2/08/2016, 11:58
Mogura y Len no quedaron menos extrañados ante el fenómeno que la chica. Ésta había sido la primera en alejarse un poco del grupo, pero casi de seguido procedió a seguirla Mogura. Éste estaba tan amedrentado como ella, no tuvo mas palabras que soltar que preguntar qué coño había sido eso. Lamentablemente, esa pregunta no tenía una posible respuesta, al menos no por parte de la kunoichi.
—...
La chica sostuvo las palabras, mantuvo un asqueante silencio, el cual interrumpió Len. Katomi volvió la mirada ante las palabras del chico, pensando que quizás dijese algo con sentido. Sin embargo, su inocente confianza se vio hecha trizas en un instante. Empezó por buen camino, diciendo que debían buscar la manera de moverse y cumplir la misión; poco tardó en derivar en que tenían que irse cuanto antes de allí, que sentía como cientos de ojos le observaban y juzgaban.
Sus ojos se hincaron en los del albino, pero pese a que quería arrancarle la cabeza, esperó a que terminase de hablar. Hizo hincapié en que quería largarse cuanto antes de allí, que deseaba que otro shinobi de mayor rango se encargase de averiguar qué estaba pasando allí; para sorpresa de la kunoichi, terminó argumentando que eso no pasaría, que antes terminarían la misión.
Seguramente era de las primeras veces que la chica estaba de acuerdo con el albino. Posiblemente éste hecho venía a cuento de que no paraba de hacer sandeces, pero ésta vez parecía ser distinto. Quizás, solo quizás, no le arrancase la cabeza al pobrecito...
—Bueno... no cabe duda de que algo raro pasa. La misión era bien sencilla, llegar aquí y ayudar a los cabreros con sus animales. Pero aquí no hay ni cabras, ni cabreros, ni nadie... bueno, de ésto último podríamos decir que si. Alguien ha tenido que dar ese "consejo".— Argumentó la chica a ambos compañeros, haciendo énfasis en esa última palabra. —Ahora mismo veo dos opciones. Poner patas arriba la aldea buscando a quien quiera que fuese esa persona, o bien pasar olímpicamente del consejo y entrar en el edificio de ahí. Puede ser que guarden ahí algo que no quieran que veamos, ¿no?
Obviamente, su dedo acusador señalaba al edificio central. Realmente, una tercera opción sería hacer arder toda la aldea entera, pero quizás eso no fuese una buena solución al problema presentado.
—Yo votaría por buscar a la persona que se ha escondido de nuevo. Además, la niebla no supone gran problema... Acabo de recordar una de las clases de combate en condiciones extremas. La niebla se puede disipar con calor... y yo soy capaz de hacer arder hasta un lago.
Razón no le faltaba.
—...
La chica sostuvo las palabras, mantuvo un asqueante silencio, el cual interrumpió Len. Katomi volvió la mirada ante las palabras del chico, pensando que quizás dijese algo con sentido. Sin embargo, su inocente confianza se vio hecha trizas en un instante. Empezó por buen camino, diciendo que debían buscar la manera de moverse y cumplir la misión; poco tardó en derivar en que tenían que irse cuanto antes de allí, que sentía como cientos de ojos le observaban y juzgaban.
Sus ojos se hincaron en los del albino, pero pese a que quería arrancarle la cabeza, esperó a que terminase de hablar. Hizo hincapié en que quería largarse cuanto antes de allí, que deseaba que otro shinobi de mayor rango se encargase de averiguar qué estaba pasando allí; para sorpresa de la kunoichi, terminó argumentando que eso no pasaría, que antes terminarían la misión.
Seguramente era de las primeras veces que la chica estaba de acuerdo con el albino. Posiblemente éste hecho venía a cuento de que no paraba de hacer sandeces, pero ésta vez parecía ser distinto. Quizás, solo quizás, no le arrancase la cabeza al pobrecito...
—Bueno... no cabe duda de que algo raro pasa. La misión era bien sencilla, llegar aquí y ayudar a los cabreros con sus animales. Pero aquí no hay ni cabras, ni cabreros, ni nadie... bueno, de ésto último podríamos decir que si. Alguien ha tenido que dar ese "consejo".— Argumentó la chica a ambos compañeros, haciendo énfasis en esa última palabra. —Ahora mismo veo dos opciones. Poner patas arriba la aldea buscando a quien quiera que fuese esa persona, o bien pasar olímpicamente del consejo y entrar en el edificio de ahí. Puede ser que guarden ahí algo que no quieran que veamos, ¿no?
Obviamente, su dedo acusador señalaba al edificio central. Realmente, una tercera opción sería hacer arder toda la aldea entera, pero quizás eso no fuese una buena solución al problema presentado.
—Yo votaría por buscar a la persona que se ha escondido de nuevo. Además, la niebla no supone gran problema... Acabo de recordar una de las clases de combate en condiciones extremas. La niebla se puede disipar con calor... y yo soy capaz de hacer arder hasta un lago.
Razón no le faltaba.