16/10/2016, 17:35
La peliazul sudó olimpicamente del mágico y chakroso cambio de look que tan magistralmente había dispuesto para sorprenderla, pero Nabi le restó importancia, total, hace unos minutos le quebró el corazón en mil pedazos. Esa ignoración era mejor que un Okasho en pleno kokoro.
Mientras Eri flipaba consigo misma, el Uchiha se dedicaba a tirar al aire a la gallina y a cogerla antes de que tocara el suelo, ésta solo intentaba zafarse meneando sus alas, pero Nabi no la dejaba.
— Jura está bien... Sí... Solo no se lo digas a Juro... Se podría cabrear. —
Ese chiste, esa gracia tan bien colocada de Eri provocó que el rubio, que tenía una destreza envidiable se tropezara consigo mismo y cayera de cara a un mini charco de barro.
— ¿Juro enfadado?
Por un breve instante, hubo un cortocircuito en el cerebro de Nabi, que trataba de imaginarse la escena del moreno enojado. Luego recordó que cuando recopiló algo de información sobre Juro, escuchó que era un torturador de perros y que violaba comadrejas albinas. Así que a lo mejor sí era capaz de enfadarse, la próxima vez que lo viera se lo preguntaría.
— Creo que, bueno, lo mejor será que me vaya, estoy un poco mareada.
Se levantó rápidamente, recuperando su compostura y agarrando al animal que se había quedado atrapado en el barro. Sabía que no podía presionar a una joven moza que puede darte un puñetazo y mandarte a Takigakure sin pasar por el señor que regala dinero en la puerta, porque si no te pagan por entrar en esa villa, es inexplicable que alguien sea de allí.
— Pues nada, aquí tienes a Jura, dale de comer tres veces al día y lavarla una vez al mes por lo menos. Y la mitad de los huevos son mios, ¡y su carne tambíen! Pero lo demás es tuyo.
Dio media vuelta, dispuesto a irse. Pero tras un par de pasos, volvió a girarse.
— ¡Y la próxima vez vamos a por un helado! ¡O a por pollo! ¡O UN HELADO DE POLLO!
Mientras Eri flipaba consigo misma, el Uchiha se dedicaba a tirar al aire a la gallina y a cogerla antes de que tocara el suelo, ésta solo intentaba zafarse meneando sus alas, pero Nabi no la dejaba.
— Jura está bien... Sí... Solo no se lo digas a Juro... Se podría cabrear. —
Ese chiste, esa gracia tan bien colocada de Eri provocó que el rubio, que tenía una destreza envidiable se tropezara consigo mismo y cayera de cara a un mini charco de barro.
— ¿Juro enfadado?
Por un breve instante, hubo un cortocircuito en el cerebro de Nabi, que trataba de imaginarse la escena del moreno enojado. Luego recordó que cuando recopiló algo de información sobre Juro, escuchó que era un torturador de perros y que violaba comadrejas albinas. Así que a lo mejor sí era capaz de enfadarse, la próxima vez que lo viera se lo preguntaría.
— Creo que, bueno, lo mejor será que me vaya, estoy un poco mareada.
Se levantó rápidamente, recuperando su compostura y agarrando al animal que se había quedado atrapado en el barro. Sabía que no podía presionar a una joven moza que puede darte un puñetazo y mandarte a Takigakure sin pasar por el señor que regala dinero en la puerta, porque si no te pagan por entrar en esa villa, es inexplicable que alguien sea de allí.
— Pues nada, aquí tienes a Jura, dale de comer tres veces al día y lavarla una vez al mes por lo menos. Y la mitad de los huevos son mios, ¡y su carne tambíen! Pero lo demás es tuyo.
Dio media vuelta, dispuesto a irse. Pero tras un par de pasos, volvió a girarse.
— ¡Y la próxima vez vamos a por un helado! ¡O a por pollo! ¡O UN HELADO DE POLLO!
—Nabi—