18/10/2016, 02:38
Al igual que varias partes de la aldea, algunas mas aptas para menores que otras, las luces no se apagaban al anochecer. Aquel día parecía estar celebrándose una fiesta entre la gente del barrio o una cosa así. Fiesta que era fácilmente apreciable desde el balcón de la casa que ocupaba Mogura y el abuelo Manase.
Supongo que es una buena ocasión para comer algo diferente fuera de casa.
Pensó el joven médico mientras caminaba por las calles ya dentro del circuito que abarcaba aquella celebración. Su abuelo ya no estaba para esas cosas y se fue a dormir bastante temprano. Había bajado con su tradicional paraguas, fiel escudo para la lluvia, junto a él también tenía una segunda linea de defensa que consistía en un cómodo abrigo de cuero y unas botas que evitaban que el agua tuviese contacto directo con sus pies. Si uno se pusiese a ver con detenemiento podría apreciar el chaleco de vestir que lucía debajo del abrigo.
¡Quinientas monedas! ¡Quinientas!
Aquel enérgico llamado había logrado su objetivo de atraer la atención de todos, y el joven de cabello azabache no iba a ser la excepción. Pronto se vería amontonándose con toda la gente de aquel lugar para tener una mejor vista de lo que sea que estuviesen queriendo vender.
Momentos como ese era una buena idea cargar con un paraguas, pues la gente llegaba a mantener cierta distancia de uno por medio a que le piquen los ojos con una de las puntas del artefacto. A uno de sus lados se encontraba una persona que parecía por demás motivaba por el anuncio que había hecho el sujeto.
¿Kunoichi?
Pensó al ver su bandana cubrirle el cuello, una rápida vista a sus rasgos podría indicar en un principio que podría llegar a tener alguna especie de relación sanguínea con la muchacha, pues tenían el mismo color de cabello y ojos, pero Mogura no tenía hermanos, que él conociese al menos.
¿Qué tiene la piscina de interesante?
Preguntó curioso al ver a la motivada muchacha buscando saciar su curiosidad.
Supongo que es una buena ocasión para comer algo diferente fuera de casa.
Pensó el joven médico mientras caminaba por las calles ya dentro del circuito que abarcaba aquella celebración. Su abuelo ya no estaba para esas cosas y se fue a dormir bastante temprano. Había bajado con su tradicional paraguas, fiel escudo para la lluvia, junto a él también tenía una segunda linea de defensa que consistía en un cómodo abrigo de cuero y unas botas que evitaban que el agua tuviese contacto directo con sus pies. Si uno se pusiese a ver con detenemiento podría apreciar el chaleco de vestir que lucía debajo del abrigo.
¡Quinientas monedas! ¡Quinientas!
Aquel enérgico llamado había logrado su objetivo de atraer la atención de todos, y el joven de cabello azabache no iba a ser la excepción. Pronto se vería amontonándose con toda la gente de aquel lugar para tener una mejor vista de lo que sea que estuviesen queriendo vender.
Momentos como ese era una buena idea cargar con un paraguas, pues la gente llegaba a mantener cierta distancia de uno por medio a que le piquen los ojos con una de las puntas del artefacto. A uno de sus lados se encontraba una persona que parecía por demás motivaba por el anuncio que había hecho el sujeto.
¿Kunoichi?
Pensó al ver su bandana cubrirle el cuello, una rápida vista a sus rasgos podría indicar en un principio que podría llegar a tener alguna especie de relación sanguínea con la muchacha, pues tenían el mismo color de cabello y ojos, pero Mogura no tenía hermanos, que él conociese al menos.
¿Qué tiene la piscina de interesante?
Preguntó curioso al ver a la motivada muchacha buscando saciar su curiosidad.