20/10/2016, 17:57
Menudo grano en el culo te estás convirtiendo. El alguacil no hacía más que poner pegas a todo, como si la sola presencia de los tres shinobis le incordiase. ¿Acaso era por orgullo, al haberse visto sobrepasado por los acontecimientos ocurridos en la Finca Makoto? ¿O porque simplemente era uno de esos que seguían la normas hasta en las comas? Al Uchiha no le importaba demasiado la respuesta, pero sin su colaboración, la investigación de Akame y Karamaru podría verse resentida… y eso podría acabar perjudicándole.
Después de todo, todavía no había hablado con el señor Iwata, y no sabía qué condiciones le pondría para entregarle un generoso regalo en forma de billetes verdes… Si es que me lo llega a ofrecer. No te hagas demasiadas ilusiones, anda, que luego siempre llega la decepción. Paso a paso. Primero a convencer al hombretón.
—¿Una misión oficial? Por Izanami, ¡por supuesto que no! —exclamó, como ofendido por la pregunta, tratando de convertir el punto débil de los shinobis en su mayor fortaleza—. Jamás entraríamos en su pueblo insultándole de esa manera. Nosotros le respetamos —pronunció la última palabra con un ligero deje, como si hubiera personas que no lo hiciesen—. Por eso lo primero que hicimos, tras hacer un par de preguntas disimuladas, fue venir a verle a usted. Pedir a nuestro Kage oficializar la misión tan solo haría avivar esos rumores que circulan… —Datsue tomó una breve y calculada pausa—, sobre su propia persona. Supongo que ya sabe a lo que me refiero. La gente habla. Especialmente tras las muertes sin resolver en la Finca Makoto, según nos han comentado —Datsue recordaba perfectamente que el camarero había dicho que había habido muertes en la finca, pese a después no querer explicarse—. Que si es demasiado joven… Que si le preocupa más sacarle brillo a la armadura que el bienestar de su gente… Que si no está preparado… —hizo un ademán, como quitándole importancia—. Plebeyos —escupió a un lado tras decir la palabra, y de milagro pasó rozando entre las piernas de Karamaru, sin salpicarle—. Siempre quejándose, siempre pidiendo más… Soy de la opinión de que no hay que hacerles demasiado caso, pero como le decía, oficializar la misión solo haría que avivasen sus erráticas voces… y eso es lo último que queremos.
»No. Lo que nos gustaría es colaborar con usted. Ayudarle a… —tardó unos segundos en encontrar la palabra adecuada—, esclarecer el misterio de la Finca Makoto, y de paso intentar llevarnos una pequeña paga extra del señor Ho. Ya sabe, por el viaje y los gastos. Pero si lo prefiere podemos hacer todo esto por la vía de los papeles, faltaría más. Al fin y al cabo es su pueblo.
Oh, ha sido perfecto. Quizá la sutil —o no tan sutil— amenaza indirecta de Datsue le saliera por la culata, pero el Uchiha había disfrutado como un Uzureño en plena vendimia pronunciando aquellas palabras. Sin embargo, un molesto picor llevaba molestándole desde hacía un rato. Una ligera sensación de malestar, como el que se siente cuando estás refrenando algún tic nervioso o manía.
Al final, no pudo aguantarse más y elevó la vista para mirar al calvo:
—¿No es así, Karamaru?
Después de todo, todavía no había hablado con el señor Iwata, y no sabía qué condiciones le pondría para entregarle un generoso regalo en forma de billetes verdes… Si es que me lo llega a ofrecer. No te hagas demasiadas ilusiones, anda, que luego siempre llega la decepción. Paso a paso. Primero a convencer al hombretón.
—¿Una misión oficial? Por Izanami, ¡por supuesto que no! —exclamó, como ofendido por la pregunta, tratando de convertir el punto débil de los shinobis en su mayor fortaleza—. Jamás entraríamos en su pueblo insultándole de esa manera. Nosotros le respetamos —pronunció la última palabra con un ligero deje, como si hubiera personas que no lo hiciesen—. Por eso lo primero que hicimos, tras hacer un par de preguntas disimuladas, fue venir a verle a usted. Pedir a nuestro Kage oficializar la misión tan solo haría avivar esos rumores que circulan… —Datsue tomó una breve y calculada pausa—, sobre su propia persona. Supongo que ya sabe a lo que me refiero. La gente habla. Especialmente tras las muertes sin resolver en la Finca Makoto, según nos han comentado —Datsue recordaba perfectamente que el camarero había dicho que había habido muertes en la finca, pese a después no querer explicarse—. Que si es demasiado joven… Que si le preocupa más sacarle brillo a la armadura que el bienestar de su gente… Que si no está preparado… —hizo un ademán, como quitándole importancia—. Plebeyos —escupió a un lado tras decir la palabra, y de milagro pasó rozando entre las piernas de Karamaru, sin salpicarle—. Siempre quejándose, siempre pidiendo más… Soy de la opinión de que no hay que hacerles demasiado caso, pero como le decía, oficializar la misión solo haría que avivasen sus erráticas voces… y eso es lo último que queremos.
»No. Lo que nos gustaría es colaborar con usted. Ayudarle a… —tardó unos segundos en encontrar la palabra adecuada—, esclarecer el misterio de la Finca Makoto, y de paso intentar llevarnos una pequeña paga extra del señor Ho. Ya sabe, por el viaje y los gastos. Pero si lo prefiere podemos hacer todo esto por la vía de los papeles, faltaría más. Al fin y al cabo es su pueblo.
Oh, ha sido perfecto. Quizá la sutil —o no tan sutil— amenaza indirecta de Datsue le saliera por la culata, pero el Uchiha había disfrutado como un Uzureño en plena vendimia pronunciando aquellas palabras. Sin embargo, un molesto picor llevaba molestándole desde hacía un rato. Una ligera sensación de malestar, como el que se siente cuando estás refrenando algún tic nervioso o manía.
Al final, no pudo aguantarse más y elevó la vista para mirar al calvo:
—¿No es así, Karamaru?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado