequeña en brazos, el tercer miembro de aquel singular equipo hizo aparición en escena. Kajiya Anzu, la hija de un herrero jubilado de Shinogi-To y acogida como alumna por Yotsuki Hida, un maestro del Taijutsu y las técnicas Raiton.
Vestía ropa cómoda y apropiada para el ejercicio de la profesión de ninja. Top negro de fibras ajustadas y flexibles, que revelaba su casi inexistente pecho, enterrado bajo una capa de músculos. Encima, una chaqueta color ocre, sin mangas, que dejaba al descubierto el tatuaje de su brazo derecho. Lo complementaba con pantalones pesqueros, de color marrón oscuro, y sandalias ninja. Llevaba su portaobjetos —de paupérrimo contenido— atado a la cintura, en la baja espalda.
Anzu se acercó a paso animado hacia la pareja, deteniéndose primero a mirar al bebé que Datsue llevaba en brazos, y luego a la despampanante muchacha de pelo rubio que le acompañaba. «Por las cejas de Yubiwa, ¡qué guapa es! ¿De dónde habrá salido esta tía? Parece más modelo que kunoichi...» Cuando se dio cuenta de que se había quedado embobada admirando la esbelta figura de aquella chica, se apresuró a tenderle la mano derecha, repleta de quemaduras ya cicatrizadas.
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —agregó, con sincera sorpresa—. Kajiya Anzu.
La Yotsuki sonrió con confianza, haciendo que la cicatriz que surcaba sus labios se retorciese de forma macabra. Luego se volvió hacia Datsue.
—¿O quizás cuatro? —añadió, aludiendo claramente al bebé—. Espero que haya traído su bandana.
Vestía ropa cómoda y apropiada para el ejercicio de la profesión de ninja. Top negro de fibras ajustadas y flexibles, que revelaba su casi inexistente pecho, enterrado bajo una capa de músculos. Encima, una chaqueta color ocre, sin mangas, que dejaba al descubierto el tatuaje de su brazo derecho. Lo complementaba con pantalones pesqueros, de color marrón oscuro, y sandalias ninja. Llevaba su portaobjetos —de paupérrimo contenido— atado a la cintura, en la baja espalda.
Anzu se acercó a paso animado hacia la pareja, deteniéndose primero a mirar al bebé que Datsue llevaba en brazos, y luego a la despampanante muchacha de pelo rubio que le acompañaba. «Por las cejas de Yubiwa, ¡qué guapa es! ¿De dónde habrá salido esta tía? Parece más modelo que kunoichi...» Cuando se dio cuenta de que se había quedado embobada admirando la esbelta figura de aquella chica, se apresuró a tenderle la mano derecha, repleta de quemaduras ya cicatrizadas.
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —agregó, con sincera sorpresa—. Kajiya Anzu.
La Yotsuki sonrió con confianza, haciendo que la cicatriz que surcaba sus labios se retorciese de forma macabra. Luego se volvió hacia Datsue.
—¿O quizás cuatro? —añadió, aludiendo claramente al bebé—. Espero que haya traído su bandana.