19/10/2016, 23:45
(Última modificación: 19/10/2016, 23:46 por Aotsuki Ayame.)
El monstruoso golpe impactó de lleno en el hombro y el costado de Daruu, y el muchacho salió despedido en consecuencia. Voló. Voló varios metros, y luego rodó sobre la superficie de cemento. Rebotó una, dos, tres veces entre sonoros chapoteos. Y entonces resbaló por el borde de la plataforma y el corazón de Ayame dio un vuelco cuando le vio caer directo hacia las aguas del lago.
—¡¡Nooo!! —gritó Kiroe.
A la espalda de Ayame, Zetsuo sonreía. Pero aquel gesto se congeló en su rostro cuando un brazo se posó en el borde de la plataforma y después le siguió la mano. Daruu volvía a subir a la arena de combate, y Ayame volvió a tensar todos los músculos del cuerpo en consecuencia.
Aquello no había terminado.
—Vaya, esa ha sido buena. Sin embargo... —murmuró, mientras sus manos volvían a entrelazarse en una secuencia de sellos que a Ayame se le antojó bastante larga—. Con esta tormenta, no sé cómo los halcones se atreven a volar. ¡Suiton: Amenokami Kyoki!
Elemento agua. Y había invocado el nombre del dios de la tormenta. Todo sucedió increíblemente deprisa. Como el baile de un desorientado borracho, Daruu dio un paso hacia la izquierda al tiempo que se colocaba la capucha sobre la cabeza, dos a la derecha, otro a la izquierda y entonces se dio la vuelta de repente. Una nube, oscura como el carbón, se había arremolinado sobre sus cabezas y entonces convirtió la lluvia que caía ya sobre ellos en una auténtica cortina de agua que cayó sobre ellos como si alguien hubiera volcado un cubo de agua sobre sus cabezas.
—Maldito Hanaiko... —murmuró a su espalda un irritado Zetsuo.
Pero Ayame no le escuchaba. Porque no podía quedarse de brazos cruzados como un espantapájaros bajo la tormenta. Tenía que actuar.
Estaba acostumbrada a luchar bajo la lluvia. El agua era su elemento después de todo. Pero aquello superaba todos los baremos. Le costaba mucho ver a través de la cortina de agua que se había formado en tan escaso tiempo y Daruu no tardaría en aprovechar la oportunidad.
De hecho, no tardó en surgir a través de la cortina de agua, con la garra de nuevo destellando en su mano. Pero fue una mano en su espalda lo que la empujó hacia delante. Y un súbito obstáculo en el suelo la hizo tropezar. Y un taladro de agua la atravesó de parte a parte. Ayame ahogó una exclamación...
Y justo cuando estalló en una explosión de agua, del mismo agua que encharcaba la plataforma de cemento surgió una mano que aferró con firmeza el tobillo de Daruu y tiró de él hacia abajo para hacerle perder el equilibrio en el momento en el que aparecía otra mano que empuñaba un kunai directo a clavarse en su pierna. Ayame terminó de surgir con un salto y sus manos entrelazadas en un único sello:
—¡Suiton: Suigadan!
El agua por debajo de Daruu se arremolinó y se alzó en un súbito colmillo de agua y Ayame cayó de rodillas sobre el asfalto, resollando exhausta y ligeramente mareada por el gasto de chakra que le había supuesto aquella última técnica.
«Quizás... quizás me he precipitado...» Pensaba. Pero, por debajo de ese asfixiante agotamiento, una fuerza diferente estaba comenzando a bullir. Una energía que le quemaba las entrañas... Y le hacía ver destellos rojizos a través de sus párpados.
• PV:– (-10 PV)
• CK:– – (-64 CK)
Objetos: Arco pequeño y flechas (x13), Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Daño recibido
Daño causado
Técnicas utilizadas
—¡¡Nooo!! —gritó Kiroe.
A la espalda de Ayame, Zetsuo sonreía. Pero aquel gesto se congeló en su rostro cuando un brazo se posó en el borde de la plataforma y después le siguió la mano. Daruu volvía a subir a la arena de combate, y Ayame volvió a tensar todos los músculos del cuerpo en consecuencia.
Aquello no había terminado.
—Vaya, esa ha sido buena. Sin embargo... —murmuró, mientras sus manos volvían a entrelazarse en una secuencia de sellos que a Ayame se le antojó bastante larga—. Con esta tormenta, no sé cómo los halcones se atreven a volar. ¡Suiton: Amenokami Kyoki!
Elemento agua. Y había invocado el nombre del dios de la tormenta. Todo sucedió increíblemente deprisa. Como el baile de un desorientado borracho, Daruu dio un paso hacia la izquierda al tiempo que se colocaba la capucha sobre la cabeza, dos a la derecha, otro a la izquierda y entonces se dio la vuelta de repente. Una nube, oscura como el carbón, se había arremolinado sobre sus cabezas y entonces convirtió la lluvia que caía ya sobre ellos en una auténtica cortina de agua que cayó sobre ellos como si alguien hubiera volcado un cubo de agua sobre sus cabezas.
—Maldito Hanaiko... —murmuró a su espalda un irritado Zetsuo.
Pero Ayame no le escuchaba. Porque no podía quedarse de brazos cruzados como un espantapájaros bajo la tormenta. Tenía que actuar.
Estaba acostumbrada a luchar bajo la lluvia. El agua era su elemento después de todo. Pero aquello superaba todos los baremos. Le costaba mucho ver a través de la cortina de agua que se había formado en tan escaso tiempo y Daruu no tardaría en aprovechar la oportunidad.
De hecho, no tardó en surgir a través de la cortina de agua, con la garra de nuevo destellando en su mano. Pero fue una mano en su espalda lo que la empujó hacia delante. Y un súbito obstáculo en el suelo la hizo tropezar. Y un taladro de agua la atravesó de parte a parte. Ayame ahogó una exclamación...
Y justo cuando estalló en una explosión de agua, del mismo agua que encharcaba la plataforma de cemento surgió una mano que aferró con firmeza el tobillo de Daruu y tiró de él hacia abajo para hacerle perder el equilibrio en el momento en el que aparecía otra mano que empuñaba un kunai directo a clavarse en su pierna. Ayame terminó de surgir con un salto y sus manos entrelazadas en un único sello:
—¡Suiton: Suigadan!
El agua por debajo de Daruu se arremolinó y se alzó en un súbito colmillo de agua y Ayame cayó de rodillas sobre el asfalto, resollando exhausta y ligeramente mareada por el gasto de chakra que le había supuesto aquella última técnica.
«Quizás... quizás me he precipitado...» Pensaba. Pero, por debajo de ese asfixiante agotamiento, una fuerza diferente estaba comenzando a bullir. Una energía que le quemaba las entrañas... Y le hacía ver destellos rojizos a través de sus párpados.
Estado de Ayame
• PV:
90/165
• CK:
33/185
100/100
Objetos: Arco pequeño y flechas (x13), Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Daño recibido