26/09/2016, 00:32
(Última modificación: 26/09/2016, 00:33 por Uchiha Datsue.)
—Dejame pagar lo mío, por favor. Me sentiría más cómodo así, si no te es problema claro esta.
Las palabras del calvo le supieron a gloria bendita.
—Estoy de acuerdo, Karamaru-kun. Yo también pagaré lo mío.
Y, las de Akame, a puro orgasmo. Por un segundo había pensado que su metedura de pata iría a mayores. También era verdad que, al mismo tiempo, se sentía ligeramente decepcionado. En cierta manera, hubiese esperado que ellos le diesen la vuelta a sus palabras e insistiesen en invitar ellos mismos, como todo buen vecino de taberna.
—Bueno, la verdad es que me hacía ilusión invitaros… —No tenses más la cuerda. No tenses más la cuerda—. Pero, si insistís… En otra ocasión será, entonces —concluyó, poniendo todo su esfuerzo en que el tono de su voz no se dejase contagiar por el alivio que acababa de sentir.
Su pedido llegó a la barra: una taza de leche bien humeante que dejó enfriando. Mientras tanto, la pregunta que se esperaba desde hacía unos minutos salió a la luz. Datsue, reacio a contestar el primero, tomó un sorbo a su taza. Como el muy condenado de Akame había hecho lo mismo, tuvo que dar varios tragos más de la cuenta para no acabar el primero. QuemaquemaquemaquemaqueeeEEEMMAAAAA.
Cuando Akame por fin habló, Datsue tenía la lengua roja y los ojos llorosos por aguantar tanto. Pestañeó varias veces y trató de disimular lo máximo posible. Entonces, su mente procesó la respuesta de su compañero. Al parecer, el Uchiha se había recorrido medio país por una simple biblioteca. No es que desdeñase su particular afición por los libros, pues a él también le encantaban, e incluso había escrito alguna que otra cosa, pero desde luego no llegaba a los extremos de su compañero de Clan.
—¿Y tú, Datsue-kun? ¿Acaso te propones conquistar el corazón de una kawabeña? ¡Por todos los dioses! Seguro que tu fama de galán ya ha llegado incluso hasta aquí, compañero.
Datsue entornó los ojos y esbozó una sonrisa sardónica.
—Pensé que el galán aquí eras tú, socio. —Todavía recordaba las miraditas que se habían dedicado Noemi y Akame durante la misión, y su mirada por un momento brilló con un tono amenazador. Entonces, soltó una carcajada, como si hubiese sido una simple broma—. Ojalá fuera por eso. Que va… Yo también estoy aquí por interés cultural. No diré que vale todo el dinero de Uzushiogakure, porque, joder, esos cabrones están forrados, pero sí que me tiene intrigado… Se trata de la Finca Makoto. ¿Habéis oído hablar de ella?
Las palabras del calvo le supieron a gloria bendita.
—Estoy de acuerdo, Karamaru-kun. Yo también pagaré lo mío.
Y, las de Akame, a puro orgasmo. Por un segundo había pensado que su metedura de pata iría a mayores. También era verdad que, al mismo tiempo, se sentía ligeramente decepcionado. En cierta manera, hubiese esperado que ellos le diesen la vuelta a sus palabras e insistiesen en invitar ellos mismos, como todo buen vecino de taberna.
—Bueno, la verdad es que me hacía ilusión invitaros… —No tenses más la cuerda. No tenses más la cuerda—. Pero, si insistís… En otra ocasión será, entonces —concluyó, poniendo todo su esfuerzo en que el tono de su voz no se dejase contagiar por el alivio que acababa de sentir.
Su pedido llegó a la barra: una taza de leche bien humeante que dejó enfriando. Mientras tanto, la pregunta que se esperaba desde hacía unos minutos salió a la luz. Datsue, reacio a contestar el primero, tomó un sorbo a su taza. Como el muy condenado de Akame había hecho lo mismo, tuvo que dar varios tragos más de la cuenta para no acabar el primero. QuemaquemaquemaquemaqueeeEEEMMAAAAA.
Cuando Akame por fin habló, Datsue tenía la lengua roja y los ojos llorosos por aguantar tanto. Pestañeó varias veces y trató de disimular lo máximo posible. Entonces, su mente procesó la respuesta de su compañero. Al parecer, el Uchiha se había recorrido medio país por una simple biblioteca. No es que desdeñase su particular afición por los libros, pues a él también le encantaban, e incluso había escrito alguna que otra cosa, pero desde luego no llegaba a los extremos de su compañero de Clan.
—¿Y tú, Datsue-kun? ¿Acaso te propones conquistar el corazón de una kawabeña? ¡Por todos los dioses! Seguro que tu fama de galán ya ha llegado incluso hasta aquí, compañero.
Datsue entornó los ojos y esbozó una sonrisa sardónica.
—Pensé que el galán aquí eras tú, socio. —Todavía recordaba las miraditas que se habían dedicado Noemi y Akame durante la misión, y su mirada por un momento brilló con un tono amenazador. Entonces, soltó una carcajada, como si hubiese sido una simple broma—. Ojalá fuera por eso. Que va… Yo también estoy aquí por interés cultural. No diré que vale todo el dinero de Uzushiogakure, porque, joder, esos cabrones están forrados, pero sí que me tiene intrigado… Se trata de la Finca Makoto. ¿Habéis oído hablar de ella?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado