1/10/2016, 22:03
Un rayo de esperanza, como el condenado bajo la guillotina cuando observa cierto revoloteo inusual entre el público, inundó el corazón de Datsue cuando el Kawakage les mandó volver. Yubiwa, siempre tan diligente con su persona, se encargó rápidamente de hacer bajar esa guillotina para no dar pie a confusión.
Tan sólo había que cambiar la coartada, pues al parecer el Kawakage había notado ciertos indicios en la mirada de Akame de que no le convencía. Datsue no le culpaba. Él no estaría convencido ni con el mejor plan del mundo.
Jo-der. Esto es un suicidio, pensaba Datsue, mientras Yubiwa explicaba la nueva manera de enfocar la misión. Un JODIDO suicidio. Una misión de rango S a unos simples Gennins, manda huevos. Pero… joder, la recompensa debe de ser jodidamente enorme. Suficiente dinero como para poder comprar un… Carraspeó y bajó la mirada, nervioso de que el Kawakage le hubiese estado observando durante todo aquel tiempo. Joder, ¡concéntrate! ¡Que el muy cabrón es capaz de leer la mente! Nada de pensar en dinero. Nada de pensar en dinero. Nada de pensar en dinero.Nada de pensar en dinero.
—… ¿Se os ocurre algo? ¿Akame? Siempre has sido muy suspicaz.
Tras unos segundos de bloqueo, en los que Datsue trató de procesar toda la información, empezó a caminar en círculos alrededor de la sala, con ambos dedos índices a cada lado de la nariz, los pulgares bajo el mentón y la mirada perdida en algún punto del suelo. Siempre tenía aquella costumbre cuando trataba de concentrarse en algo, y, por primera vez en mucho tiempo, ese algo no se trataba de ninguna manera ingeniosa de conseguir dinero. Tan solo de sobrevivir.
Detuvo su paso y señaló a Akame, subiendo y bajando el dedo de forma cómica cuando éste terminó de relatar su plan.
—Creo que tú y yo nos vamos a llevar muy bien. Sí, me gusta tu idea. Tan buena que hasta podría haber ocurrido de verdad… —su piel pareció palidecer—. ¿Deberíamos preocuparnos? —preguntó, con voz tensa, para luego acabar esbozando una sonrisa pícara. En seguida se cuadró de nuevo, al recordar que el mismísimo Kawakage estaba presente en la sala.
—Un ninja siempre debe tener un plan B.
—Por supuesto, por supuesto. Aunque también he de decir que a mí, particularmente, me gustaba el plan de Yubiwa-sama —Especialmente la parte de… De forma inconsciente, sus ojos se desviaron durante una milésima de segundo hacia la silueta de Noemi—. Pero, siguiendo el hilo de este plan, y sí lo que me pedís, Yubiwa-sama, es una excusa para que no me maten y confíen en mí siendo yo mismo… Pues bien, siempre he sido partidario de una representación gráfica para estas cosas, así que si me lo permitís, y pido de antemano que no se me ofenda nadie por la actuación, aquí voy...
Se aclaró la garganta, estiró el cuello a un lado y a otro, haciéndolo crujir, y cogió aire de forma lenta y pesada. Entonces suspiró.
—Soy Uchiha Datsue, infame shinobi de Takigakure conocido en todo el mundo por dejarse sobornar en el Torneo más célebre de las últimas décadas, frente a los ojos de las tres grandes naciones y los tres grandes Kages. El mundo piensa que soy un corrupto, y que no hay nada en todo Oonindo al que no venda por un precio... —esbozó una sonrisa traviesa—. Quizá tengan razón. Quiere saber, shinobi de la Arena, ¿por qué os estaba buscando? —preguntó, como si Yubiwa representase el papel de ese shinobi de la Arena— ¿Quiere saber la verdadera razón? Porque estoy harto —soltó, con voz cansada—. Harto de que las las pocas ganancias que tengo se dilapiden en los gastos de alquiler, luz y agua. Harto de tener que pagar por unas armas que la propia Villa debería proporcionarme. Harto de impuestos abusivos —a medida que hablaba, su voz se iba crispando más y más—, de arriesgar la vida cada día por el mismo salario que gana cualquier camarero de poca monta en Shinogi-to. ¡Así no hay quién se haga rico! —terminó por vociferar, con la vena palpitando en su frente y la cara roja, tan metido que estaba en su papel. Aunque, entre todas las vertiginosas palabras que se iban sucediendo una tras otra por su boca, una duda asomó en su mente: ¿era en verdad un papel?—. Es por eso que he pensado en cambiar de aires. Buscarme un jefe más… justo. Y no crea que vengo con las manos vacías —Datsue se estaba viniendo arriba—. ¡Oh, no señor! Quiero hablar con su jefe y proponerle algo —los ojos de Datsue brillaron de la emoción—. En realidad, ¡ofrecérselo! Ofrecerle la mayor arma que una Aldea pueda tener. Un arma con la que pueda dar un golpe sobre la mesa y empequeñecer a los mismísimos tres grandes Kages. ¡Y todo por el módico precio de cinco mil ryos, una auténtica ganga! Lo que ofrezco, en definitiva, es…
»…a Ayame, la Jinchuuriki de Amegakure.
Soltada la bomba, Datsue esperó unos segundos para que causase el efecto deseado. Solo entonces se permitió relajar el gesto y suspirar:
—Fiuu… Quizá me haya venido demasiado arriba con eso último, ¿verdad? Tengo que pulir algunas cosillas, es cierto. No tengo esa sutileza ni ese pulso para mentir tan bien como Akame —dijo, repitiendo las palabras de Yubiwa—. Supongo que me falta mucha práctica… Pero la idea es esa, hacerme pasar por un shinobi corrupto que busca otras vías de ganarse el pan. Me gustaría proponer, y con esto ya acabo, que Ritsuko y Noemi mantengan la farsa que usted tan hábilmente tejió para ellas. Fingir que son hermanas y que Noemi esté perdidamente enamorada de mí, porque creo que sería demasiado sospechoso que cada uno de nosotros tuviese su propio motivo para traicionar a la Villa. Además —añadió, con la boca pequeña—, tampoco sería muy difícil de fingir…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado