9/09/2016, 11:17
(Última modificación: 9/09/2016, 11:18 por Amedama Daruu.)
—Yo igual, estuve bastante tiempo en el norte. Lo sucedido no dejó mi cabeza muy tranquila.
Daruu sintió una imperiosa necesidad de saber qué le había pasado a aquél muchacho, pero no hizo preguntas. Hay cosas que es mejor que se queden en secreto.
—Es bueno volver a sentir esta lluvia —concedió, finalmente.
Después de eso la conversación viró hacia Mogura. Daruu aprovechó la oportunidad para perder un poco la mirada entre los edificios recubiertos de hojalata y las tuberías metálicas de un edificio en ruinas allá a lo lejos, en un rincón de la aldea.
—¿Y tu Mogura? ¿Volviste a la ciudad al instante o recorriste tierras lejanas?
Si, volví bastante rápido. Las cosas estaban demasiado locas como para estar dando vueltas por aquellos lados. Es agradable que nuestros caminos se hayan cruzado en circunstancias mas pacificas que la última vez.
»¿Saben algo de Aotsuki Ayame? ¿Qué ha pasado con ella?
Daruu dio un pequeño respingo, casi imperceptible. No sabía si alegrarse de oír su nombre o si molestarse. Era la jinchuuriki de la aldea, así que debía estar acostumbrado a que hablasen de ella como si fuese alguien famoso. Pero también era su amiga. Y...
—Está bien —dijo, simplemente.
El silencio cayó sobre el trío, el silencio de la lluvia. Era un silencio que no era silencio, porque estaba cubierto por un manto de agua y tormenta, como de costumbre. Pero para ellos, era silencio.
No pasó mucho tiempo. Quizá un minuto, dos a lo sumo. En la calle, a lo lejos, el grito de un niño pequeño llamó su atención.
—¡¡AYUDA, POR FAVOR!! ¡¡UN LADRÓN, UN LADRÓN!!
Daruu sintió una imperiosa necesidad de saber qué le había pasado a aquél muchacho, pero no hizo preguntas. Hay cosas que es mejor que se queden en secreto.
—Es bueno volver a sentir esta lluvia —concedió, finalmente.
Después de eso la conversación viró hacia Mogura. Daruu aprovechó la oportunidad para perder un poco la mirada entre los edificios recubiertos de hojalata y las tuberías metálicas de un edificio en ruinas allá a lo lejos, en un rincón de la aldea.
—¿Y tu Mogura? ¿Volviste a la ciudad al instante o recorriste tierras lejanas?
Si, volví bastante rápido. Las cosas estaban demasiado locas como para estar dando vueltas por aquellos lados. Es agradable que nuestros caminos se hayan cruzado en circunstancias mas pacificas que la última vez.
»¿Saben algo de Aotsuki Ayame? ¿Qué ha pasado con ella?
Daruu dio un pequeño respingo, casi imperceptible. No sabía si alegrarse de oír su nombre o si molestarse. Era la jinchuuriki de la aldea, así que debía estar acostumbrado a que hablasen de ella como si fuese alguien famoso. Pero también era su amiga. Y...
—Está bien —dijo, simplemente.
El silencio cayó sobre el trío, el silencio de la lluvia. Era un silencio que no era silencio, porque estaba cubierto por un manto de agua y tormenta, como de costumbre. Pero para ellos, era silencio.
No pasó mucho tiempo. Quizá un minuto, dos a lo sumo. En la calle, a lo lejos, el grito de un niño pequeño llamó su atención.
—¡¡AYUDA, POR FAVOR!! ¡¡UN LADRÓN, UN LADRÓN!!