1/08/2016, 04:39
Probablemente nunca podría llegar a olvidar sus primeros días en la academia, no fue un lugar que lo vio crecer pero si un lugar que lo obligo a amoldarse al nuevo modo de vida que le tocaría. Si sus progenitores no se hubiesen marchado sin mas puede que eventualmente creciese como un niño normal, uno que no sea una maquina de matar a los 15 años.
A medida que iba recorriendo los pasillos del edificio por su cabeza iban pasando imágenes de años pasados en aquella institución, los adiestramientos y entrenamientos que organizaban los profesores y las charlas sobre como iba a ser el futuro. Había cosas que llegaba a extrañar y cosas que realmente no quería volver a tener que vivir.
Había pasado un año y un poco más desde aquel día inolvidable en el Dojo del Combatiente, la gran final del torneo que todos esperaban y que terminó de la peor forma posible. Mogura y varios más habían tenido la suerte de haberse "salvado" ese día, gracias a que tuvo la oportunidad de asistir en algún punto de su vida a un lugar como la academia ninja de Amegakure.
Podría decirse que este lugar salvó mi vida...
Podría decirse, si. El joven médico iba recorriendo los pasillos hasta terminar llegando al balcón del monje, el cual regalaba una vista privilegiada de un sector de la urbe super moderna que era la Lluvia. Lo primero que salió fuera fue su paraguas y una vez abierto se colocó debajo.
Oh...
Por una razón u otra no había visto que había alguien ahí. Detuvo sus pasos casi en seco pensando que estaba interrumpiendo algo pero parecía que aquel muchacho estaba mirando a la nada como pronto iba a hacerlo Mogura.
Espero no te moleste compartir la vista del balcón.
Dijo mientras se aproximaba hasta el barandal y colocaba su mano libre sobre este.
A medida que iba recorriendo los pasillos del edificio por su cabeza iban pasando imágenes de años pasados en aquella institución, los adiestramientos y entrenamientos que organizaban los profesores y las charlas sobre como iba a ser el futuro. Había cosas que llegaba a extrañar y cosas que realmente no quería volver a tener que vivir.
Había pasado un año y un poco más desde aquel día inolvidable en el Dojo del Combatiente, la gran final del torneo que todos esperaban y que terminó de la peor forma posible. Mogura y varios más habían tenido la suerte de haberse "salvado" ese día, gracias a que tuvo la oportunidad de asistir en algún punto de su vida a un lugar como la academia ninja de Amegakure.
Podría decirse que este lugar salvó mi vida...
Podría decirse, si. El joven médico iba recorriendo los pasillos hasta terminar llegando al balcón del monje, el cual regalaba una vista privilegiada de un sector de la urbe super moderna que era la Lluvia. Lo primero que salió fuera fue su paraguas y una vez abierto se colocó debajo.
Oh...
Por una razón u otra no había visto que había alguien ahí. Detuvo sus pasos casi en seco pensando que estaba interrumpiendo algo pero parecía que aquel muchacho estaba mirando a la nada como pronto iba a hacerlo Mogura.
Espero no te moleste compartir la vista del balcón.
Dijo mientras se aproximaba hasta el barandal y colocaba su mano libre sobre este.