18/08/2016, 00:19
La lluvia algo casi permanente en Amegakure. El casi es por que, los días que era necesario que lloviera, no lo hacia. Y a pesar de que seguramente no fuera el único que naciera un día soleado, pero había días en los que el joven Yamanaka se sentía el único al que le había tocado vivir con una maldición. Es verdad, no era la única persona muda del mundo, y había heredado la telequinesis de su padre, pero aun así no podía sentirse afortunado.
Bajo el las lagrimas de algún dios que solo estaba feliz un día o dos, Reiji caminaba en dirección al distrito comercial. La verdad es que apenas hacia poco que se había convertido en shinobi, y su tarea mas complicada era recorrer las calles de Amegakure para hacerle la compra a su abuela. La verdad es que no era de sus tareas favoritas, pues implicaba salir a la calle y hablar con la gente.
"¿A quien se le ocurre mandar al mudo a hacer la compra? ¿ Que voy a hacer, gritarle al tendero que quiero berenjenas? parece el inicio de un chiste malo: Entra un mudo en una frutería..."
La verdad es que el muchacho prefreria limpiar el baño mil veces que salir a hacer la compra. El problema no era solo comunicarse con el frutero o el pescadero ¿Como le pedías disculpas a alguien cuando te chocabas? Al frutero le podías dar una lista con lo que querías comprar, pero era absurdo llevar encima tarjetitas que dijeran "Lo siento". O tal vez no era tan mala idea...
Mientras el joven barajaba aquella idea para si mismo, sintió un fuerte golpe por el lado izquierdo, y cayó al suelo de golpe. No acaba de poner un pie en el distrito comercial, y ya se había encontrado su primer problema, por andar distraído pensando en que pasaría si golpeaba a alguien. Levanto la cabeza en busca de la persona a la que había golpeado sin querer, y entonces al ver lo que había delante de él, y escuchar la voz de la otra persona, se dio cuenta de dos cosas: No había sido un accidente, y el no era el culpable, pero ahora su problema era mucho mayor.
— Vaya, vaya, vaya... mira quien tenemos aquí...¿Que pasa, ahora que te has graduado te crees mas fuerte y vienes a golpearme?
Aquel tío que había alzado la voz para referirse al joven Yamanaka era ni mas ni menos que el "lider" de un pequeño grupo de adolescentes que habían dedicado sus horas en la academia y las de fuera de esta, en martirizar lo máximo posible al muchacho mudo, precisamente por que no podía hablar o gritar, y por ende creían que no podía quejarse. Aunque Reiji estaba seguro de que, aunque hubiera podido hablar y gritar, aquellos tipos hubieran seguido torturándolo.
—Le has hecho daño al jefe, deberías disculparte
El primero de los dos que habían hablado, el líder, era un tipo corpulento y grande, moreno y con el pelo rapado, este era mas bien otra cosa. Alto pero delgado, de pelo rubio y ojos azules, se dedicaba solo a exaltar todo lo que tenia que ver con su "jefe" y a meter toda la mierda posible.
—Eso! Eso!
El tercero, y el ultimo por suerte para Reiji si es que podía llamar a eso suerte, era un tipo bajito y rechoncho, pasaba la mayor parte del tiempo comiendo caramelos o cualquier cosa que tuviera azúcar y lo único que sabia hacer era lamerle el culo a los otros dos.
—Vamos, discúlpate de una vez ¿Que pasa? ¿ se te ha comido la lengua el gato?
Los tres se rieron al unisono de la misma broma. La misma broma que repetían desde hacia años parecía no haber perdido la gracia para ellos. Y eso que el joven Yamanaka se había esforzado en ignorarlos...
—"¿Por que no me dejáis en paz?" — Reiji les hablo con el lenguaje de signos, pese a que sabia que no funcionaria en lo absoluto, y que incluso podría empeorar las cosas...
—No te escucho ¿ Por que no hablas mas fuerte? —Los tres volvieron a reir al unisono —¿Tu le has escuchado bien? —Pregunto mirando al rubio.
—¿Yo? No he escuchado nada jefe...
—¿Y tu? —Dijo girándose esta vez hacia el gordito.
—Yo tampoco...
—Vamos, a que estas esperando, discúlpate
Esta vez, el chico corpulento agarro a Reiji por el cuello de la sudadera. Siempre buscaban la escusa perfecta para golpearlo, y allí, en aquel lugar, incluso rodeados de gente, la habían encontrado. Y lo peor era que los civiles, tenderos o compradores, no solían meterse en las reyertas cuando se trataba de dos shinobis los que se enfrentaban. Normalmente dejaban que llegara a las manos, e incluso al fuego y que algún otro shinobi de mas alto rango los detuviera. Pero aunque eso pasara, los golpes recibidos y el dolor no se los iba a quitar nadie, y al final lo dejarían como una pelea entre dos niños...
"Bendita sea mi suerte...Al final no importa si llueve o sale el sol..."
Bajo el las lagrimas de algún dios que solo estaba feliz un día o dos, Reiji caminaba en dirección al distrito comercial. La verdad es que apenas hacia poco que se había convertido en shinobi, y su tarea mas complicada era recorrer las calles de Amegakure para hacerle la compra a su abuela. La verdad es que no era de sus tareas favoritas, pues implicaba salir a la calle y hablar con la gente.
"¿A quien se le ocurre mandar al mudo a hacer la compra? ¿ Que voy a hacer, gritarle al tendero que quiero berenjenas? parece el inicio de un chiste malo: Entra un mudo en una frutería..."
La verdad es que el muchacho prefreria limpiar el baño mil veces que salir a hacer la compra. El problema no era solo comunicarse con el frutero o el pescadero ¿Como le pedías disculpas a alguien cuando te chocabas? Al frutero le podías dar una lista con lo que querías comprar, pero era absurdo llevar encima tarjetitas que dijeran "Lo siento". O tal vez no era tan mala idea...
Mientras el joven barajaba aquella idea para si mismo, sintió un fuerte golpe por el lado izquierdo, y cayó al suelo de golpe. No acaba de poner un pie en el distrito comercial, y ya se había encontrado su primer problema, por andar distraído pensando en que pasaría si golpeaba a alguien. Levanto la cabeza en busca de la persona a la que había golpeado sin querer, y entonces al ver lo que había delante de él, y escuchar la voz de la otra persona, se dio cuenta de dos cosas: No había sido un accidente, y el no era el culpable, pero ahora su problema era mucho mayor.
— Vaya, vaya, vaya... mira quien tenemos aquí...¿Que pasa, ahora que te has graduado te crees mas fuerte y vienes a golpearme?
Aquel tío que había alzado la voz para referirse al joven Yamanaka era ni mas ni menos que el "lider" de un pequeño grupo de adolescentes que habían dedicado sus horas en la academia y las de fuera de esta, en martirizar lo máximo posible al muchacho mudo, precisamente por que no podía hablar o gritar, y por ende creían que no podía quejarse. Aunque Reiji estaba seguro de que, aunque hubiera podido hablar y gritar, aquellos tipos hubieran seguido torturándolo.
—Le has hecho daño al jefe, deberías disculparte
El primero de los dos que habían hablado, el líder, era un tipo corpulento y grande, moreno y con el pelo rapado, este era mas bien otra cosa. Alto pero delgado, de pelo rubio y ojos azules, se dedicaba solo a exaltar todo lo que tenia que ver con su "jefe" y a meter toda la mierda posible.
—Eso! Eso!
El tercero, y el ultimo por suerte para Reiji si es que podía llamar a eso suerte, era un tipo bajito y rechoncho, pasaba la mayor parte del tiempo comiendo caramelos o cualquier cosa que tuviera azúcar y lo único que sabia hacer era lamerle el culo a los otros dos.
—Vamos, discúlpate de una vez ¿Que pasa? ¿ se te ha comido la lengua el gato?
Los tres se rieron al unisono de la misma broma. La misma broma que repetían desde hacia años parecía no haber perdido la gracia para ellos. Y eso que el joven Yamanaka se había esforzado en ignorarlos...
—"¿Por que no me dejáis en paz?" — Reiji les hablo con el lenguaje de signos, pese a que sabia que no funcionaria en lo absoluto, y que incluso podría empeorar las cosas...
—No te escucho ¿ Por que no hablas mas fuerte? —Los tres volvieron a reir al unisono —¿Tu le has escuchado bien? —Pregunto mirando al rubio.
—¿Yo? No he escuchado nada jefe...
—¿Y tu? —Dijo girándose esta vez hacia el gordito.
—Yo tampoco...
—Vamos, a que estas esperando, discúlpate
Esta vez, el chico corpulento agarro a Reiji por el cuello de la sudadera. Siempre buscaban la escusa perfecta para golpearlo, y allí, en aquel lugar, incluso rodeados de gente, la habían encontrado. Y lo peor era que los civiles, tenderos o compradores, no solían meterse en las reyertas cuando se trataba de dos shinobis los que se enfrentaban. Normalmente dejaban que llegara a las manos, e incluso al fuego y que algún otro shinobi de mas alto rango los detuviera. Pero aunque eso pasara, los golpes recibidos y el dolor no se los iba a quitar nadie, y al final lo dejarían como una pelea entre dos niños...
"Bendita sea mi suerte...Al final no importa si llueve o sale el sol..."