24/09/2016, 15:25
Nabi estaba esplendido, cada célula de su cuerpo desprendía un aura de felicidad que era díficil de encontrar en shinobis y kunoichis de cualquier villa y en cualquier momento de sus vidas. Vivían tristes, sabiendo que iban a morir proximamente en la inevitable guerra que se estaba amasando a las espaldas del mundo en esos momentos, pero ese no era el caso de Nabi.
El rubio salia sonriente de la casa con una gallina bajo el brazo y la cabeza llena de ilusiones mientras se despedia con la mano libre a la niña esa y al ladrón aquel, como si fueran los mejores amigos del mundo mundial.
Sin embargo, poco le duró el entusiasmo. Al cruzar la puerta, la peliazul le encaró y su ceño se frunció como nunca se había fruncido, buscando volver a penetrar el corazón del Uchiha para reventarlo de forma definitiva.
— ¿Pero... Qué? ¿Por qué has cogido una gallina? Nabi... ¿No ves que ellos viven de las gallinas? Deberías dejarla de nuevo dentro... Mira, si quieres, te invito a comer lo que quieras, pero primero deja a esa gallina en su casa.
— Pero, pero, pero, yo también vivo de las gallinas. Y ya has visto como ha presionado el señor, ¿como le iba a decir que no? Igual nos mataba, tenía esa mirada de asesino en serie que solo tienen los asesinos en serie. Además, mirala a los ojos. La llamaré Jura. Cogió al ave con ambas manos y se la acercó a Eri a la cara — ¿Ves? Porque es igual que Juro pero en gallina. Tendrías que haber visto a Darua, era clavadita a Hanaiko Daruu, pero a los Amegakurienses ni agua, así que he cogido a Jura. Mirala, Eri, mirala. — Se acercó todavia más.
De repente, probablemente por lo nerviosa que la estaba poniendo Nabi, la gallina empezó a hacer cacareos raros y una cosa ovalada salió de su culo directa hacia el suelo. Por desgracia, entre el suelo y el huevo estaba el pie de Eri, así que en el contacto entre ambos elementos el huevo se abrió, dejando todos sus jugos sobre la pierna de la culpable de que se rompiera.
— ¡Mira! Te ha regalado un huevo, eso es que le caes bien. ¿Quieres quedartela tú? Por cierto, estos bichos ¿qué comen? ¿Cerdo? ¿Ternera?
El rubio salia sonriente de la casa con una gallina bajo el brazo y la cabeza llena de ilusiones mientras se despedia con la mano libre a la niña esa y al ladrón aquel, como si fueran los mejores amigos del mundo mundial.
Sin embargo, poco le duró el entusiasmo. Al cruzar la puerta, la peliazul le encaró y su ceño se frunció como nunca se había fruncido, buscando volver a penetrar el corazón del Uchiha para reventarlo de forma definitiva.
— ¿Pero... Qué? ¿Por qué has cogido una gallina? Nabi... ¿No ves que ellos viven de las gallinas? Deberías dejarla de nuevo dentro... Mira, si quieres, te invito a comer lo que quieras, pero primero deja a esa gallina en su casa.
— Pero, pero, pero, yo también vivo de las gallinas. Y ya has visto como ha presionado el señor, ¿como le iba a decir que no? Igual nos mataba, tenía esa mirada de asesino en serie que solo tienen los asesinos en serie. Además, mirala a los ojos. La llamaré Jura. Cogió al ave con ambas manos y se la acercó a Eri a la cara — ¿Ves? Porque es igual que Juro pero en gallina. Tendrías que haber visto a Darua, era clavadita a Hanaiko Daruu, pero a los Amegakurienses ni agua, así que he cogido a Jura. Mirala, Eri, mirala. — Se acercó todavia más.
De repente, probablemente por lo nerviosa que la estaba poniendo Nabi, la gallina empezó a hacer cacareos raros y una cosa ovalada salió de su culo directa hacia el suelo. Por desgracia, entre el suelo y el huevo estaba el pie de Eri, así que en el contacto entre ambos elementos el huevo se abrió, dejando todos sus jugos sobre la pierna de la culpable de que se rompiera.
— ¡Mira! Te ha regalado un huevo, eso es que le caes bien. ¿Quieres quedartela tú? Por cierto, estos bichos ¿qué comen? ¿Cerdo? ¿Ternera?
—Nabi—