28/10/2016, 22:36
En el juego de luces y sombras, sendos jóvenes dudaban de los propósitos que el antagonista le podría llevar. No hacían para nada mal en dudar, pues eran ambos los que acarreaban un comportamiento extraño... y no había nadie mas en el sitio, curioso cuanto menos. Siendo así, no pudo evitarse la fugaz confrontación. Si bien la chica estaba mas perdida en el asunto que un calvo en mitad de una convención de peluquería, no había quedado demasiado lejos en lo referente a perspectiva. El chico no dudó un solo segundo en alzar la guardia, y bien se veía a la legua que sabía lo que hacía.
« Éste chico no es un civil cualquiera... »
Sin embargo, éste no parecía estar buscando el enfrentamiento. No titubeó un solo instante al negar la acusación, la indiscreta acusación, y tras ello bajó su guardia. La Sarutobi, al ver la acción de Akame, actuó de la misma manera. Comenzó a bajar la guardia, mientras que el chico comenzaba a explicarse. De pronto, el chico detuvo sus palabras, corrió hacia un lado su capa de viaje con la zurda. En un abrir y cerrar de ojos, el llamado Akame hizo que un metal silbase en el aire. Su lanzamiento fue tan rápido, que ni las palabras le salieron a la chica. Instintivamente, ladeo su cuerpo hacia la derecha, buscando alejarse lo máximo posible del shuriken. El gesto hasta sobró, había pasado bastante alto como para acertar en ella, pero bajo como para no buscar acertar en alguien.
—¿¡Qué coño... !?
Para cuando miró hacia su retaguardia, tan solo vio un pobre gato. El pobre animal, pareció perder al menos seis vidas del susto. La chica no pudo evitar la reacción mas primaria e iracunda. Clavó los ojos en el chico, con un ceño fruncido hasta límites insospechados, y alzó las manos en un gesto de total desacuerdo y a la misma vez duda. ¿Por qué diablos atacaba a un gato?
—¿Pero qué coño haces? ¿¡Es un gato joder!? ¿Qué diablos te pasa?
Pero para su sorpresa, el chico no estaba tan equivocado. El gato se deshizo en una nube de polvo tras haber esquivado a duras penas el arma, y de ésta surgió una chica. La chica tenía una cabellera mas oscura que la misma noche, y una porte que casi le resultaba familiar. ¿Acaso la había visto antes? Seguramente si hiciese gala de memoria fotográfica, recordaría las buenas imágenes de cierta chica que tenía una de las mas poderosas armas de Amegakure... pero no, ni lo recordaba, ni las fotos habían sido actualizadas con el paso del tiempo en los libros de texto.
Fuera como fuera, la chica parecía pasar de todo. Se limitó a preguntar por un tipo con una bufanda roja, un tipo que no había pasado por esos lares ni por asomo, allí solo estaban ellos dos... o ellos tres, si contábamos a la chica-gato. Con una mueca de indignación total, la chica alzó su dedo incriminatorio y o acusador hacia la recién llegada. —¿¡PERO TU DE QUE VAS!! Tía, apareces de la nada, disfrazada de gato, interrumpes mi interrogatorio, ¿y preguntas por un tío de una bufanda roja? Al menos podías pedir disculpa por darnos el susto... o por haber fastidiado el concierto... ¿¡FUISTE TU, VERDAD!?
Ahora era la chica de orbes oscuros como la noche de invierno la que pasaba a ser la principal sospechosa. No había otra, estaba buscando al sujeto que le faltaba por matar. Ya había visto demasiadas películas policiacas como para dar por alto éste giro en la trama. No podía ser otra, a menos que el muerto no estuviese muerto... que solo fuese una mala actuación en pos de fastidiar... —No ni hablar.— La chica blandió la cabeza de un lado a otro rápidamente, intentando despejar al menos un poco las ideas que efimeramente inundaban su cabeza. Incluso se llevó las manos a la cabeza, harta de tanto abusrdo en la situación.
—Dios... que dolor de cabeza me estáis dando...
No había mayor verdad que esa...
« Éste chico no es un civil cualquiera... »
Sin embargo, éste no parecía estar buscando el enfrentamiento. No titubeó un solo instante al negar la acusación, la indiscreta acusación, y tras ello bajó su guardia. La Sarutobi, al ver la acción de Akame, actuó de la misma manera. Comenzó a bajar la guardia, mientras que el chico comenzaba a explicarse. De pronto, el chico detuvo sus palabras, corrió hacia un lado su capa de viaje con la zurda. En un abrir y cerrar de ojos, el llamado Akame hizo que un metal silbase en el aire. Su lanzamiento fue tan rápido, que ni las palabras le salieron a la chica. Instintivamente, ladeo su cuerpo hacia la derecha, buscando alejarse lo máximo posible del shuriken. El gesto hasta sobró, había pasado bastante alto como para acertar en ella, pero bajo como para no buscar acertar en alguien.
—¿¡Qué coño... !?
Para cuando miró hacia su retaguardia, tan solo vio un pobre gato. El pobre animal, pareció perder al menos seis vidas del susto. La chica no pudo evitar la reacción mas primaria e iracunda. Clavó los ojos en el chico, con un ceño fruncido hasta límites insospechados, y alzó las manos en un gesto de total desacuerdo y a la misma vez duda. ¿Por qué diablos atacaba a un gato?
—¿Pero qué coño haces? ¿¡Es un gato joder!? ¿Qué diablos te pasa?
Pero para su sorpresa, el chico no estaba tan equivocado. El gato se deshizo en una nube de polvo tras haber esquivado a duras penas el arma, y de ésta surgió una chica. La chica tenía una cabellera mas oscura que la misma noche, y una porte que casi le resultaba familiar. ¿Acaso la había visto antes? Seguramente si hiciese gala de memoria fotográfica, recordaría las buenas imágenes de cierta chica que tenía una de las mas poderosas armas de Amegakure... pero no, ni lo recordaba, ni las fotos habían sido actualizadas con el paso del tiempo en los libros de texto.
Fuera como fuera, la chica parecía pasar de todo. Se limitó a preguntar por un tipo con una bufanda roja, un tipo que no había pasado por esos lares ni por asomo, allí solo estaban ellos dos... o ellos tres, si contábamos a la chica-gato. Con una mueca de indignación total, la chica alzó su dedo incriminatorio y o acusador hacia la recién llegada. —¿¡PERO TU DE QUE VAS!! Tía, apareces de la nada, disfrazada de gato, interrumpes mi interrogatorio, ¿y preguntas por un tío de una bufanda roja? Al menos podías pedir disculpa por darnos el susto... o por haber fastidiado el concierto... ¿¡FUISTE TU, VERDAD!?
Ahora era la chica de orbes oscuros como la noche de invierno la que pasaba a ser la principal sospechosa. No había otra, estaba buscando al sujeto que le faltaba por matar. Ya había visto demasiadas películas policiacas como para dar por alto éste giro en la trama. No podía ser otra, a menos que el muerto no estuviese muerto... que solo fuese una mala actuación en pos de fastidiar... —No ni hablar.— La chica blandió la cabeza de un lado a otro rápidamente, intentando despejar al menos un poco las ideas que efimeramente inundaban su cabeza. Incluso se llevó las manos a la cabeza, harta de tanto abusrdo en la situación.
—Dios... que dolor de cabeza me estáis dando...
No había mayor verdad que esa...