4/10/2016, 22:57
Había revuelo en el interior de la posada. Podía sentirlo. Podía escucharlo. Los pasos apresurados de las personas que, aterrorizadas, buscaban salir cuanto antes de aquel lugar de pesadilla. Pero otros pasos más pesados entraban, cargados de metal. Debían de ser los guardias. Alguien maldecía entre alaridos su suerte, pero aquellos llantos no tardaron en alejarse de su rango de audición. Debía de haber salido de la posada también...
Los pasos de metal se repetían en un escenario ahora más silencioso. Arriba y abajo. Ayame, en su forma líquida, no podía llegar a saber qué era lo que estaba pasando con exactitud. Pero entonces escuchó nuevas exclamaciones:
—¿¡Pero qué demonios...!? Maldito crío, ¿¡cómo has entrado tú aquí!? —parecía que Ayame no era la única que había entrado a hurtadillas en la posada. Y parecía que aquel chico había tenido menos suerte que ella para escapar—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Has visto lo que ha pasado?
Ayame aguardaba, con el corazón en un puño. Estaba asustada, tenía miedo, y tenía frío. Pero la curiosidad, las ganas de saber, la empujaban. De las declaraciones del chico y de las respuestas del soldado dependería de lo que pudiera enterarse acerca de lo ocurrido.
Aunque, quién sabe; era incluso probable que ni siquiera ellos tuviesen una explicación al respecto.
Los pasos de metal se repetían en un escenario ahora más silencioso. Arriba y abajo. Ayame, en su forma líquida, no podía llegar a saber qué era lo que estaba pasando con exactitud. Pero entonces escuchó nuevas exclamaciones:
—¿¡Pero qué demonios...!? Maldito crío, ¿¡cómo has entrado tú aquí!? —parecía que Ayame no era la única que había entrado a hurtadillas en la posada. Y parecía que aquel chico había tenido menos suerte que ella para escapar—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Has visto lo que ha pasado?
Ayame aguardaba, con el corazón en un puño. Estaba asustada, tenía miedo, y tenía frío. Pero la curiosidad, las ganas de saber, la empujaban. De las declaraciones del chico y de las respuestas del soldado dependería de lo que pudiera enterarse acerca de lo ocurrido.
Aunque, quién sabe; era incluso probable que ni siquiera ellos tuviesen una explicación al respecto.