26/09/2016, 20:38
(Última modificación: 26/09/2016, 20:39 por Uchiha Akame.)
—Pensé que el galán eras tú, socio —la mirada de Datsue brilló con un tono amenazador.
Akame esbozó una sonrisa divertida; no era ningún secreto que su compañero parecía tener algún tipo de fetiche con una kunoichi de la Aldea, y se ponía celoso como un venado en época de berrea cada vez que él le dedicaba una mirada, un chiste o simplemente unas palabras agradables. «¡Y eso, como poco! Menuda moza, se merece todos los halagos de que mi vocabulario sea capaz de integrar».
—Quizá dentro de unos años, si tomas mis consejos, seas capaz de hacerme sombra, Datsue-kun —respondió el Uchiha, sin abandonar en ningún momento aquel tono de voz calmado, afable e impropio de la puya que iba cargada en sus palabras.
—Ojalá fuera por eso. Que va… Yo también estoy aquí por interés cultural. No diré que vale todo el dinero de Uzushiogakure, porque, joder, esos cabrones están forrados, pero sí que me tiene intrigado… Se trata de la Finca Makoto. ¿Habéis oído hablar de ella?
«Vaya que si he oído hablar de ella...», pensó Akame mientras daba otro sorbo a su taza de té. Se relamió, paciente, y no fue hasta después de unos instantes de silencio que contestó a la pregunta de su compañero, sacando un papel de pergamino doblado cuidadosamente. Lo extendió sobre la barra, aplanando las arrugas con sus manos curtidas y bronceadas.
—"Se busca persona con iniciativa, buena capacidad de resolución de problemas poco comunes y amplitud de miras" —leyó la primera parte del anuncio—. Parece que las coincidencias no terminarán aún. En efecto, planeo indagar en los problemas que tiene el señor... Itachi —confesó finalmente, dando otro sorbo al té caliente—. Que, por cierto, el nombre le viene al pelo. Nunca había visto una cláusula de recompensa más ambigüa y confusa... El tipo debe ser un listillo de cuidado.
Ya está, había mostrado sus cartas. Tomó otro sorbo de té, con más tranquilidad si cabe, y esperó a ver la reacción de sus compañeros. ¿Se ofrecerían a ayudarle? Akame no iba a negar una mano —o dos—, sobre todo cuando tenía tan poca información sobre el cometido que le esperaba. Sin embargo, conocía a Datsue, y sabía que su compañero tenía una grave tendencia a... Ir por libre. «¿Serás un aliado o un obstáculo, Datsue-kun? Pese a lo poco que te conozco, intuyo que quieres el dinero, pero, ¿hay algo más?».
Luego se volteó para examinar distraídamente al muchacho de cabeza rasurada. Parecía fuerte, honesto y leal. «Sabiendo que es amigo de Datsue-kun, si uno accede, el otro es probable que lo haga también», meditó con satisfacción.
Akame esbozó una sonrisa divertida; no era ningún secreto que su compañero parecía tener algún tipo de fetiche con una kunoichi de la Aldea, y se ponía celoso como un venado en época de berrea cada vez que él le dedicaba una mirada, un chiste o simplemente unas palabras agradables. «¡Y eso, como poco! Menuda moza, se merece todos los halagos de que mi vocabulario sea capaz de integrar».
—Quizá dentro de unos años, si tomas mis consejos, seas capaz de hacerme sombra, Datsue-kun —respondió el Uchiha, sin abandonar en ningún momento aquel tono de voz calmado, afable e impropio de la puya que iba cargada en sus palabras.
—Ojalá fuera por eso. Que va… Yo también estoy aquí por interés cultural. No diré que vale todo el dinero de Uzushiogakure, porque, joder, esos cabrones están forrados, pero sí que me tiene intrigado… Se trata de la Finca Makoto. ¿Habéis oído hablar de ella?
«Vaya que si he oído hablar de ella...», pensó Akame mientras daba otro sorbo a su taza de té. Se relamió, paciente, y no fue hasta después de unos instantes de silencio que contestó a la pregunta de su compañero, sacando un papel de pergamino doblado cuidadosamente. Lo extendió sobre la barra, aplanando las arrugas con sus manos curtidas y bronceadas.
—"Se busca persona con iniciativa, buena capacidad de resolución de problemas poco comunes y amplitud de miras" —leyó la primera parte del anuncio—. Parece que las coincidencias no terminarán aún. En efecto, planeo indagar en los problemas que tiene el señor... Itachi —confesó finalmente, dando otro sorbo al té caliente—. Que, por cierto, el nombre le viene al pelo. Nunca había visto una cláusula de recompensa más ambigüa y confusa... El tipo debe ser un listillo de cuidado.
Ya está, había mostrado sus cartas. Tomó otro sorbo de té, con más tranquilidad si cabe, y esperó a ver la reacción de sus compañeros. ¿Se ofrecerían a ayudarle? Akame no iba a negar una mano —o dos—, sobre todo cuando tenía tan poca información sobre el cometido que le esperaba. Sin embargo, conocía a Datsue, y sabía que su compañero tenía una grave tendencia a... Ir por libre. «¿Serás un aliado o un obstáculo, Datsue-kun? Pese a lo poco que te conozco, intuyo que quieres el dinero, pero, ¿hay algo más?».
Luego se volteó para examinar distraídamente al muchacho de cabeza rasurada. Parecía fuerte, honesto y leal. «Sabiendo que es amigo de Datsue-kun, si uno accede, el otro es probable que lo haga también», meditó con satisfacción.