14/10/2016, 19:43
El vagón comedor resultaba ser un lugar bastante agradable, muchos más acogedor que los otros por los cuales habían pasado. Era de suponerse que era el que usualmente usaban los de primera clase, pues con los pasajes tipo turista no podrían acceder a él. El hecho de que fuera un viaje nocturno de larga duración les permitiría disfrutar de aquella excepción.
El de ojos grises paseo su mirada por todo el espacio, descubriendo que la tenue iluminación de las lámparas clásicas le era reconfortante. Todo muy bonito, pero el camarero les dejó en claro que no había mesas disponibles, por lo que tendrían que compartir la menos ocupada.
—No hay problema —respondió el Ishimura ante el aparente inconveniente.
Se acercaron a una mesa que yacía al fondo y a la izquierda, un poco apartada e íntima, el típico sitio que escogen aquellos que no quieren ser perturbados. Allí había un hombre maduro vestido de rigurosa etiqueta y acompañado únicamente por un platillo de verduras y carne que parecía estarle alegrando la noche.
—Con permiso —dijo mientras se sentaba.
Aquel sujeto les recibió con una oración que, aunque resultó en extremo difícil de entender, sonó lo suficientemente cordial como para que no se sintiera cohibido de disfrutar de aquel pequeño espacio. Les recomendó cierto platillo, pero Kazuma no se molestó en prestar atención a aquello.
Dejó escapar una sonrisa, pues se imaginaba la reacción de Naomi si le hubiese tocado el compartir una cena con aquel hombre; Sabía que con toda certeza se sentiría bastante incómoda, pero la etiqueta le obligaría a quedarse.
El camarero interrumpió sus pensamientos al preguntarle si iba a ordenar algo. Había dejado sus ropajes mojados en el vagón, pero aun sentía que el frío trataba de colarse hasta sus huesos. El hambre también se hacía presente, por lo que tendría que pedir algo caliente y sustancioso.
—Yo quiero un tazón de Udon con pollo en lugar de tofu y solo agua para acompañar, por favor.
El de ojos grises paseo su mirada por todo el espacio, descubriendo que la tenue iluminación de las lámparas clásicas le era reconfortante. Todo muy bonito, pero el camarero les dejó en claro que no había mesas disponibles, por lo que tendrían que compartir la menos ocupada.
—No hay problema —respondió el Ishimura ante el aparente inconveniente.
Se acercaron a una mesa que yacía al fondo y a la izquierda, un poco apartada e íntima, el típico sitio que escogen aquellos que no quieren ser perturbados. Allí había un hombre maduro vestido de rigurosa etiqueta y acompañado únicamente por un platillo de verduras y carne que parecía estarle alegrando la noche.
—Con permiso —dijo mientras se sentaba.
Aquel sujeto les recibió con una oración que, aunque resultó en extremo difícil de entender, sonó lo suficientemente cordial como para que no se sintiera cohibido de disfrutar de aquel pequeño espacio. Les recomendó cierto platillo, pero Kazuma no se molestó en prestar atención a aquello.
Dejó escapar una sonrisa, pues se imaginaba la reacción de Naomi si le hubiese tocado el compartir una cena con aquel hombre; Sabía que con toda certeza se sentiría bastante incómoda, pero la etiqueta le obligaría a quedarse.
El camarero interrumpió sus pensamientos al preguntarle si iba a ordenar algo. Había dejado sus ropajes mojados en el vagón, pero aun sentía que el frío trataba de colarse hasta sus huesos. El hambre también se hacía presente, por lo que tendría que pedir algo caliente y sustancioso.
—Yo quiero un tazón de Udon con pollo en lugar de tofu y solo agua para acompañar, por favor.