28/05/2015, 23:34
(Última modificación: 28/05/2015, 23:34 por Amedama Daruu.)
Si el aspecto de Reiji daba miedo, el comportamiento de su padre lo anulaba por completo. Tras un lamentable espectáculo en la puerta, se había despedido de Kori con una fuerte palmada, tan fuerte que Daruu pensó que lo arrojaría al suelo. Pero Kori, el Hielo, como así lo llamaban en muchas ocasiones, era inamovible como un iceberg.
"Un shinobi no debe revelar sus secretos". La respuesta no dejaba lugar a dudas: era un secreto que le convenía mantener, lo cual significaba que como mínimo, si era algo con lo que había nacido, era muy consciente de ello y sabía cómo controlarlo. Pero Daruu creía que aquello era una habilidad que él mismo había desarrollado. Lo que no entendía era por qué lo tenía activo a todas horas.
«Quizás para intimidar más de lo que ya lo hace. La presencia es importante», se sugirió mentalmente.
Por lo visto, la formación de aquél equipo estaba sujeta a ciertas condiciones. «Qué más me da, yo ya tengo mi bandana. Si no me aceptan en el equipo, me las apañaré yo solo, como siempre... Además, seguro que mamá me echa un cable».
Kori continuó la instrucción con la puesta en marcha de una ronda de presentaciones. Quería su nombre, qué les impulsó a convertirse en ninja, qué es lo que más temían, y cuáles eran sus ambiciones de futuro.
Pero era un shinobi, ¿no? Era obvio que no iba a revelar todos los detalles. Levantó la mano.
—Me llamo Hanaiko Daruu. Me metí a ninja porque alguien tiene que hacerlo, literalmente. Me gusta el Ninjutsu, me gusta combatir y la tradición se lleva en la familia... Mi pasión es la cocina, pero puedo practicarla igual como hobby. Esto da más dinero y es algo de lo que sentirse orgulloso. Ya sabéis, defender a los tuyos, y eso —explicó—. No es que les tema muy fuerte, pero... no me gustan los bichos. Son asquerosos —no mentiría, pero tampoco diría toda la verdad. Así es como le colaba los engaños a su madre cuando quería saltarse una comida, normalmente porque tocaba pescado—. Las enfermedades me incomodan, es un tema que me da respeto. Ambiciones... No sé. Prefiero centrarme en metas a corto plazo. De momento, convertirme en chunin.
«Y averiguar qué tiene que enseñarme Ichigo-sensei».
Y conseguir elaborar la mejor masa de pizza del mundo, claro. Pero nunca contaba esas cosas.
"Un shinobi no debe revelar sus secretos". La respuesta no dejaba lugar a dudas: era un secreto que le convenía mantener, lo cual significaba que como mínimo, si era algo con lo que había nacido, era muy consciente de ello y sabía cómo controlarlo. Pero Daruu creía que aquello era una habilidad que él mismo había desarrollado. Lo que no entendía era por qué lo tenía activo a todas horas.
«Quizás para intimidar más de lo que ya lo hace. La presencia es importante», se sugirió mentalmente.
Por lo visto, la formación de aquél equipo estaba sujeta a ciertas condiciones. «Qué más me da, yo ya tengo mi bandana. Si no me aceptan en el equipo, me las apañaré yo solo, como siempre... Además, seguro que mamá me echa un cable».
Kori continuó la instrucción con la puesta en marcha de una ronda de presentaciones. Quería su nombre, qué les impulsó a convertirse en ninja, qué es lo que más temían, y cuáles eran sus ambiciones de futuro.
Pero era un shinobi, ¿no? Era obvio que no iba a revelar todos los detalles. Levantó la mano.
—Me llamo Hanaiko Daruu. Me metí a ninja porque alguien tiene que hacerlo, literalmente. Me gusta el Ninjutsu, me gusta combatir y la tradición se lleva en la familia... Mi pasión es la cocina, pero puedo practicarla igual como hobby. Esto da más dinero y es algo de lo que sentirse orgulloso. Ya sabéis, defender a los tuyos, y eso —explicó—. No es que les tema muy fuerte, pero... no me gustan los bichos. Son asquerosos —no mentiría, pero tampoco diría toda la verdad. Así es como le colaba los engaños a su madre cuando quería saltarse una comida, normalmente porque tocaba pescado—. Las enfermedades me incomodan, es un tema que me da respeto. Ambiciones... No sé. Prefiero centrarme en metas a corto plazo. De momento, convertirme en chunin.
«Y averiguar qué tiene que enseñarme Ichigo-sensei».
Y conseguir elaborar la mejor masa de pizza del mundo, claro. Pero nunca contaba esas cosas.