25/05/2015, 02:58
Luego de salir a toda prisa del salón, siguieron a la sensei durante varios minutos. Minutos que fueron muy tensos y silenciosos. Por suerte para los nervios de los chicos, no fue durante mucho tiempo más. Llegaron a la sala de profesores, y luego de que la jonin entrara, se quedaron afuera esperando por unos momentos.
—No sé, quizás ahora si me caería bien chuparme un limón —respondió a la pregunta del chico rubio.
Cuando la pelirroja salió, parecía haber pedido permiso para algo. Aunque su intercambio de palabras con la persona que estaba adentro fue bastante vago e impreciso. Después de aquello se los llevo hacia el patio o para ser más específicos; al área de entrenamiento de taijutsu.
Una vez estando en aquel sitio, la ojos verdes les pidió que se sentaran y que se relajaran un poco.
Debido a que era un patio les tocaba sentarse en suelo, que estaba lleno de tierra y polvo, sin embargo aquello no molesto al Ishimura, ya que el evitar sentarse en la tierra por cuestiones de etiqueta, era una de esas preocupaciones mundanas que prefería ignorar.
Además afuera el ambiente era mucho más agradable que adentro. Había brisa, sol, y el cantar de las aves de verano, todo aquello relajaba al peliblanco, aunque en aquel sitio siempre se sentía así, quizás por eso las clases de taijutsu fueran de sus favoritas.
Sin embargo la comodidad no les duraría mucho, ya que de un momento a otro la sensei hablo, y lo hizo para pedirles que contaran su historia personal, y que a cambio ella les respondería cualquier pregunta. Aunque generalmente las personas podrían preferir guardar la intimidad de su vida, en aquella ocasión, quedarse callado no era una opción.
«Supongo que la sensei es bastante considerada, el hecho de que pusiera un máximo, significa que no le interesa escuchar más de la cuenta. Pero el que no pusiera un mínimo, quiere decir que nos da la posibilidad de ahorrarnos la incomodidad terminando rápido» —fue el pensamiento ante la condición de que máximo podían usar cien palabras para expresarse.
El primero fue Nabi, al parecer su naturaleza risueña y despreocupada le facilito el contar una historia que por momentos era bastante triste. Pero a pesar de todo el chico estuvo muy tranquilo y cuando le toco hacer su pregunta… Bueno quizás esa parte no se le hizo tan fácil, ya que pregunto su nombre, para el ojosgrises aquello fue como desperdiciar una pregunta. Ya que eventualmente la sensei se los daría.
«¿Con que Kureji Shiori eh?»
Luego de responder a la pregunta del rubio, Shiori se dirigió a Kazuma, y al interceptarle la mirada este se paralizo por un momento, después de todo, contar su historia y por ende la de su familia, era algo bastante incomodo. Ya que muchos adultos conocían al clan Ishimura, y algunos lo conocían lo suficiente como para que ellos o sus conocidos hubiesen sido víctima de alguna de sus extorsiones. Por esa misma razón el chico de tez morena prefería tratar con sus contemporáneos, que eran chicos que no tenían ni idea, de lo que significaba el apellido Ishimura.
Pero en ese momento no tenia opción, dirigió la vista hacia sus compañeros y luego bajo la mirada, dejando que su ojos se posaran en el suelo. Lo único que podía esperar es que la Kureji no fuese una de esas personas con rencores contra su familia.
—Naci en el seno de la familia Ishimura, un clan mayormente mercante. Hasta mis cinco años todo estuvo bien, pero luego mi padre murió y el clan callo en bancarrota. Habiendo perdido su dinero, poder y posición, sus prestamista y enemigos decidieron eliminarlo. Y literalmente los eliminaron excepto por mí. Estuve un par de años en las calles, y luego podría decirse que vendí mi alma a quien ahora es mi tutor. Detesto a los bravucones, soy muy curioso y a veces un poco cínico.
—Con eso termino, Ahora viene mi pregunta—
—¿Cuáles son las tres cosas que más le hacen enojar sensei? —Aquella fue una pregunta muy típica de piel morena, después de todo lo acontecido, era bueno saber que cabreaba a la jonin, para asegurarse de no incurrir en esas cosas en el futuro.
—No sé, quizás ahora si me caería bien chuparme un limón —respondió a la pregunta del chico rubio.
Cuando la pelirroja salió, parecía haber pedido permiso para algo. Aunque su intercambio de palabras con la persona que estaba adentro fue bastante vago e impreciso. Después de aquello se los llevo hacia el patio o para ser más específicos; al área de entrenamiento de taijutsu.
Una vez estando en aquel sitio, la ojos verdes les pidió que se sentaran y que se relajaran un poco.
Debido a que era un patio les tocaba sentarse en suelo, que estaba lleno de tierra y polvo, sin embargo aquello no molesto al Ishimura, ya que el evitar sentarse en la tierra por cuestiones de etiqueta, era una de esas preocupaciones mundanas que prefería ignorar.
Además afuera el ambiente era mucho más agradable que adentro. Había brisa, sol, y el cantar de las aves de verano, todo aquello relajaba al peliblanco, aunque en aquel sitio siempre se sentía así, quizás por eso las clases de taijutsu fueran de sus favoritas.
Sin embargo la comodidad no les duraría mucho, ya que de un momento a otro la sensei hablo, y lo hizo para pedirles que contaran su historia personal, y que a cambio ella les respondería cualquier pregunta. Aunque generalmente las personas podrían preferir guardar la intimidad de su vida, en aquella ocasión, quedarse callado no era una opción.
«Supongo que la sensei es bastante considerada, el hecho de que pusiera un máximo, significa que no le interesa escuchar más de la cuenta. Pero el que no pusiera un mínimo, quiere decir que nos da la posibilidad de ahorrarnos la incomodidad terminando rápido» —fue el pensamiento ante la condición de que máximo podían usar cien palabras para expresarse.
El primero fue Nabi, al parecer su naturaleza risueña y despreocupada le facilito el contar una historia que por momentos era bastante triste. Pero a pesar de todo el chico estuvo muy tranquilo y cuando le toco hacer su pregunta… Bueno quizás esa parte no se le hizo tan fácil, ya que pregunto su nombre, para el ojosgrises aquello fue como desperdiciar una pregunta. Ya que eventualmente la sensei se los daría.
«¿Con que Kureji Shiori eh?»
Luego de responder a la pregunta del rubio, Shiori se dirigió a Kazuma, y al interceptarle la mirada este se paralizo por un momento, después de todo, contar su historia y por ende la de su familia, era algo bastante incomodo. Ya que muchos adultos conocían al clan Ishimura, y algunos lo conocían lo suficiente como para que ellos o sus conocidos hubiesen sido víctima de alguna de sus extorsiones. Por esa misma razón el chico de tez morena prefería tratar con sus contemporáneos, que eran chicos que no tenían ni idea, de lo que significaba el apellido Ishimura.
Pero en ese momento no tenia opción, dirigió la vista hacia sus compañeros y luego bajo la mirada, dejando que su ojos se posaran en el suelo. Lo único que podía esperar es que la Kureji no fuese una de esas personas con rencores contra su familia.
—Naci en el seno de la familia Ishimura, un clan mayormente mercante. Hasta mis cinco años todo estuvo bien, pero luego mi padre murió y el clan callo en bancarrota. Habiendo perdido su dinero, poder y posición, sus prestamista y enemigos decidieron eliminarlo. Y literalmente los eliminaron excepto por mí. Estuve un par de años en las calles, y luego podría decirse que vendí mi alma a quien ahora es mi tutor. Detesto a los bravucones, soy muy curioso y a veces un poco cínico.
—Con eso termino, Ahora viene mi pregunta—
—¿Cuáles son las tres cosas que más le hacen enojar sensei? —Aquella fue una pregunta muy típica de piel morena, después de todo lo acontecido, era bueno saber que cabreaba a la jonin, para asegurarse de no incurrir en esas cosas en el futuro.