— Yota, Sasagani Yota. Esta de aquí es la temible Mizumi Eri y la impaciente de allí es Mitsuki. ¿Eres el dueño de ese barco?
—Estamos buscando un barco ya que venimos por nuestra primera misión, que es en La Capital, en las Islas del Té, vaya... Si no nos cree, tenemos un pergamino que lo acredita.
—Regla nº7 del Manual Shinobi: Salvaguardar la información a cualquier precio.Lo lamento señor, nosotros no buscamos alquilar un barco. De eso ya se ha encargado la Aldea. Aunque le estaríamos igualmente agradecidos si pudiese indicarnos donde encontrar al encargado del puerto para que nos indicase cuále es la nave que debemos de tomar.
Era terrible, realmente horroroso, pasar todo el día en ese embarcadero cuidando que todo estuviera en orden para que al final de tu turno llegaran unos shinobis más nuevos que el amante de su exmujer que encima se pensaban que estaban en la segunda guerra mundial ninja. Si no hubiera tenido que aguantar el libro con una mano y escribir con la otra no podría haber evitado llevarse una de ellas a la cara en señal de vergüenza ajena.
Uno de los shinobis que acompañaban al hombre no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios ante las ocurrencias de sus subordinados. Mientras el encargado del puerto tomaba nota de los nombres y de que venían por una misión, el Chunnin o Jounnin o el rango que fuera se acercó a aclararles las opciones. No destacaba casi nada de su aspecto, de pelo corto y castaño tapado por un pañuelo que además era su bandana con la estatura normal de un adulto. Llevaba una camiseta negra bajo el chaleco y unos pantalones cortos también negros.
— No podéis soltar que estáis de misión y esperar que os dejen montar en un barco sin más. Y si además os han dicho que tenéis preparado una embarcación solo para vosotros, con más razón deberíais enseñar la acreditación que os habrá dado Shiona-sama.
El apuntador terminó de anotar sus datos y volvió a suspirar tras levantar la mirada del libro.
— Olvídalo, Norata, sé de qué barco me hablan. El único que ha mandado preparar Shiona-sama. Mostradme el pergamino y os acompañaré hasta él.
Miró de forma alternativa a cada uno de los gennins con impaciencia, aunque ellos tuvieran todo el tiempo del mundo, él no lo tenía.
—Estamos buscando un barco ya que venimos por nuestra primera misión, que es en La Capital, en las Islas del Té, vaya... Si no nos cree, tenemos un pergamino que lo acredita.
—Regla nº7 del Manual Shinobi: Salvaguardar la información a cualquier precio.Lo lamento señor, nosotros no buscamos alquilar un barco. De eso ya se ha encargado la Aldea. Aunque le estaríamos igualmente agradecidos si pudiese indicarnos donde encontrar al encargado del puerto para que nos indicase cuále es la nave que debemos de tomar.
Era terrible, realmente horroroso, pasar todo el día en ese embarcadero cuidando que todo estuviera en orden para que al final de tu turno llegaran unos shinobis más nuevos que el amante de su exmujer que encima se pensaban que estaban en la segunda guerra mundial ninja. Si no hubiera tenido que aguantar el libro con una mano y escribir con la otra no podría haber evitado llevarse una de ellas a la cara en señal de vergüenza ajena.
Uno de los shinobis que acompañaban al hombre no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios ante las ocurrencias de sus subordinados. Mientras el encargado del puerto tomaba nota de los nombres y de que venían por una misión, el Chunnin o Jounnin o el rango que fuera se acercó a aclararles las opciones. No destacaba casi nada de su aspecto, de pelo corto y castaño tapado por un pañuelo que además era su bandana con la estatura normal de un adulto. Llevaba una camiseta negra bajo el chaleco y unos pantalones cortos también negros.
— No podéis soltar que estáis de misión y esperar que os dejen montar en un barco sin más. Y si además os han dicho que tenéis preparado una embarcación solo para vosotros, con más razón deberíais enseñar la acreditación que os habrá dado Shiona-sama.
El apuntador terminó de anotar sus datos y volvió a suspirar tras levantar la mirada del libro.
— Olvídalo, Norata, sé de qué barco me hablan. El único que ha mandado preparar Shiona-sama. Mostradme el pergamino y os acompañaré hasta él.
Miró de forma alternativa a cada uno de los gennins con impaciencia, aunque ellos tuvieran todo el tiempo del mundo, él no lo tenía.
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