24/05/2015, 19:23
Daruu se recostó hacia atrás en la silla, y al cabo de unos segundos se percató de golpe que estaba empezando a hacer frío en la sala. Se reincorporó en el asiento y se inclinó hacia adelante, frotándose las manos.
«¿Pero qué me estás contando? No suelo tener frío en esta época del año, ¿está la ventana abierta?», meditó, mientras Reiji gritaba como un descosido porque se le había olvidado, al parecer, el almuerzo, y Ayame se interesaba por él, preocupada. «Esta sensación, es casi como si... No, no puede ser. No puede ser ver...»
La verdad que no podía ser, pero que pudo ser, apareció por el marco de la puerta, e iba vestida de blanco.
Siempre que Aotsuki Kori, el hermano de Ayame, visitaba la pastelería de su madre para comprar una bolsa grande de bollitos de vainilla y canela —una especialidad de Kiroe—, les invadía un frío glacial. Esta temperatura parecía emanar del propio Kori, que casi era un reflejo de sus particulares habilidades. Todo de blanco, de piel pálida, y de pelo también del color de la nieve. Sus ojos eran azul claro, como también la bufanda que siempre llevaba al cuello. Lo único oscuro en él era el tatuaje negro en forma de lágrima que caía desde su ojo izquierdo.
Daruu se levantó de golpe, señalándolo.
—KO, KO, KO, KO —Parecía una gallina—. ¿¡KORI-SAN!? ¿¡Vas a ser nuestro profesor!?
«¿Pero qué me estás contando? No suelo tener frío en esta época del año, ¿está la ventana abierta?», meditó, mientras Reiji gritaba como un descosido porque se le había olvidado, al parecer, el almuerzo, y Ayame se interesaba por él, preocupada. «Esta sensación, es casi como si... No, no puede ser. No puede ser ver...»
La verdad que no podía ser, pero que pudo ser, apareció por el marco de la puerta, e iba vestida de blanco.
Siempre que Aotsuki Kori, el hermano de Ayame, visitaba la pastelería de su madre para comprar una bolsa grande de bollitos de vainilla y canela —una especialidad de Kiroe—, les invadía un frío glacial. Esta temperatura parecía emanar del propio Kori, que casi era un reflejo de sus particulares habilidades. Todo de blanco, de piel pálida, y de pelo también del color de la nieve. Sus ojos eran azul claro, como también la bufanda que siempre llevaba al cuello. Lo único oscuro en él era el tatuaje negro en forma de lágrima que caía desde su ojo izquierdo.
Daruu se levantó de golpe, señalándolo.
—KO, KO, KO, KO —Parecía una gallina—. ¿¡KORI-SAN!? ¿¡Vas a ser nuestro profesor!?