9/11/2016, 21:12
La mirada de aquel anciano le estaba poniendo nervioso. No hablaba, no carraspeaba ni tragaba saliva. Tan solo le miraba, con aquellos ojos tan oscuros y penetrantes que parecían atravesarle el alma de parte en parte.
Por eso fue todavía más evidente cuando, al mencionar la Finca Makoto, en el semblante serio e imperturbable de aquel anciano apareció una mueca de disgusto. Datsue se mantuvo a la espera de algún comentario avinagrado, pero éste, simplemente, no llegó.
El hombre, con una lentitud que podía llegar a exasperar al hombre más paciente de todo Oonindo, dio media vuelta para internarse en el salón de su casa, sentándose sobre una de las sillas y dirigiendo una mirada apremiante al Uchiha, quien captó el mensaje y cerró la puerta tras de sí.
Fue entonces cuando se dio cuenta.
—Oh, no… —se lamentó, al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Y es que el olor tan agrio en el que estaba impregnada la casa no provenía de otra cosa que del humo que fumaba el anciano. Un anciano que parecía estar en sus últimas horas, más encorvado que los viejos que se pasaron toda una vida cultivando arroz, fumando aquel tipo de cosas… Era algo que ni Uchiha Datsue podía permitir.
—Iwata-san, por favor, le ruego que deje de fumar ese tipo de cosas —le suplicó, con la cara teñida por la preocupación—. Es malo para su salud.
Datsue se sentó en la silla de enfrente, y rápidamente se llevó las manos bajo el… calzoncillo. Instantes después, el Uchiha sacó de allí un grinder junto con un cogollo, una cajita diminuta de cartón y una pequeña bolsa de plástico.
—Verá —empezó a explicar, mientras depositaba el cogollo en el grinder y le daba vueltas para triturarlo—, ese olor tan agrio es característico de una planta en mal estado. Lamento decirle que le han vendido medicina infectada de moho… o mucho peor, hongos —mientras hablaba, Datsue abrió la tapa del grinder esparciendo su contenido sobre un papel de fumar que había extraído de la cajita de cartón. Luego, le añadió tabaco de la bolsita, pues sabía que aquella planta, pese a haberle nacido más o menos bien, no se había secado de la mejor manera y le costaba combustionar. Finalmente, añadió un filtro y enrolló el papelito, obteniendo un decente resultado final, para no haber practicado mucho—. Pruebe de mi material, cosechado en mi propia casa. Le aseguro que es bueno bueno. No se arrepentirá —le aseguró, ofreciéndole el improvisado porro.
Quién sabía, quizá se fuese de allí sin su ansiado dinero, pero sí con un potencial cliente en el bolsillo.
Por eso fue todavía más evidente cuando, al mencionar la Finca Makoto, en el semblante serio e imperturbable de aquel anciano apareció una mueca de disgusto. Datsue se mantuvo a la espera de algún comentario avinagrado, pero éste, simplemente, no llegó.
El hombre, con una lentitud que podía llegar a exasperar al hombre más paciente de todo Oonindo, dio media vuelta para internarse en el salón de su casa, sentándose sobre una de las sillas y dirigiendo una mirada apremiante al Uchiha, quien captó el mensaje y cerró la puerta tras de sí.
Fue entonces cuando se dio cuenta.
—Oh, no… —se lamentó, al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Y es que el olor tan agrio en el que estaba impregnada la casa no provenía de otra cosa que del humo que fumaba el anciano. Un anciano que parecía estar en sus últimas horas, más encorvado que los viejos que se pasaron toda una vida cultivando arroz, fumando aquel tipo de cosas… Era algo que ni Uchiha Datsue podía permitir.
—Iwata-san, por favor, le ruego que deje de fumar ese tipo de cosas —le suplicó, con la cara teñida por la preocupación—. Es malo para su salud.
Datsue se sentó en la silla de enfrente, y rápidamente se llevó las manos bajo el… calzoncillo. Instantes después, el Uchiha sacó de allí un grinder junto con un cogollo, una cajita diminuta de cartón y una pequeña bolsa de plástico.
—Verá —empezó a explicar, mientras depositaba el cogollo en el grinder y le daba vueltas para triturarlo—, ese olor tan agrio es característico de una planta en mal estado. Lamento decirle que le han vendido medicina infectada de moho… o mucho peor, hongos —mientras hablaba, Datsue abrió la tapa del grinder esparciendo su contenido sobre un papel de fumar que había extraído de la cajita de cartón. Luego, le añadió tabaco de la bolsita, pues sabía que aquella planta, pese a haberle nacido más o menos bien, no se había secado de la mejor manera y le costaba combustionar. Finalmente, añadió un filtro y enrolló el papelito, obteniendo un decente resultado final, para no haber practicado mucho—. Pruebe de mi material, cosechado en mi propia casa. Le aseguro que es bueno bueno. No se arrepentirá —le aseguró, ofreciéndole el improvisado porro.
Quién sabía, quizá se fuese de allí sin su ansiado dinero, pero sí con un potencial cliente en el bolsillo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado