16/08/2016, 23:55
—¡Ritsuko! ¡Pero qué alegría verte! —exclamó, justo después de que Anzu hiciese lo propio—. Mi corazón se agita como un potro encabritado de la felicidad que me acabas de dar —O como el corazón de un Uzureño enamorado al descubrir su engaño, puestos a exagerar. Ale, ahora un abrazo por aquí, eso es… Una sonrisa sincera por allá… no, tiene que ser un poco más sincera. Un poquito más todavía… eeeso es. Y ahora a soltar la excusita —. Te he estado buscando por todas partes. ¿Recuerdas esa misión que prometimos hacer tú y yo, bajo el amparo del Árbol Sagrado? ¡Pues es para hoy! Por las cejas de Yubiwa, ¡debe ser cosa del destino!
El destino le regalaba otra persona a la que usar como escudo si la cosa se torcía. Y es que, si el Uchiha todavía no se había atrevido con una misión de rango C, es porque le tenía demasiado aprecio a su vida.
Tras los saludos, Datsue recorrió con la mirada la alfombra verde que había bajo sus pies hasta llegar al mostrador, donde solía residir la misma vieja secretaria de siempre. Una vieja llamada Sekuoya, según sabía. Pese a que nunca había necesitado hablar con ella, sí había oído rumores sobre su persona. Sin embargo, Datsue solía hacer caso omiso a los rumores, siempre tan predispuestos a exagerar. ¿Acaso esos mismos rumores no decían de él que era un hombre sin honor e, incluso, se había atrevido a dejarse perder en el Torneo por una bolsa de diamantes?
Una sonrisa asomó a sus labios.
Que no tenga honor vale, pero… ¿una bolsa de diamantes? Pff… ¡Pero si solo lo hice por un mísero diamante! Por Kami, ¡ojalá fuese una bolsa entera! Desde luego, no se le puede hacer caso a los chismes…
Caminó con paso decidido hasta el mostrador, dejando que sus compañeras se pusiesen al día sobre sus cosas, y pegó tal manotazo en la mesa que dejaría orgullosos a la mayoría de borrachos de taberna, siempre tan duchos en aquella materia.
—¡El Jinchuriki de Taki reclama la atención de Yubiwa-sama! —exclamó, pletórico—. ¡Es una cuestión de Estado!
El destino le regalaba otra persona a la que usar como escudo si la cosa se torcía. Y es que, si el Uchiha todavía no se había atrevido con una misión de rango C, es porque le tenía demasiado aprecio a su vida.
Tras los saludos, Datsue recorrió con la mirada la alfombra verde que había bajo sus pies hasta llegar al mostrador, donde solía residir la misma vieja secretaria de siempre. Una vieja llamada Sekuoya, según sabía. Pese a que nunca había necesitado hablar con ella, sí había oído rumores sobre su persona. Sin embargo, Datsue solía hacer caso omiso a los rumores, siempre tan predispuestos a exagerar. ¿Acaso esos mismos rumores no decían de él que era un hombre sin honor e, incluso, se había atrevido a dejarse perder en el Torneo por una bolsa de diamantes?
Una sonrisa asomó a sus labios.
Que no tenga honor vale, pero… ¿una bolsa de diamantes? Pff… ¡Pero si solo lo hice por un mísero diamante! Por Kami, ¡ojalá fuese una bolsa entera! Desde luego, no se le puede hacer caso a los chismes…
Caminó con paso decidido hasta el mostrador, dejando que sus compañeras se pusiesen al día sobre sus cosas, y pegó tal manotazo en la mesa que dejaría orgullosos a la mayoría de borrachos de taberna, siempre tan duchos en aquella materia.
—¡El Jinchuriki de Taki reclama la atención de Yubiwa-sama! —exclamó, pletórico—. ¡Es una cuestión de Estado!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado