3/11/2016, 00:43
—¿Es la receta de esos bollitos de vainilla lo que quieres? —respondió Daruu, y Kōri clavó en él sus ojos de hielo repentinamente interesado por sus palabras—. Puedo... puedo enseñarte, pe-pero mi madre igual me mata después... Verás Kori, yo lo siento mucho pero no puedo darte lo que quieres...
Ayame miró confundida a su hermano. Por muy obsesionado que estuviera con aquellos adictivos bollos de vainilla, su hermano mayor no era tan simple. Y, efectivamente, el albino no tardó en sacudir la cabeza.
—No es eso lo que he venido a decirlos. Aunque... me apuntaré esa sugerencia, Daruu-kun —replicó, y un extraño brillo recorrió sus iris unos segundos antes de añadir—: Era broma.
Ayame enarcó una ceja, escéptica. Tal y como lo había dicho, con aquella voz tan antipersonal como de costumbre, era muy difícil determinar si estaba hablando en serio o de verdad era una simple broma. Incluso para ella, que era capaz de ver dibujadas diferentes expresiones en los minúsculos cambios faciales del rostro de Kōri.
Él, ajeno a sus pensamientos, volvió a encorvarse sobre el respaldo de la silla.
—Lo que he venido a proponeros es que formemos un equipo los tres.
—¿Qué? ¿Un equipo? ¿Los tres? —exclamó Ayame, pillada por la sorpresa, y Kōri asintió.
—Sí. Yo, como superior vuestro que soy actuaría como vuestro sensei y tú, Ayame, y Daruu-kun, como mis discípulos. Haremos misiones juntos y yo haré lo que esté en mi mano por mejorar vuestras habilidades como shinobi.
»Si es que aceptáis, claro está. Esto es una decisión de los tres, no una imposición.
—¡Sí! —exclamó Ayame, con una resplandeciente sonrisa dibujada en su rostro. Aunque enseguida su gesto se congeló al girarse hacia Daruu, temerosa—. Bueno... si tú quieres...
Ayame miró confundida a su hermano. Por muy obsesionado que estuviera con aquellos adictivos bollos de vainilla, su hermano mayor no era tan simple. Y, efectivamente, el albino no tardó en sacudir la cabeza.
—No es eso lo que he venido a decirlos. Aunque... me apuntaré esa sugerencia, Daruu-kun —replicó, y un extraño brillo recorrió sus iris unos segundos antes de añadir—: Era broma.
Ayame enarcó una ceja, escéptica. Tal y como lo había dicho, con aquella voz tan antipersonal como de costumbre, era muy difícil determinar si estaba hablando en serio o de verdad era una simple broma. Incluso para ella, que era capaz de ver dibujadas diferentes expresiones en los minúsculos cambios faciales del rostro de Kōri.
Él, ajeno a sus pensamientos, volvió a encorvarse sobre el respaldo de la silla.
—Lo que he venido a proponeros es que formemos un equipo los tres.
—¿Qué? ¿Un equipo? ¿Los tres? —exclamó Ayame, pillada por la sorpresa, y Kōri asintió.
—Sí. Yo, como superior vuestro que soy actuaría como vuestro sensei y tú, Ayame, y Daruu-kun, como mis discípulos. Haremos misiones juntos y yo haré lo que esté en mi mano por mejorar vuestras habilidades como shinobi.
»Si es que aceptáis, claro está. Esto es una decisión de los tres, no una imposición.
—¡Sí! —exclamó Ayame, con una resplandeciente sonrisa dibujada en su rostro. Aunque enseguida su gesto se congeló al girarse hacia Daruu, temerosa—. Bueno... si tú quieres...