2/08/2016, 23:21
—… y total, que tras esa charla con el Sabio de los 6 Caminos, y esto que te acabo de decir es totalmente secreto, pues la versión oficial es muy distinta, los shinobis y kunoichis pudimos regresar sanos y a salvo a casa. La gente que no dominaba el chakra… bueno, ya sabes lo que pasó con ellos.
—Sí, por desgracia lo sé muy bien…
La había cagado. Tendría que haber desviado el tema hacia otro punto, pero había sido tan tonto como para acabar justo en la tragedia acontecida en el Torneo, donde un familiar de la chica había muerto. Estaba a punto de decir las típicas palabras de consuelo cuando de pronto…
—Al menos ahora no te la pasarás debajo de mis tetas.
Datsue giró de golpe, mitad sorprendido, mitad aliviado porque le hubiesen quitado del atolladero en el que se había metido. Y ahí estaba Noemi, tan guapa como siempre. De hecho, tuvo que hacer de tripas corazón para no mirarle las tetas que ella misma mencionaba, que atraían sus ojos como la miel al oso.
—¡Cuánto tiempo, Noemi! —exclamó, sonriendo—. ¡Me alegro de verte!
Lo cierto era que ella le recibió mejor de lo que esperaba. Creía que estaría enfadada, que le acusaría por aquel regalo de flores y por no haberla ido a visitar ni un solo día. En su lugar, sonreía. Y no sabía si eso era bueno o malo. ¿Acaso Datsue ya le resultaba indiferente? ¿Acaso se había olvidado de su promesa?
—¿Y ella…? —
Datsue miró a su hermana, ahora dormida sobre su hombro.
—Oh. Ella es…
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —interrumpió de pronto Anzu, apareciendo en escena. Saludó a Noemi y después preguntó por el bebé, bromeando si sería la cuarta integrante del equipo para la misión.
—Déjale unos años más, socia. Déjale unos años más… —dijo, a pesar de que la idea no le hiciese mucha gracia. Prefería que optase por un trabajo más tranquilo, más seguro, y creciendo al lado de tipas como Anzu, desde luego, no iba a conseguir su deseo. Tenía que alejarla cuanto antes de todas aquellas drogadictas al honor, antes de que le pegasen el mal vicio—. Bueno, entonces quedamos en eso —dijo, mientras le entregaba el bebé a la chica. A la canguro.
—¡Claro! —exclamó, quizá sintiéndose un poco violenta al ver que las dos kunoichis le hacían el vacío absoluto. Ains… La ley del hielo, le llaman. Mira que son celosas. La culpa es mía, eso sí. Por nacer tan guapo. A Datsue se le escapó una sonrisilla—¿ Si al final no os dan misión para hoy te pasas por el parque? —preguntó, con voz melosa—. Yo estaré por allí con Haruka dando un paseo.
—¡Claro! Si se da el caso allí estaré —respondió, para luego quedarse un rato observando cómo se alejaba puente arriba—. Ains… —suspiró—. Era la sobrina del dueño de los Ramones —les informó, pese a que seguramente no les importase un pimiento a ninguna de las dos—. Su madre abrió un bar hace poco… —frunció el ceño—. ¿Cómo se llamaba...? Anzu, tú seguro que lo sabes… —Cómo odiaba tener una palabra en la punta de la lengua y que no le saliese—. En fin, qué más da. ¿Preparadas para poner vuestra vida en riesgo por el honor y la gloria de la Aldea? Ya os adelanto que sin una misión de rango C, como mínimo, no me marcho de ahí.
—Sí, por desgracia lo sé muy bien…
La había cagado. Tendría que haber desviado el tema hacia otro punto, pero había sido tan tonto como para acabar justo en la tragedia acontecida en el Torneo, donde un familiar de la chica había muerto. Estaba a punto de decir las típicas palabras de consuelo cuando de pronto…
—Al menos ahora no te la pasarás debajo de mis tetas.
Datsue giró de golpe, mitad sorprendido, mitad aliviado porque le hubiesen quitado del atolladero en el que se había metido. Y ahí estaba Noemi, tan guapa como siempre. De hecho, tuvo que hacer de tripas corazón para no mirarle las tetas que ella misma mencionaba, que atraían sus ojos como la miel al oso.
—¡Cuánto tiempo, Noemi! —exclamó, sonriendo—. ¡Me alegro de verte!
Lo cierto era que ella le recibió mejor de lo que esperaba. Creía que estaría enfadada, que le acusaría por aquel regalo de flores y por no haberla ido a visitar ni un solo día. En su lugar, sonreía. Y no sabía si eso era bueno o malo. ¿Acaso Datsue ya le resultaba indiferente? ¿Acaso se había olvidado de su promesa?
—¿Y ella…? —
Datsue miró a su hermana, ahora dormida sobre su hombro.
—Oh. Ella es…
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —interrumpió de pronto Anzu, apareciendo en escena. Saludó a Noemi y después preguntó por el bebé, bromeando si sería la cuarta integrante del equipo para la misión.
—Déjale unos años más, socia. Déjale unos años más… —dijo, a pesar de que la idea no le hiciese mucha gracia. Prefería que optase por un trabajo más tranquilo, más seguro, y creciendo al lado de tipas como Anzu, desde luego, no iba a conseguir su deseo. Tenía que alejarla cuanto antes de todas aquellas drogadictas al honor, antes de que le pegasen el mal vicio—. Bueno, entonces quedamos en eso —dijo, mientras le entregaba el bebé a la chica. A la canguro.
—¡Claro! —exclamó, quizá sintiéndose un poco violenta al ver que las dos kunoichis le hacían el vacío absoluto. Ains… La ley del hielo, le llaman. Mira que son celosas. La culpa es mía, eso sí. Por nacer tan guapo. A Datsue se le escapó una sonrisilla—¿ Si al final no os dan misión para hoy te pasas por el parque? —preguntó, con voz melosa—. Yo estaré por allí con Haruka dando un paseo.
—¡Claro! Si se da el caso allí estaré —respondió, para luego quedarse un rato observando cómo se alejaba puente arriba—. Ains… —suspiró—. Era la sobrina del dueño de los Ramones —les informó, pese a que seguramente no les importase un pimiento a ninguna de las dos—. Su madre abrió un bar hace poco… —frunció el ceño—. ¿Cómo se llamaba...? Anzu, tú seguro que lo sabes… —Cómo odiaba tener una palabra en la punta de la lengua y que no le saliese—. En fin, qué más da. ¿Preparadas para poner vuestra vida en riesgo por el honor y la gloria de la Aldea? Ya os adelanto que sin una misión de rango C, como mínimo, no me marcho de ahí.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado