11/08/2016, 18:31
— ¡Bueno, basta ya! ¡Está demostrado que estas gallinas no son tuyas! Por otra parte, ¿Hikaru, no? En vez de recoger a las gallinas y quedártelas, deberías haber mencionado a Shiona-sama que las encontrabas por si alguien las estaba perdiendo, como se daba el caso.
Eri se cabreó, y Nabi, experimentado ya en esos terrenos, no tardó en reaccionar. Con la presteza de un rayo y los reflejos de un felino se escondió bajo la mesa más próxima en cuanto vió que la kunoichi empezaba a chillar. Siempre que se enfadaba acababa con media cara insensible y una semana de post operatorio, así que mejor prevenir que lamentarse.
— Nuestro deber es llevar a las gallinas a su hogar, disculpadnos por haber irrumpido en su hogar, pero, como ya he dicho, era nuestro deber.
— Eso mismo, ya está bien, hombre.
El rubio salió de debajo de la mesa al ver que ya se había relajado un poco, poca atención estaba recibiendo, como siempre que hablaba Eri, esos dos se habían quedado embelesados ante el discurso de la peliazul. Ésta se acercó a él cuando acabo de hablar y lo arrastró fuera a buscar gallinas.
Agarró una y se la puso bajo un brazo, para despues coger una directamente con el brazo libre, resultando en que llevaba una bajo cada brazo. No cabía ninguna posibilidad de llevar más gallinas, así que esperaba que las gallinas restantes se picaran con ellos y los siguieran para liberar a sus compañeras.
—¡Eh, esperad! Yo os ayudaré a devolver a las gallinas. Ya que he creado tal revuelo, lo mínimo que puedo hacer es pedir disculpas y devolver a los animales.
— ¡Hombre, menos mal! Por fin haces algo para buscar redención por tus crímenes.
Se quedó esperando a que Eri liderará el camino, por razones obvias y recurrentes él no podía hacer tal cosa. Solo esperaba que Takeshi espabilara un poco después de aquello, porque no iba a repetirlo.
Eri se cabreó, y Nabi, experimentado ya en esos terrenos, no tardó en reaccionar. Con la presteza de un rayo y los reflejos de un felino se escondió bajo la mesa más próxima en cuanto vió que la kunoichi empezaba a chillar. Siempre que se enfadaba acababa con media cara insensible y una semana de post operatorio, así que mejor prevenir que lamentarse.
— Nuestro deber es llevar a las gallinas a su hogar, disculpadnos por haber irrumpido en su hogar, pero, como ya he dicho, era nuestro deber.
— Eso mismo, ya está bien, hombre.
El rubio salió de debajo de la mesa al ver que ya se había relajado un poco, poca atención estaba recibiendo, como siempre que hablaba Eri, esos dos se habían quedado embelesados ante el discurso de la peliazul. Ésta se acercó a él cuando acabo de hablar y lo arrastró fuera a buscar gallinas.
Agarró una y se la puso bajo un brazo, para despues coger una directamente con el brazo libre, resultando en que llevaba una bajo cada brazo. No cabía ninguna posibilidad de llevar más gallinas, así que esperaba que las gallinas restantes se picaran con ellos y los siguieran para liberar a sus compañeras.
—¡Eh, esperad! Yo os ayudaré a devolver a las gallinas. Ya que he creado tal revuelo, lo mínimo que puedo hacer es pedir disculpas y devolver a los animales.
— ¡Hombre, menos mal! Por fin haces algo para buscar redención por tus crímenes.
Se quedó esperando a que Eri liderará el camino, por razones obvias y recurrentes él no podía hacer tal cosa. Solo esperaba que Takeshi espabilara un poco después de aquello, porque no iba a repetirlo.
—Nabi—