31/07/2016, 18:40
La Yotsuki localizó a Ayame poco después. Estaba casi en los límites de aquel pueblecito, junto a una fuente de agua cristalina que seguía con la temática general del lugar. «Pandas, pandas, pandas y más pandas. Si de verdad les importasen tanto los pandas les dejarían vivir tranquilamente, en lugar de usarlos como reclamo comercial». Se acercó a la jinchuuriki.
—¡Vaya, hola de nuevo! —dijo con retranca—. Una jinchuuriki asustada de unos cuantos aldeanos... —añadió luego, en voz baja, como pensando para sí misma.
—Eh, no te culpo, socia —añadió justo después—. La verdad es que ha sido culpa mía. No debí haber intentado enfrentarme a todo el pueblo a la vez... Esos paletos son unos cabrones.
Anzu se fijó entonces en el anciano que paseaba junto a un abultado grupo de pandas. No pudo evitar que la boca le supiera, de repente, muy amarga.
—Sí, no ha sido buena idea. Hay que pensar un método alternativo... —cambió la mirada hacia Ayame—. ¿Qué piensas tú? ¿Se te ocurre algún plan para liberar a estos pobres bichos? Y me refiero a los pandas, claro.
Rió, divertida con su propio chiste.
—¡Vaya, hola de nuevo! —dijo con retranca—. Una jinchuuriki asustada de unos cuantos aldeanos... —añadió luego, en voz baja, como pensando para sí misma.
—Eh, no te culpo, socia —añadió justo después—. La verdad es que ha sido culpa mía. No debí haber intentado enfrentarme a todo el pueblo a la vez... Esos paletos son unos cabrones.
Anzu se fijó entonces en el anciano que paseaba junto a un abultado grupo de pandas. No pudo evitar que la boca le supiera, de repente, muy amarga.
—Sí, no ha sido buena idea. Hay que pensar un método alternativo... —cambió la mirada hacia Ayame—. ¿Qué piensas tú? ¿Se te ocurre algún plan para liberar a estos pobres bichos? Y me refiero a los pandas, claro.
Rió, divertida con su propio chiste.